El corazón de la bruja

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PRÓLOGO

Todos los 31 de diciembre el aquelarre era un autentico caos.

Todas las brujas corrían de aquí para allá preparándose para salir. Era la noche ideal para cometer diabluras. Las brujas utilizarían sus poderes por diversión. Los vampiros aprovecharían la borrachera de los mortales para alimentarse. Los demonios se divertirían creando el caos por doquier. Las ninfas encontrarían orgías en las que participar y las sirenas utilizarían su voz para conseguir cuanto quisieran.

En la noche en que el viejo año dejaba paso al nuevo, todo estaba permitido para todos.

El aquelarre estaba lleno de los gritos de las brujas. Todas escarbaban en sus armarios buscando los mejores vestidos. Y las que no lo encontraban salían corriendo hacia las tiendas que continuaban abiertas … o si no los creaban. Pero para eso hacia falta mucho talento como diseñadora.

Gabriel estaba sentada en el gran comedor del aquelarre junto a sus hermanas. En realidad no conocía a su familia. Las brujas de un mismo año de nacimiento se consideran hermanas entre sí. Juntas se reían de las locuras que realizaban el resto de su peculiar familia.

Normalmente la televisión nunca se apagaba allí, pero en este momento era mucho mas divertido escuchar los gritos desde las habitaciones.

- ¡ Ese vestido es mío!

- ¡ Esos son mis zapatos!

Y después de ello se escuchaba la tremenda pelea entre brujas. Gabriel y sus tres hermanas no podían parar de reír a carcajadas. Por suerte ellas cuatro llevaban preparando esa noche un mes entero. Y ahora todas sus compras estaban bien escondidas lejos del alcance de sus alocadas tías.

- ¿Habéis visto a la tía Emma poniendo el pelo verde a tía Lis? - Amber espiaba desde el pie de las escaleras las habitaciones.

- Cada año es de un color distinto. El año se lo puso fucsia - volvieron a reírse a carcajadas.

- Al menos este año no han dado vida a ningún traje - dijo Gabriel.

- No. Pero esta mañana conjuraron a los espectros sin querer - Escarlata danzaba alrededor de sus hermanas.

- Si - asintió Amy - y no querían irse sin cortarnos el pelo a mi y a Escarlata.

Escarlata sintió un escalofrío recorrer su espalda al acordarse de ello.

Algunas de sus tías bajaron corriendo las escaleras hacia la cocina. Seguramente empezarían una guerra de comida, así que ellas subieron a la habitación de Amber y se encerraron allí.

- ¿Qué habéis pensado hacer esta noche? - preguntó Amber mientras comenzaba a sacar las bolsas de ropa del cajón secreto de su armario.

Gabriel empezó a sacar sus cosas de las bolsas y a ordenarlas sobre la cama.

- Podríamos apuntarnos al plan de las ninfas.

- ¿Ahora te gustan las orgías Gabriel? - Escarlata también buscó sus bolsas.

- No lo sé. Pero por probar no pierdo nada - contestó ella guiñando un ojo y moviendo su largo pelo azabache.

Un nuevo coro de risas salió de la habitación mientras las hermanas comenzaban a arreglarse.

…………………………………

Unas horas después estaban caminando hacia

Times Square. El fin de año ya no tardaría nada en llegar y después se desataría el caos para los que no eran humanos.

Las cuatro hermanas se mezclaron con la multitud a la espera de que bajara la bola. El ambiente estaba ya animado. Gabriel y Escarlata distinguieron varios vampiros entre la multitud.

- Esto esta lleno de inmortales ya - dijo Amy mirando a su alrededor.

Las cuatro aun no eran inmortales. No habían alcanzado físicamente el punto mas fuerte de su vida, y hasta entonces no dejarían de ser mortales.

- Es cierto. Allí están los vampiros. Al otro lado las sirenas … ¿y esos que son?- preguntó Escarlata girando sobre sí misma

Todas miraron hacia donde señalaba.

- Bien - Amber empezó a analizarles con la mirada - tienen cuerpo de demonio. Altos, musculosos, irresistiblemente atractivos, absolutamente masculinos … Demonios, esta claro.

- No - respondió Gabriel mirándolos fijamente - observa su boca. Tienen colmillos.

- Eso es imposible - dijo Amber dándose la vuelta y dando el asunto por zanjado - o son vampiros o demonios.

- yo creo que pueden ser las dos cosas - intervino Amy

- ¿Y qué serian? - preguntó Escarlata mientras seguían andando para ver caer la bola- ¿Vampios? ¿Demopiros?

- Dempiros suena mejor - zanjó Gabriel.

Y sin dirigirles una nueva mirada las hermanas se dirigieron al corazón de Times Square.

……………………………

Mikahil y sus compañeros se encontraban fuera de lugar entre tanta gente. Después de tantos años de guerra contra los demonios del hielo era extraño estar en un ambiente que no fuese bélico.

Por hábito, él y sus generales escaneaban su alrededor buscando posibles peligros.

- Esto es una pérdida de tiempo - gruñó Lander, uno de los guerreros.

Mikahil no dijo nada, aunque estaba completamente de acuerdo con él. Pero el rey les habia ordena ir allí para … ¿Cómo había dicho? Relajarse. Pero no se sentía relajado. Para alguien como ellos no era posible relajarse fácilmente fuera de su dimensión.

Ellos, el rey, el ejercito, todos los habitantes de la dimensión de Ataliska eran medio vampiros medio demonios. Una peligrosa combinación. Para ellos era imposible relajarse allí.

En eso estaba pensando cuando un grupo de brujas entró en su campo de visión. Normalmente no les habría dedicado un segundo vistazo, pero una de las brujas con un largo cabello negro y un ajustado vestido rojo llamó su atención. Ellas hablaron unos momentos mirando hacia ellos y después se alejaron.

Mikahil no pudo evitar fijarse en el movimiento de caderas de la morena al alejarse. Definitivamente, llevaba demasiado tiempo sin una mujer.

A su lado, Lander volvió a hablar.

-Pensándolo bien, nos hace falta relajarnos - dijo palmeando su espalda - quizá deberíamos seguir a esas preciosas.

El resto de sus compañeros asintió con gruñidos. Mikahil no pudo ocultar una sonrisa traviesa.

- La morena es mía.

…………………………………………

- ¿Has visto que los dempiros nos siguen? - preguntó Escarlata colocándose su melena rojo sangre.

Gabriel miró hacia atrás. Era cierto. El grupo de dempiros las seguía. Y a la cabeza iba el más atractivo de ellos. Y la estaba mirando.

Gabriel sintió como se encendía casi instantáneamente. Llevaba demasiado sin un hombre. Definitivamente necesitaba uno. ¿Por qué no el dempiro?

La multitud aumentó y ya no pudieron seguir caminando. Todas las brujas habían notado la presencia de los cuatro dempiros. Y ellos se detuvieron justo detrás de ellas.

La multitud terminó por aplastar los dos grupos que formaban. Gabriel sintió que su espalda se presionaba contra el pecho de ese desconocido que la había excitado sólo con una mirada.

No le miró. Quizá le desease, pero no por ello iba a ponerle las cosas fáciles. Y él estaba interesado. Notaba como su inflamada entrepierna presionaba la parte baja de su espalda. Era realmente alto.

La bola comenzó a caer. La tradición mandaba que se diese un beso. Y ella sabia exactamente a quien iba a dárselo.

El corazón de la brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora