Prólogo

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Infamous

Infamous

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Prólogo

Yacia acostado en la mullida cama con sabanas color borgoña mientras dos esbeltos y tentadores cuerpos femeninos se aferraban a él como un par de víboras.

Una de ella se movía sobre él, empalada por su miembro y la otra recibía las placenteras caricias de su lengua en la parte más sensible de su cuerpo, los gemidos ahogados de ambas no se detenían mientras se toqueteaban sobre Sukuna.

"Digna escena de una película porno" - pensó Sukuna sin detener las caricias de su lengua.

Estaba por llegar la mejor parte.

— ¡Oye, Sukuna!

No se molestó en cubrirse de igual manera no le abría dado tiempo, las mujeres en cambio dieron un respingo colocándose una a cada lado, la puerta de la habitación se abrío de par en par y un hombre muy apuesto de unos ventitantos entró en la estancia.

Sukuna gruñó al encontrarse con los atónitos ojos bicolor de Mahito que llevaba su cabello color ceniza recogido en una coleta baja y que lo miraba pasmado.

—  Joder, Sukuna es hora de ensayar y que mierda estás haciendo, echando un polvo...

— Mahito —  rugió Sukuna pasando una mano por sus cabellos — . No me jodas, estaba pasándola de lo grande y vienes a interrumpir, ¿No te enseñaron a tocar?

Mahito lo observó con desaprobación mientras se cruzaba de brazos.

— Chicas, es mejor que se marchen — recomendó mirándolas con cansancio — Aquí el amo y señor tiene que ensayar.

Sukuna volvió a gruñir y las mujeres le dedicaron una mirada suplicante, ¿Es que acaso Mahito no entendía qué era la privacidad? No quería armar un escándalo a estas horas, su cabeza punzaba con fuerza y se sentía como un alfiletero, probablemente las drogas y el alcohol de la noche anterior le pasarían factura el resto del día.

— Las llamaré luego preciosas.

— ¿Lo juras? — pidió una de ellas mientras se vestían con rapidez.

El hombre rodó sus ojos rubí, como si eso fuera atarlo a algo. Nadie podía domarlo, absolutamente nadie, y mucho menos esa clase de mujeres que solo lo buscaban para meterse en su cama por dinero.

— Claro bombón.

Ambas sonrieron le arrojaron un beso y salieron de la habitación como una exhalación.

Sukuna se levanto desnudo sin importarle la presencia del otro en la habitación, y se dirigió al guarda ropas donde tomó una camiseta blanca de manga corta, una cazadora de cuero, un pantalón oscuro y sus botas de motorista, dejando todo sobre la cama se dirigió a Mahito que no se había movido un ápice.

Infamous || SukufushiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora