18 Las preguntas de Ruen

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Anya

La situación en que se encuentra Alex ha sido un shock, por no decir otra cosa.

Había vuelto a mi butaca del anfiteatro de la Opera House justo cuando Alex estaba en el escenario, consolando a Hamlet por el precipitado matrimonio de su madre viuda y su tío. Observé al resto del público: muchos espectadores se habían inclinado hacia delante, ansiosos por escuchar los consejos que aquel joven iba a darle a Hamlet. Me sentía orgullosa de Alex y me preguntaba si habría superado una etapa. Miré a Michael y pensé en el tratamiento de Alex. ¿Debería recibirlo en casa? ¿Debería dejar de lado el lado el escándalo que se armaría si Cindy era declarada incapaz para ejercer como madre de Alex y trasladarlo al Hogar MacNeice, un lugar que, según ella, era un manicomio?

Los síntomas de Alex, ¿eran los propios de una psicosis o del estrés postraumático?

Sin embargo, algo ocurrió durante ese intervalo. Cuando bajó el telón y el público empezó a levantarse de sus asientos, localicé a Jojo en el fondo de la sala, dirigiéndose a toda prisa hacia el otro extremo. Vi que le hacía un gesto a un miembro de la compañía y luego se dio la vuelta para echar un vistazo a las filas de butacas, como si estuviera buscando a alguien. La saludé con la mano, pero ella no me vio. Me incliné hacia delante para llamar la atención de Michael.

—¿Ocurre algo? —le pregunté.

—¿Qué quieres decir?

Siguió mi mirada hasta la parte delantera del auditorio, donde dos chicos con una camiseta de NIÑOS CON MUCHO TALENTO corrían hacia la puerta por donde había salido Jojo. Me dirigí hacia allí, seguida de Michael.

Cuando llegamos al camerino, Michael apartó a un técnico que le impedía el paso y vio cómo estaba todo: parecía que alguien lo hubiese registrado de arriba abajo. Bonnie, la niña que interpretaba a Ofelia, dijo que ella había oído mucho ruido procedente del camerino. Cuando entró, vio a Alex golpeándose contra la pared y luego desplomándose hacia atrás en el suelo. Permaneció inconsciente unos momentos. Bonnie pensó que estaba muerto.

Fui a buscar a Beverly, la tía de Alex, y le dije que su sobrino había sufrido un accidente, aunque aún no sabía con seguridad qué había pasado. La unidad de la Cruz Roja ya se había llevado a Alex a urgencias, según nos dijo un miembro de la compañía, aunque estaba más ansioso por encontrar a un suplente para la función que por contestar a mis preguntas. Beverly, Michael y yo tomamos un taxi y llegamos a urgencias del City Hospital un poco después. Allí, una enfermera nos acompañó hasta una sala anexa a la unidad de pediatría.

Alex tenía un aspecto horrible. Sus ojos estaban inyectados en sangre y su nariz magullada e hinchada. Una enfermera me dijo que las contusiones que presentaba la zona lumbar hacían pensar que él mismo se había lanzado contra la pared. Sin embargo, una autolesión era poco probable que hubiese provocado esas contusiones tan fuertes: parecía como si alguien mucho más alto que Alex lo hubiera levantado y lo hubiese lanzado desde aproximadamente unos tres metros de distancia.

Sólo se me ocurría pensar que la tensión de tener que representar la obra había podido con él. Cuando leí el original de Shakespeare y la adaptación de Jojo, me di cuenta de que la relación entre Hamlet y su padre se caracterizaba por un espeluznante sentimiento de deuda, por la obligación que tenía Hamlet de vengar a su padre. Sospecho que debo investigar más a fondo la relación entre Alex y su padre, por eso tomo nota mentalmente para obligarlo a hablar de ella. Pero está claro que deberé esperar hasta que esté físicamente recuperado.

Cuando llegué a casa no fui capaz de dormirme. Compartí un taxi con Michael. Hicimos el trayecto en silencio. No paraba de hacerme preguntas mentalmente, un montón de cómos y porqués, volando en círculos, como un buitre, en torno al tema de la obra. Lo cierto es que ya había encontrado la respuesta, pero quería roer hasta los huesos para no sentirme culpable. Nunca debería haber permitido que Alex saliera en la obra. Debería haber previsto la presión que un papel tan importante supondría para él en un período tan delicado de su vida. Y debería haber insistido, insistido en que Alex fuera trasladado al Hogar MacNeice.

Mi amigo el demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora