Capítulo 24

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Aidan

Es increíble cómo las acciones o problemas de otras personas pueden cambiar su humor; completamente.

Kevin siempre a querido dar todo por Julieta, pero justo ahora podría perderlo todo con sus acciones.

Quiero a mi amigo y por eso es que  siento que debo ayudarlo antes de que pueda cometer un gran error.

Y no puedo seguir aquí, debo ir detrás de él.

Pero tampoco puedo dejarlas.

–Hay que seguirlo.–Hablé.

Por suerte ninguna de las dos chicas dijo nada y caminaron detrás de mi hacia la salida.

Por cosa del destino yo había traído mi auto así que Kevin de había ido en el suyo.

Michell se subió en la parte detrás y Julieta a mi derecha.

Ambas chicas notaban nervios en su rostro, pero Julieta en su mirada reflejaba además culpabilidad.

¿Qué clase de padre podría tener ella?

Y ¿acaso ése sujeto no sabe en que siglo estamos?

Casar a alguien por obligación es una estupidez.

Con rapidez encendí y aceleré el auto.

–Es mi culpa.– Escuché a la chica a mi lado.

No cariño, no lo es...

–¡Hey!  ¿Tranquila si? Estoy segura que no pasará nada.– La ánimo su amiga.

A lo que Julieta asintió sin tanta seguridad.

Recordaba con exactitud la casa de ella, aunque sólo había estado dos veces acá, para mí era imposible olvidar esta dirección, por alguna extraña razón.

No tardamos mucho en llegar al lugar. A lo lejos visualice el auto de mi amigo pero al acércame un poco más, mi ojos vieron una escena que deseé que no se hiciera realidad.

Detuve el auto y salí da allí lo más rápido que pude. Justo en el jardín estaba Kevin, encima del que supongo que es el padre de Julieta. Lo estaba matando a golpes.

–¡Vamos! ¡Defiendete! Eres un maldito cobarde. ¡¿Cómo puedes hacerle eso a tu hija?! ¡Es tú hija, no un objeto!– Le gritó Kevin.

Levanté a Kevin lejos del otro sujeto.

–¡Joder! Kevin déjalo ya.

–¡No! ¡Suéltame Aidan!

Kevin se movía en mis brazos cómo un perro rabioso. Estaba sorprendido por la fuerza que mi amigo hacía, pero aún así se le hacía difícil soltarse.

El padre de Julieta aún seguía en el suelo con el rostro ensagrentado. Kevin si le había dado una buena golpiza.

Vi a Julieta confundida en no saber a quien auxiliar, con una pequeña seña le hice saber qué Kevin estaba bien.

Caminó hacía su padre llevándose una fuerte impresión. Intentó tocarlo pero éste la esquivo.

–¡Tú a mi no me toques!–Escupio con furia.

Y ella se alejó con un gran temor.

Cómo si por dentro supiera lo que después vendría.

No puedo negar la rabia que siento a ése acto hacia ella.

–¿Cómo carajos puedes causar eso en ella?–Volvió a hablarle Kevin a el con enojo.– ¿No te importa tú hija, imbécil?

–¿Que me mierda te importa? ¿A caso te la cojes? Dime algo: ¿Julieta vale la pena para que te rebajes a éste nivel? O ¿Es una puta cara?– La sonrisa llena de sangre que soltó luego de haber dicho eso, dieron ganas de esta ves si de matarlo.

Julieta,  La Chica SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora