5 Dile quién soy

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Alex

Querido diario:

Hoy, en el hospital, he conocido a una doctora que me hizo un montón de preguntas sobre Ruen.

Cuando me preguntó por él, me sentí muy confundido. Casi nunca hehablado de él con nadie, porque eso fue lo que acordamos. Pero entonces me pidió que se la presentara y eso me confundió, porque normalmente me pega un bufido de gato para que me calle y finja que no existe, a lo que yo le digo: «Pero, Ruen, eres un tío encantador, seguro que quieres que le hable a todo el mundo de ti, ¿verdad?». Sin embargo, él entrecierra sus horribles ojos y dice: «El sarcasmo sólo consigue subrayar la impotencia de uno». Entonces le hago una pedorreta y se larga, enfadado.

Cuando Ruen vino para quedarse, me dijo que sólo estaba aquí para ser mi amigo, porque le pareció que me sentía solo. Luego, un día, tuvimos una discusión y yo le pedí que se fuera, pero él me dijo que no podía. Dijo que lo habían enviado para estudiarme, porque él y todos sus amigos nunca habían conocido a ningún ser humano que, como yo, fuera capaz de ver demonios. Me dijo que yo era muy especial. Me contó que lo más que la mayoría había visto de un demonio era un destello, y esa gente, normalmente, creía tener alucinaciones. Recuerdo que le entusiasmaba que yo pudiera verlo y dijo que era muy importante que me estudiara, como si fuera una rata de laboratorio o algo así. Le dije que yo no quería que me estudiaran, que eso sonaba como si me ocurriera algo malo, y la gente llevaba toda la vida diciendo que me ocurría algo malo. Lo odio,porque yo estoy perfectamente y quiero que me dejen en paz. Sin embargo, Ruen me prometió algo si yo dejaba que me estudiara. Pero no voy a decir qué es. Es nuestro secreto.

La doctora tenía una enorme cicatriz, como la de Harry Potter, pero en la mandíbula, no en la frente. Era guapa y risueña; sus ojos eran pequeños, de color castaño oscuro, y su pelo, largo y oscuro, parecía salsa de chocolate derramada de una botella. Tenía undiente roto y a veces le veía el sujetador a través de la blusa. Me dijo que era la doctora Molokova, pero yo la llamo Anya. Si come cacahuetes, se queda dormida.

Cuando se fue, me comí unos cuantos para comprobar si también me quedaba dormido, pero no fue así.

Cuando Anya me preguntó por Ruen, creo que se ruborizó y se puso nerviosa. Él me pidió que lo presentara. Yo estaba muy confundido. La doctora me preguntóqué ocurría. Ruen insistió: «Dile quién soy». Y eso hice. Estaba muy interesada en saber cosas sobre Ruen, y, evidentemente, Ruen debía de conocerla, porque me contó cosas acerca de ella: que tocaba el piano bastante bien y que su padre era chino, aunque ella nunca lo conoció, y que su madre tenía muchos problemas.

Cuando se fue, Ruen tenía una mirada extraña, la misma mirada de Guau cuando ve a Ruen. De preocupación. De miedo, casi. Lepregunté qué le ocurría y él me dijo que nada, y entonces empezó a hacerme un montón de preguntas sobre Anya y sobre el amor. En aquel momento yo estaba ya muy harto de tantas preguntas, y me pareció un poco extraño que fuera yo quien debiera quedarme en el hospital cuando era mamá la que no estaba bien, no yo, y que nadie hubiera venido a buscarme aún. Así pues, contesté a las preguntas de Ruen, aunque algunas eran muy raras.

Me preguntó:

—¿Cómo es el amor?

Y yo le contesté:

—Tendrás que preguntárselo a una chica.

Pero entonces pensé en mamá y en lo mucho que la quiero, y dije:

—Harías cualquier cosa por la persona que amas.

Entonces me quedé mirándolo fijamente un buen rato y lo comprendí todo.

—Tú quieres a Anya —dije.

—Decididamente no —repuso él.

—Claro que sí —dije riéndome—. Te gusta.

Mi amigo el demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora