La vida de una Kamisama (Pausada)

~Dia 4 del Kamuhakari~

Hoy me levante con un fuerte dolor de cabeza, que no me dejaba ni abrir los ojos...

-Yuu-sama... Creo que seria mejor que mandemos llamar a Ghinro-kun... *decía Inugami, el cual había estado conmigo desde primeras horas del día*

-N-no.. Estoy bien... No hace falta llamarlo... *le respondí intentando abrir los ojos*

-Pero.. yo no se como cuidar a un enfermo... *decía con preocupación*

-Solo dejame dormir un poco más... *le pedí*

-Como queráis... *dijo*

Le oí levantarse e irse de mi habitación, estaba cansada y el agotamiento podía conmigo.. Agotamiento por nada, me sentía ardiendo y por alguna razón lo único que venía a mi cabeza eran las caricias relajantes de Ghinro, por que solo podía pensar en él? Yo aun estaba enfadada y lo menos que quería era tener que estar al cuidado de él...

*POV INUGAMI*

Salí de la habitación de Yuu y me dirigí a prepararla la comida o mejor dicho pedir que se la hicieran pues no quiero que los demás familiares se burlen de mis buenas artes en la cocina. La preocupación en mi cara era evidente, pues parte de la brecha entre Ghinro y Yuu la había provocado yo con mis bromas, yo nunca quise que pasara esto solo los quería unir mas...

-Oe tu, no deberías preparar el desayuno de tu Kami? *me llamo la atención un familiar con orejas de zorro*

-Eh? Si, me esta ayudando uno de los conejos *le explique*

-Ya veo, dime tu nombre es? *me pregunto aquel familiar*

-Inugami! *le dije con entusiasmo* y tu?

-Tomoe, soy el familiar de Momozono Nanami *contesto condimentando el desayuno*

Tomoe? Nanami? Pero si es el el familiar de la Kami con la que quería hablar Yuu, debería decirle al respecto?..

-Perdona, etto Tomoe-dono, mi Kami quería conocer a Nanami-sama *le explique*

-Hablar con Nanami? Quien es tu Kami? *me pregunto*

-Yuu-sama *le conteste*

-Ya se conocerán trabajando *me contesto sirviendo el desayuno*

-No creo... *dije en voz baja*

-Por que crees que no se hablaran en el descanso, Inugami-dono? *pregunto señalándome la bandeja de desayuno que acaba de dejar a mi lado un conejo familiar*