Capítulo 14.

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CAPITULO 14

Un mes después…

“… y entonces el caballero de brillante armadura montó sobre su caballo y salió al galope de la fortaleza en llamas, llevando entre sus brazos a su querida princesa. No tardaron en casarse, y durante muchos años vivieron tan felices que cuando dejaron este mundo lo hicieron juntos y con una sonrisa. Siempre juntos, en esta y en la otra vida.”

Gabriel aplaudía alegremente mientras Lihma terminaba su libro de cuentos, feliz de poner hacerlo sin que nadie tuviera ya que corregirla.

­-¿Qué te parece? – dijo la bruja con una sonrisa en la cara – ¡y tú que decías que no lo lograrías en la vida!

La diablesa parecía más feliz que nunca. No tenía palabras para agradecer a Gabriel todo lo que había hecho por ella.

- Parece que ha pasado una eternidad desde que lo comencé – acariciaba el pequeño libro de cuentos con cariño.

Gabriel no dijo nada mientras veía como Lihma estaba perdida en su propio mundo. En el último mes había dado un gran cambio para mejor.

Comenzó a jugar con su pulsera de piedra brillante mientras recordaba cómo había conocido realmente a la diablesa

Volvía llorando a su habitación pues no había llegado a tiempo para hablar con Mikahil cuando Lihma había llegado a ella llorando más desconsolada aún que ella. Entonces ira la había invadido y formó en su mano una bola de fuego para destruir a esa asquerosa criatura, porque no podía olvidar que ella era “la otra”. Apunto estaba de lanzar esa bola de fuego para borrar a esa mujer cuando ella calló a sus pies din fuerzas, farfullando algo de… ayudando… Mikahil… a leer… no podré volver…  Y no supo porqué, pero la bola de fuego desapareció y escuchó a esa pobre niña. Y el resto es historia.

Gabriel salió de su ensoñación cuando escuchó que la puerta principal se cerraba.

- Lihma, creo que tu profesor de matemáticas acaba de llegar.

Entonces la diablesa sonrió y salió corriendo para dar su clase diaria, no sin antes despedirse de ella desde la puerta de la terraza.

Entonces se dedicó a seguir comiendo tranquilamente su desayuno de tostadas con mermelada de piña. No podía parar de tomarlas últimamente, se volvía loca por ellas.

- Señora – Gabriel se dio la vuelta para ver a la cocinera con unos papeles entre las manos - ¿Puedo sentarme un momento, señora?

- ¡Mira! ¡Por supuesto que si! – exclamó mientras se movía en el asiento para que la anciana mujer se sentase junto a ella.

Mira se sentó con una facilidad sorprendente para alguien de su edad. Pero claro, era una diablesa de casi tres milenios de edad. Las apariencias engañaban.

- Ha llegado esto en la mañana – dijo suavemente mostrando los papeles que traía – Son los informes del avance de la guerra. He pensado que querría verlos.

El corazón de la brujaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora