ITengo hambre
en los estómagos de mis hambrunas.
Hambre en mi boca por querer digerir
la dulzura de tus labios tan empalagosos,
como la leche de las flores, como las uvas.Tengo hambre
en mis pulmones por querer respirar
el aroma de tus pechos blancos, bruñidos,
esféricos e interesantes como la bruma.
Hambre de tus pezones, de tu latido,
de los movimientos de tu cintura.Tengo hambre
en mis ojos por contemplarte
las ojeras que te deja el sueño.
Hambre de tu locura, de tu
querer de ser querida, de
lo enigmático de tu sexo.Hay hambre en mis manos:
Ansias por arder en las llamas
de tus muslos siendo quemados,
por el roce de mis uñas en escena.Hambre de mi alma por tu alma,
hambre por la actitud de tu entrega.Tengo hambre de tu existencia, de tu divinidad,
de ti amor, de ti. Cómo el tiempo tiene hambre
de la ceniza de los recuerdos, cómo el océano
que siempre se la pasa devorando el Orión,
cómo el espejo que se come detrás de sus
cristales, los rostros, cómo las verdosas
plantas que no
pueden dejar el hambre
que sienten, por la luz del Sol.Sé que nunca ha de acabarse
este hambre de ti: Cada noche la habré
de saciar, más no para siempre: Pues
andas siempre en el crujir de mis
entrañas, como si fueras sobre
mi espalda: La muerte.Tengo hambre de tus risas,
de tus malcriadesas, de tus
aperitivos. Tengo hambre de
ti, de todo lo que eres, y de
todo, todo lo que has sido.II
Este apetito voraz que poseo
hacia ti, no va a menguar nunca.
Va a permanecer en mí, como la
blancura en la misteriosa luna.
Te has convertido, amor, en ese
alimento que teje mi semblante:
¿Cómo se supone que pase un día
sin siquiera poder probarte, un
minuto sin sentirte cerca, ya que
hasta de sentirte, tengo hambre?De tu compañía, de tu respaldo, de tu mano
tomada de la mía, del caminar juntos por
donde caminan los enamorados perdidos,
de mis manos abrazándote de espaldas,de mi boca susurrándole a tu oído:
Amor, no te vayas, sé mi calor en
el frío, sé el banquete en las penas y
el camino que va mojando el rocío.Oh, amor vicioso, amada mía,
mi alma hambrienta de tu sabor,
te desea a cada instante, a cada día.
Como no ha de desearte, como no he
de desearte yo, si me sabes a todo lo
que no se puede contener mi vida:
Me sabes a la sal del mar sacada,a la frescura de la brisa en primavera.
Me sabes a gracia cuando estás contenta,
a azufre, cuando estás enojada. Me sabesa la dulzura de tu nombre,
que parece estar hecho de
higo. Me sabes a tiempo, a
hojas, a frutas, a ocasos,
a frenesíes de pronto olvido.Me sabes a tu aroma de jazmín,
de alborada, de especias en el aire.
Me sabes algunas veces (casi siempre)
a todo: A piedras, libros, trigales (...)Tengo hambre de tus risas,
de tus malcriadesas, de tus
aperitivos. Tengo hambre de
ti, de todo lo que eres, y de
todo, todo lo que has sido.