Pequeñas victorias

941 82 6
                                    

PERCY

Luego de dejar a Artemisa y sus cazadoras me di cuenta de una cosa un poco graciosa, que tal vez me costaría la cabeza si es que llegara a decírselos: avanzaban demasiado lento. No podía culparlas demasiado, porque tenían algunas cazadoras heridas, pero solo avanzamos un poco más lejos del jardín de las Hespérides, un tramo que a mí me hubiera costado solamente un par de horas al paso que yo mantenía en este viaje... pero jamás me atrevería a decírselos, a menos que tuviera un deseo de muerte.

Mi mente divago en las cosas que habían pasado en este periodo de tiempo. Me entere que mi verdadero padre no había muerto realmente sino que era un dios griego... llamado Poseidón. Quiero decir es uno de los 3 grandes! Se supone que debo sentirme especial o tal vez mi vida corre más peligro que la de cualquier otro? Sea como sea fue la razón por la cual Poseidón se acercó a mí la que no me ha dejado del todo tranquilo, dijo que buscaba asegurar mi futuro, pero no estoy seguro de que sea eso, sino más bien quiere asegurar el suyo propio, porque los mortales somos mortales justamente por eso... en algún momento fallecemos... pero los inmortales solo quieren asegurar su permanencia a través de los siglos. La sola idea me enfureció un poco, porque sentía que era un títere de mi propio padre... y yo no quería ser tratado de esa forma. Cuando hablaba con Poseidón en el lugar que él me indico pude aprender un poco más acerca de los dioses, algunas cosas ya las sabia por mi madre quien se encargó de pasarme un poco de conocimiento. Los problemas que el Olimpo tenía eran mucho más complicados que las guerras y el peligro de extinción, el problema era que cada uno pensaba en sí mismo y en guardar sus intereses, empezando por el propio Zeus, quien era capaz de matar a los hijos de cualquier dios que pudiera significar una amenaza para reinado.

Encontrarme a Artemisa y sus cazadoras fue sin duda la mejor parte de mi viaje, llegue a pensar que en principio no saber quién era fue bueno porque me evito temerle demasiado y poder comportarme de manera natural. La gente decía muchas cosas sobre ella... que era una diosa soberbia y arrogante que odiaba a cuanto hombre veía... creo que empezando desde su propio hermano. Tal vez esa arrogancia solo era una pared para no mostrar una debilidad o para mostrarse tal como es delante de las personas incorrectas que podrían buscar sacar algún provecho de ella. De hecho, pienso que es una diosa agradable... obviamente no podría decir que somos amigos... pero... tal vez logré hallar gracia ante sus ojos lo suficiente como para no sufrir el destino que otros hombres han sufrido en sus manos. Estar un poco más cerca de las cazadoras también me hizo comprender por fin porque es que son como son... habían muchas chicas dañadas... que me miraban con recelo como si tuvieran miedo tan solo a la presencia de un hombre y eso me dejo un poco aterrado de solo pensar en lo que las habría llevado a tener ese recelo tan intenso.

El caso de Phoebe fue complemente increíble... yo jamás pensé que una cazadora siquiera se preocuparía por un hombre... y menos por mí. Decir que me sorprendí es poco, y más aún se sorprendió Artemisa. Ella miraba con ojos saltones como Phoebe se ocupaba de curarme... a pesar de ser una hija de Ares... lo cual tiene sentido por su carácter recio y frio... pero sin embargo se tomó el tiempo para curar mi herida de manera detallada. Su historia fue otro punto que me hizo apreciar el haber conocido a las cazadoras. Ella no siempre odio a los hombre... de hecho tenía un hermano... pero la experiencia aterradora de buscar ayuda solo para caer en la desilusión de que sea demasiado tarde es algo con lo que no muchos pueden llegar a superar. Y ella no lo había superado del todo. Pero sin duda se había ganado mi respeto y admiración.

El poco tiempo que tuve para hablar con Artemisa, cuando no estaba siendo asediado por las preguntas de las cazadoras sobre la vida en Esparta y el entrenamiento al cual éramos sometidos, me abrió los ojos sobre algunas cosas que habían estado pasando y por qué ellas estaban cerca de la ruta secreta que conduce a las termopilas. Ellas habían sido asignadas por el Olimpo para proteger ese camino y esos perros y orcos eran parte del ejército persa, quienes habían incurrido en prácticas oscuras y tenían a su servicio algunos monstruos extraños como los que pudimos ver con Artemisa. Según me dijo la diosa de la caza, no tendríamos más problemas con incursiones persas, ya que finalmente estaban movilizando su ejército para intentar conquistar Grecia... Pero el problema es que ellas eran reubicadas a las afueras de Esparta ya que no podían intervenir en asuntos humanos como las guerras, los semidioses eran el medio por el cual los dioses lograban evadir las leyes antiguas e intervenir en el curso de los eventos. Me explico que hay algunos otros semidioses no reclamados entre nuestras filas y que tal vez los dioses nos ayudarían a ganar esta guerra usando a esos semidioses. La sola palabra usando me hacía enojar sobremanera.

Un héroe de otra épocaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora