Capítulo 34

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El divorcio entre mamá y mi padre ya era un total hecho. Sentía un poco de alivio al saber que   estará más en casa, pero se me hacía difícil imaginarme en sacarlo de mi vida completamente. Era mi padre, aún con sus errores, él lo seguía siendo. Aunque desde hace años para él ya yo no era su hija. Extraño a mi padre; al hombre que me leía cuentos, me besaba mi frente, el que me enseñó a montar bicicleta y al que algunas veces se dejaba maquillar por mi.

Fue tan difícil y doloroso despertar un  día y saber que dos de los hombres de tú vida has perdido. Y es que cuándo más necesité del amor de papá, él ya me estaba odiando.

A veces quisiera retroceder el tiempo y no haber nunca llamar a Elio, ése dia de mi cumpleaños, si no lo fuera hecho, papá estuviera con él su hermano. Y yo los tendría a los.

Añoro y deseo que alguna vez papá pueda perdonarme.

Perdonar a esa niña.

—¿Julieta, estás escuchandome?— Volteé a mirar a Michelle.

—Sí claro. — Menti.

—Te decía que hoy tendremos que caminar a casa. Mi auto se ha dañado, y hasta que no muestre mis calificaciones, no lo arreglarán.

—¿Justo cuándo la brisa está más fría?

El invierno ya se acercaba, sólo faltaba un mes para navidad, lo que significa vacaciones y mucha nieve.

—¡Pues entonces dile a tú italiano que nos lleve a casa!

—Hoy tenía examen así que será difícil que lo haga. — Hablé sin darme cuenta.  Mi amiga subió su ceja.

—Entonces...¿ Si es oficial?

—¿Oficial que?

—¡Que están juntos! — Chillo emocionada.

—No no no. — Negué rápidamente. — Sólo hablamos, okay.

Era cierto. Últimamente nos hemos estado comunicando y sólo pocas veces hemos quedado para caminar o comer helado. Estupidez humana nunca fue tan estupido cómo pensé, Aidan era interesante.

—¿Entonces porque te has sonrojado? —Me preguntó.

—¡Tú sueles ponerme nerviosa con tus preguntas! — Me excuse.

—Claroooo.

Rei y seguimos caminando.

Un auto se detuvo al lado de nosotras, al bajar la ventanilla, reconocí al conductor.

—¡Hola, Julieta.! — Era el chico nuevo que trabajaba con papá.

—Hola.

—¿No crees que hace frío para caminar?

—Eso mismo dije yo. — Mire a Michelle.

—¿Les parece si les doy un aventón a tú casa? — Preguntó.

Lo dudé pero el frío que hacía acá afuera era demasiado.

—¡Claro! — Acepté.

—¿Segura?— Me preguntó Michelle.

——Trabaja con papá.— Respondí y ella asintió en silencio, subiendo al auto.

Ya estando ambas adentro Jacxon empezó a manejar.

Verlo a él me hacía recordar a Hendrik, ya que desde que lo conozco no ha hecho más que sonreirme.

—¿Y bien que tal la escuela? — Preguntó.

Julieta,  La Chica SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora