Capítulo 42

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Aidan

Julieta había cambiando mi forma de ver el mundo, Julieta había llegado a mi vida para mirarme a los ojos y decime que él puto karma existía, y lo vivía en cada beso, cada abrazo y en cada suspiro de ella en mis brazos.

Y yo me había enamorado de mi karma.

Amaba cada maldita cosa de ella y de igual forma me odiaba a mi por haberla lastimado tanto.

¿Cómo se supone que le dices al amor de tú vida, que por tú culpa, su vida a sido desastrosa?

Muchas veces quise alejarla de mi para no lastimarla aún más, pero no caí en cuenta que perdiendola a ella, me perdería a mi mismo. Porque lo acepto, mi vida no sería vida sin ésa odiosa mocosa.

Cuándo más quise protegerla todo se salió de mis manos y terminó dañandola aún más.

El día que Julieta decidió dejarme en el jardín de su casa, quise entenderla y decirle que fue lo mejor que hizo en su vida. Pero por dentro me sentí cómo un niño pequeño cuándo siente temor y está solo.

¿Qué cómo han Sido éstos días sin ella?

Un balazo duele menos.

Pero mientras me moría por dentro, debía continuar de pie y encontrar al maldito de Jaxon y asesinarlo con mis propias manos.

Jaxon había desaparecido de la ciudad, ni Danillo sabía de su paradero. Y eso me inquietaba más.

—¿Hay algo que quieres decirme? —Danillo se acercó a mi expirando el humo de su cigarrillo.

—No. —Respondi.

Sonrío de forma sarcástico, sacando de su bolsillo un arma, apuntando mi frente.

—¿Seguro? —Preguntó una vez más.

—¿Que quieres saber realmente, Danillo?

Me miró a los ojos y respondió.

—Dejemos que mejor no los cuente él.

Fruncí mi ceño sin entender nada. Hasta que unos pasos se escucharon acercándose más y fue allí cuándo lo ví entrar.

—Hola, Aidan.

La presencia de Jaxon hizo que la furia que tenía en mi cuerpo desde días atrás se liberara con tan sólo escuchar su maldita voz. Coloqué mis manos en puño dispuesto a lanzarme hacía el de una vez por todas, pero no fue hasta que me di cuenta que dos hombre más me detuvieron mientras que Danillo seguía apuntandome.

—Bien, Jaxon, habla de una vez por toda antes que me arrepienta y los asesine a los dos en éste momento.

Jaxon se cruzó de brazos y me sonrió burlosamente.

—Aidan se enamoró de la estúpida sobrina de aquél idiota. Él nunca intentó matar a ésa familia, siempre estuvo de su lado. 

—¡Ni sé te ocurra si quiera nombrarla! —Gruñi.

—¿O qué? —Se burló.

—¡Voy a matarte! — Intenté nuevamente romperle la cara pero me detuvieron golpeando mi estómago.

—Siempre esperé mucho de ti, Aidan. Nunca imaginé una traición cómo esta. Esperé más de tí ¿Sabes? Te enamoraste, Aidan. Y eso está totalmente prohibido.

—Es mi puto asunto.

—¿Si? ¿Y cómo piensas explicarle que tú asesinaste a su tío? — La risa de Jaxon llegó a mis oídos. — ¿De verdad crees que ella te perdonará?

Julieta,  La Chica SuicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora