CAPITULO 16
5 meses después.
La pesada cadena que tenía atada al cuello le asfixiaba. Cuando se la pusieron le iba justa a su tamaño, pero desde entonces había pasado mucho tiempo y ahora que tenía casi su tamaño adulto estaba demasiado ceñida.
La gruesa cadena tenía su extremo opuesto enterrado en el suelo, a una profundidad adecuada que, junto con el bloque de piedra al que suponía que estuviera atada, hacía imposible que pudiera arrancarla.
Y romperla tampoco era una opción. Demasiado gruesa, y además estaba reforzada por algún tipo de magia, suponía.
Sable, cuya altura era tal que su cabeza ya superaba la de los demonios de hielo más altos, se paseaba furioso por el pequeño perímetro que su cadena permitía.
Cuando despertó de su letargo tiempo atrás, después de que estas criaturas se atrevieron a secuestrarlo a él y a su ama, un demonio del hielo había venido a amenazarlo con que se portara bien y todas esas tonterías que dicen los hombres cuando pretenden hacerse los duros.
Y después, el maloliente demonio se había atrevido a amenazar a su ama. Lo sabía gracias a su vínculo mental con Gabriel. Ella estaba tan asustada que sin querer trató de refugiarse en su mente y entonces pudo escuchar toda la conversación.
El demonio mira-que-duro-y-malo-soy había amenazado a Gabriel con matarlo a él. ¡Qué prepotente! Como si fuera tan fácil de matar.
Era un galeus. De los pocos errores que cometía, aprendía a evitarlos sin remedio. Ningún dardo podría alcanzarlo ahora. Y no era porque no lo hubieran intentado. Pero su excelente oído ahora podía detectar el sonido de un dardo al ser lanzado, o incluso cargado, por lo que esquivarlos no era un problema ya.
Sin nada mejor que hacer, se sentó y de nuevo estudió su entorno.
Se encontraba, en lo que suponía, era el patio central de un castillo. Todo se comunicaba por ese enorme patio. Los sirvientes pasaban todo el dia de un lado para otro haciendo sus aburridas tareas. Los soldados siempre tenían alguna guardia en él, por tanto estaba vigilado a cada instante del día o de la noche.
Al menos un mínimo de inteligencia tenía que reconocerles. Si no lo tuvieran vigilado a cada momento ya habría sacado el bloque de piedra, se habría apañado para librarse y todo el castillo lloraría sangre.
Un poco fatigado por la falta de oxígeno, terminó por echarse sobre la tierra seca bajo él. Descansó la visa y con ello su oído se agudizó aún más.
Escuchaba la actividad, el ir y venir por el patio, en busca de alguna información relevante que le condujera a la libertad, a Gabriel y a lograr desgarrar la garganta de cuanto demonio-color-pitufo que se le cruzara por delante.
………………
Gabriel cargaba fatigada con una tripa de embarazada, anormalmente grande para ser de seis meses, mientras fregaba de rodillas el suelo de la entrada del palacio.
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El corazón de la bruja
ParanormalneA sus 19 años, Gabriel no es la bruja más brillante de su aquelarre. Sus poderes están atados dentro de ella más fuerte que en sus hermanas. En la noche de fin de año conoce a Mikahil, el líder del ejercito dempiro, y entre ellos surge una fuerte a...