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Bradley Stoke, South Gloucestershire, Inglaterra.
9/01/20XX

—¡Maldita sea, Joshua! Te he dicho millones de veces que no seas un llorón —gritó mi mamá, furiosa.

Comencé a llorar. ¿Por qué mi mamá me trataba así?

—Mami, tengo hambre.

—Por Dios, Joshua, tienes tres años. Ya eres grande —mi madre salió de la cocina—. Deja de llorar o te daré motivos para llorar.

Me cubrí con mi manta. Mamá no puede lastimarme si me protege la manta.

—Los monstruos se van, manita calientita me protege —comencé a cantar.

A través de un pequeño orificio en mi cobija, pude ver cómo ella se acercaba, visiblemente molesta.

—Quítate esa maldita cobija, Joshua —ella jaló la manta, quitándola de mi cuerpo.

Sentí un golpe en mi brazo. Me toqué la marca roja que había dejado el cinturón contra mi piel. Sabía que llorar solo empeoraría las cosas.

—No vuelvas a ir con los vecinos. Me dejas mal —repitió los golpes hasta que una pequeña gota de sangre salió de mi brazo.

—Mami, por favor —susurré con mis últimos esfuerzos.

Ella se arrodilló frente a mí y tomó mi rostro entre sus manos.

—Perdóname, mi niño, perdóname. Ves lo que provocas. Tú lo provocaste, ya no me provoques.

—Perdón, mami, perdón por hacerte enojar —susurré llorando y temblando.

18/03/20XX

Sentí un dolor punzante en la cabeza. Me senté y me di cuenta de que estaba en el piso.

—Eres un asqueroso, Joshua —gritó mi mamá.

Me jaló del brazo, poniéndome de pie, jaló mi cabello y colocó mi rostro cerca del colchón, que estaba mojado y olía feo.

—Mira lo que hiciste, maldito asqueroso —me jaloneó.

—Perdóname, mami, no me di cuenta.

—¿No te diste cuenta, maldito? Lo hiciste a propósito —me lanzó al suelo.

Sentí otra punzada en el estómago. Alcé la mirada, borrosa por las lágrimas, y vi a mi madre alzar su brazo y darme un puñetazo en el ojo. Con su pie, golpeó mi estómago. Yo comencé a llorar a gritos.

—¡Cállate ya! ¡Cállate! ¡Cállate! Me arruinaste la puta vida.

Dejé de sentir los golpes. Mis gritos disminuían al igual que los de mi mami.

31/10/20XX

—Feliz cumpleaños, Joshi. Feliz cumpleaños, Joshi —cantaba felizmente acompañado de mis peluches.

Mami tenía una fiesta y no podía perder su tiempo conmigo. Solo cumplí cuatro años.

—Son mis mejores amigos —abrazé a mis osos de felpa.

Seguí aplaudiendo mientras tarareaba canciones alegres. El hambre llegó a mi cuerpo.

—Ahora vengo, amiguitos. Conseguiré comida.

Caminé hasta la puerta, me paré de puntitas y la abrí. Llegué hasta la puerta de la vecina.

—Mi niño, feliz cumpleaños —mi vecina se puso de cuclillas—. ¿Sucedió algo?

—Mami no está. ¿Puedo tener una galleta? Pero mami no se puede enterar.

Mi vecina me miró, sus ojos brillaron y una lágrima salió de sus ojos.

—¿Por qué lloras?

—Por nada, bebé, por nada.

Mi vecina me llevó dentro de su departamento. Sin darme cuenta, había oscurecido afuera. Algunos niños venían a la casa de mi vecina, vestidos raros, y ella les daba dulces.

La puerta fue tocada fuertemente. Yo estaba sentado viendo caricaturas. Los golpes en la puerta captaron mi atención. Mi vecina se acercó rápidamente y abrió la puerta.

—¡Carajo, Joshua, te dije que no vinieras! —en un parpadeo, mi madre me arrastraba por la sala mientras caminaba hacia la salida.

—Déjalo, es solo un niño.

—No es solo un niño, es una puta escoria.

La peor noche de mi vida. Mi manta no me protegió de los monstruos.

24/12/20XX

—¿Dónde estamos, mami?

—Solo cállate —mi mami me hizo girarme para mirar una puerta enorme—. Canta la canción que cantas cuando vas a comer.

Ella tocó un botón que estaba a un lado de la puerta. Comencé a cantar aunque las brisas frías chocaban contra mi cuerpo. Una señora salió de la puerta. Yo miré hacia atrás.

—Mami, mami, ¿dónde estás, mami? —no veía a mi mami.

—Ven, cariño.

Muchas señoras comenzaron a tomarme fotos. Me dieron comida, también me dieron ropa nueva y me pusieron una pomada que hizo que los moretones dolieran menos.

—¿Mami no va a venir?

La señora me miró con la misma mirada que mi vecina me daba y negó con la cabeza.

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