² CARPE DIEM ━━ harry potter. . . 🇪🇸

𝟬𝟬𝟵. dementors on the train

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CARPE DIEM ── ◦'𖥸'◦ ── ACTO UNO
↳ ❛ ¿por qué se acaba de parar el tren? ❜︎
capítulo nueve ╱ ╱ 🏛🧺 ˚◞𑁍ﾟ

La lluvia arreciaba a medida que el tren avanzaba hacia el norte; las ventanillas eran ahora de un gris brillante que se oscurecía poco a poco, hasta que encendieron las luces que había a lo largo del pasillo y en el techo de los compartimentos. Celeste jugaba con sus uñas pintadas de cielo. La cabeza de Hermione descansaba sobre su hombro, echando una siesta. El movimiento del tren se detuvo y Harry sacó a Celeste de su aturdimiento.

—¿Q─Qué pasa? —preguntó Celeste con un suspiro—. ¿por qué se acaba de parar el tren? ¿Ya hemos llegado?

—No lo creo. . . No podemos haber llegado aún —contestó Hermione. Celeste frunció las cejas confundida y miró por la ventana.

—N─No veo nada —Celeste frunció aún más el ceño.

—Entonces, ¿por qué nos detenemos? —Ron hizo la pregunta de oro que todos querían saber. Harry asomó la cabeza fuera del compartimento seguido por Celeste.

Se dio cuenta de que las demás puertas del vagón se abrían para revelar las cabezas curiosas de los otros estudiantes que intentaban averiguar qué estaba pasando.

El tren se paró con una sacudida, y distintos golpes testimoniaron que algunos baúles se habían caído de los portaequipajes. A continuación, sin previo aviso, se apagaron todas las luces, dejando a Celeste aún más pegada a Harry.

—H─Harry...

—Quédate a mi lado —le susurró él ligeramente.

—¿Qué está pasando? —dijo la voz de Ron.

—¡Ay! —gritó Hermione—. ¡Eso era mi pie, Ron!

Celeste inmediatamente dividió su atención hacia su mejor amiga.

—Hermione, ¿estás bien?

—Algo se está moviendo ahí fuera. —dijo Ron—. Creo que está subiendo gente...

La Black se sentía como en una de esas películas muggles de terror.

Harry y Hermione empezaron a discutir sobre si tratar de encontrar a los demás o quedarse dentro del compartimento mientras Celeste entornaba los ojos para descifrar las figuras.

—¡Silencio! —dijo de repente la voz ronca de Remus, deteniendo a todos en sus conversaciones. Celeste tragó saliva y dio un paso atrás.

Celeste sonrió a Ron a pesar de la tensión.

—Ves Ronnie, te dije que no estaba muerto.

Remus se habría reído y se habría tomado el tiempo de ver bien a la chica si no tuviera tanta prisa.

—No os mováis —dijo él con la misma voz ronca, y se puso de pie, despacio. La puerta del compartimento se abrió lentamente antes de que Remus pudiera alcanzarla, revelando algo.

Celeste sintió un ligero mareo y náuseas.

Había una figura que se cernía sobre una cuna, frente a ella había dos mujeres, una rubia y la otra pelirroja.

—Por favor, no te los lleves, ni a Harry ni a Celeste —exclamó la pelirroja.

—Si les pones una mano encima─

—No tienes espacio para hablar... traidora. De tal marido tal mujer...debí haberlo sabido. No deberías haber elegido el lado equivocado, Reyna De Martel... ¡Hazte a un lado!

—Celeste... ¡CELESTE!

Remus se quedó helado y, por primera vez en años, el Lupin quiso derrumbarse desde el funeral. Esos ojos, podía reconocer esa inocencia infantil en cualquier lugar. Cualquiera podría decir que se trataba de la hija de Reyna por sus rasgos, la misma nariz de botón y los indicios de Veela. Por lo demás, todo lo demás, incluyendo sus ojos, le recordaba a la familia Black.

Celeste levantó la cabeza para encontrar a sus amigos inclinados en sus asientos mirándola con preocupación y a Harry dándole un mordisco a una barra de chocolate, con sus grandes ojos mirándola con ansiedad.

—¿Q─Qué ha pasado? Ese grito─

Harry se levantó de golpe de su sitio.

—¡¿Tú también lo has oído?!

—Sí...

—¿Qué era esa cosa? —preguntó Celeste a su futuro profesor de Defensa contra las Artes Oscuras.

Remus le tendió una tableta de chocolate.

—Toma, come un poco de chocolate, querida... Era un dementor, uno de los guardianes de Azkaban.

—¿E─Estaban en el tren? ¿Para qué exactamente?

—Lo más seguro es que estuvieran registrando el tren en busca de Sirius Black. Disculpadme, tengo que hablar con el maquinista... Pero... —Remus no terminó porque ya había salido por la puerta.

Mientras Remus iba por los pasillos, su corazón latía con fuerza y sus pensamientos se volvían locos. Hace unos minutos vio a los hijos de sus mejores amigos. Hacía trece años que no veía a Harry y a Celeste.

Debido a su condición, no se le permitió acogerlos.

Un mini James y una mini Reyna en Hogwarts, huérfanos. Deberían estar allí, y en su lugar estaban en ataúdes enterrados bajo tierra.

Los pobres James, Lily y Reyna eran demasiado jóvenes para morir. Puede que fueran jóvenes para ser padres, pero como cualquier otro, murieron protegiendo a los suyos hasta el último aliento.

Llegaron a Hogwarts en diez minutos. Celeste, Harry y Hermione fueron arrastrados por McGonagall para visitar a la señora Pomfrey.

—Este año ya ha empezado de forma espantosa —murmuró Celeste con desgana. Harry y Hermione le enviaron miradas tristes.

Celeste tenía tres parientes en Azkaban; tal vez cinco si contaba a Rodolphus y a Rabastan. Y el hecho de que uno de ellos escapara de allí la llevó al límite. Luego está su lado materno de la familia, donde su tío Jasper también se encuentra encerrado. Sirius Black asesinó a doce muggles según los viejos diarios El Profeta que encontró en los archivos de la biblioteca muggle. Incluso los muggles sabían quién era.

—Todo va a salir bien —aseguró Hermione.

—Lo dudo mucho... Quiero decir, ¿has visto lo que ha pasado en los últimos dos años?