Noche 32

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Carta de un suicida arrepentido.

Lo siento si pedí mi muerte apresurada, el final suena tan dulce a veces que muchos vamos como hormigas a su trampa, pero no esta vez.

¿Por qué negarme el brillo del futuro? Ese que se esconde tras la oscura envoltura de la incertidumbre y alimenta más mi curiosidad que mis heridas.

No, esta noche decido vivir, bailar sobre el cadáver de mil sueños rotos y marchar hacia delante con mis lágrimas convertidas en lanzas congeladas, mi alma desnuda con tus puñales cual estacas dé una Barricada. Te advierto, por el calor que alguna vez tus ojos sembraron en mi interior, no te acerques, pretendo volverte un medio para un fin en mi marcha hacia el infierno.

El Hombre de las EstacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora