Capitulo 18.

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CAPITULO 18

La comida era sagrada.

Sagradísima.

Ningún momento era malo para ponerse a comer.

Absolutamente ninguno.

Esos eran los pensamientos de Lander mientras asaba una salchicha en el patio del castillo-hoguera. A decir verdad, el incendio le venía de perlas, así se ahorraba el tiempo de encender fuego él mismo para comer mientras esperaba al loco de su amigo.

Usando una enorme piedra lejos de las llamas a modo de asiento, Lander se dispuso a comer su pequeño y crujiente banquete. Era una delicia dejar de comer la porquería de comida que se come en la guerra y sus respectivas provisiones.

¿Por qué no las había comido antes? Porque entonces habría tenido que compartirlas con el resto de camaradas. Era bueno y simpático, pero no era tan tonto como para compartir sus suculencias.

Mikahil apareció en el patio cuando terminaba su último, delicioso y sabroso bocado. Abanicó con sus manos el aire para disipar el rico olor de su salchicha y puso su mejor sonrisa inocente mientras el dempiro se acercaba a él con paso derrotado, mirando al suelo pero sin verlo realmente.

- ¿Y bien, que tal te ha ido? – preguntó batiendo sus pestañas cual quinceañera humana.

Mikahil solo le echó una mirada antes de derrumbarse en el suelo.

- Eres un payaso Lander – dijo mientras se cubría los ojos con su antebrazo – nunca cambiarás.

El demonio simplemente se encogió de brazos sin parecer nada ofendido.

- Me amas tal y como soy cariño, no te hagas el duro – contestó imitando una acaramelada voz femenina.

En otro momento Mikahil se habría metido con él hasta la saciedad por su arrebato femenino, pero en ese momento, tras haber perdido de nuevo a su destinada, no tenía ni fuerzas ni ganas.

Se sentía derrotado, hundido, sin razón de vivir.

Su destinada con toda seguridad había ardido en algún punto del castillo. Sabía que estaba en shock, su propia mente le estaba protegiendo del dolor de ese conocimiento hasta que pudiera hacer frente a él.

Bien, se mantendría ocupado hasta entonces pensando de qué forma morir.

Era muy simple.

Cuando tu destinada se marcha, tú la sigues. No importa a donde sea. Tu lugar está junto a ella.

Lander se levantó y contempló un segundo el castillo en llamas antes de girarse y dar una suave patada a su amigo.

El corazón de la brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora