CAPÍTULO 3

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Eda:

Era una profesional.

A lo largo de todos mis años en el mundo del modelaje jamás había recibido una sola queja, y esta vez no sería la primera.
No la sería porque Serkan Bolat también era un profesional, y durante estos tres días solo había estado haciendo su trabajo de la misma forma en la que yo hacía el mío.
Lo único que necesitaba hacer era sacar a la luz toda esa paciencia que sabía que tenía para poder ignorar su presencia de la misma forma que ignoraba la de todo el equipo que nos rodeaba en medio de cualquier sesión de fotos.

El problema es que después de tres días a su lado había llegado a la conclusión de que era imposible vivir en el mismo mundo que Serkan y mantener esa tranquilidad interior que necesitaba para poder concentrarme en mi trabajo.
No es que él haya sido especialmente invasivo o entrometido, al contrario, había mantenido un espacio entre ambos y todo había quedado en algo completamente profesional. No más besos en las manos para dar las buenas noches o conversaciones donde podía darme a entender que veía más allá de lo que mostraba. Y aún así, no era capaz de sacarlo de mi mente ni un solo segundo, ni siquiera en sueños conseguía dejarme tranquila.

Así que sí, me molestaba verlo sentado en una de las mesas más alejadas del restaurante con una mujer que no era yo.
Cada día, Melo se había sentado a su lado con largas charlas que moría por escuchar, risas entrecortadas y golpes amistosos que deseaba que fuesen míos. Aunque, ser amigos y Serkan, no eran palabras que podían ir unidas en mi vocabulario.

- Presta atención a lo que te dice Deniz si no quieres que tenga uno de sus ataques de nervios- Ceren me susurró al darse cuenta que no podía apartar la mirada del sofá donde estaba sentado mi guardaespaldas-
- Eso intento, pero no me lo pone nada fácil- y no tenía sentido lo que decía porque Serkan no estaba haciendo nada fuera de lo común-

Tan sólo estaba sentado en uno de lo sillones que había cerca de la gran mesa de trabajo dónde nos encontrábamos Ceren, Deniz y yo. El problema era Melo y su sonrisa amistosa mientras tomaban café, así que sí, no podía dejar de mirar en su dirección aún sabiendo que tenía que estar concentrada en la reunión.
¡Pero no podía! La presencia de Serkan en la misma habitación que yo conseguía erizar cada poro de mi piel, era inevitable, y lo odiaba por ello.

- ¿Entonces que te parece esta nueva técnica de edición?- la voz de Deniz consiguió devolverme a mis sentidos y volví a prestar atención-
- Me parece perfecta- mi respuesta tuvo que ser la equivocada porque Deniz frunció la boca y di un pequeño golpe en la mesa que demostraba su descontento-
- Me gustaría que me escuchases cuando te hablo, Eda- ordenó de manera irritada- Nos estamos gastando una gran suma de dinero en esta campaña. Es importante para mí, si algo sale mal mi reputación se vendrá al suelo así que...
- Lo sé, Deniz, no volveré a distraerme- le sonreí un poco para intentar suavizar su irritabilidad-

Deniz y yo nos habíamos conocido en el jardín de infancia. La verdad es que desde ese momento nos volvimos inseparables, al menos hasta el momento en el que desaparecí junto a mi tía en Estambul.
Cuando regresé a casa de mi abuela ya ambos éramos adolescentes, él comenzaba a estudiar fotografía mientras que a mí se me abría un abanico de posibilidades en el mundo del modelaje. Gracias a esto empezamos a pasar más tiempo juntos, y fue una de sus sesiones la que consiguió llamar la atención de muchas marcas para mí, al igual que él comenzó a ser llamado para grandes sesiones de fotos.

Siempre tuve claro los sentimientos de Deniz por mí, él no era demasiado disimulado con respecto a ellos, pero tenía claro que era mi amigo y jamás pasaría algo entre nosotros. Así que lo mantuve en una fina línea entre mantener la amistad y no romper su corazón. Mucha gente decía que yo era la única persona capaz de controlar su mal humor.
El caso es que este era uno de esos momentos donde el mal humor de Deniz iba dirigido en mi dirección, así que estaba siendo irritante y maleducado. Aunque siempre que estaba cerca de Serkan se ponía en este estado, dejando claro que no le gustaba nada la presencia del hombre que conseguía captar toda mi atención durante nuestras reuniones. Y ni siquiera mis palabras dulces o sonrisas sinceras habían conseguido relajar la tensión que aparecía en su cara al ver a mi guardaespaldas.
Por eso no me sorprendió el momento en el que dio por finalizada la reunión y se puso en pie con cara de malos amigos.

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