Noche 22

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El silencio, la ceguera y el dolor lo apuñalaban, cosas del amor que es un suicida con ganas de compañia.

Tenía ganas de dejar volar su alma hacia la noche y que la luz de la luna acariciara sus mejillas, que el viento fuera su guía y lo llevara lejos, allá donde la vida es simple y los pensamientos mudos gritan.

La mejor navaja para aliviar el dolor es la pluma sobre el papel.

El Hombre de las EstacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora