Noche 18

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La libertad del viento, la destrucción del fuego y la serenidad del mar, tan eterea al moverse entre los otros, un sueño que se empeña en parecer pesadilla, una Navaja de cristal a la sombra de un mayor titiritero, sin mas tomo su mano en esta pieza que usted misma eligió para ese lado sucio que ha decidido usar como muralla entre estos ojos desean esa parte que renegó al cortejar la muerte por la perdida de identidad.

Tomad mi mano sin temor, prometo no mudar mis escamas entre giros, pues no deseo el daño de quien en mi causó una vez admiracion.

Y aqui estamos, juntos, danzando una vez mas en bandos contrarios, este ciclo de sol y luna, principio y fin, la vida que no elegimos y el final que no esperamos, eternos esclavos.

En este vals de mascaras dejo de lado la mia y me muestro como soy, humano, imperfecto, defectuoso, roto... Conceptos gastados pero no por ello menos reales y dolorosos... Heme aquí, siendo anticuado y honesto al mismo tiempo, eres daga, yo veneno.

El dolor es una carga que nos hace fuerte pero nos vuelve locos, no cargues sola, deja que alivie al menos algo del peso que la guadaña segadora ha puesto en tus hombros.

La daga envenenada es mas efectiva, y el baile para dos se disfruta mas...

El Hombre de las EstacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora