Capítulo 4

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Seguimos hablando en un ambiente más relajado.

—¿Qué edad crees que tengo? —dije, entrecerrando los ojos.

—Sé que eras el hermanastro menor de mi padre, pero no sé cuánto más joven eres. No pareces tener más de treinta años, pero con la barba diría que unos treinta y dos.

—Muchas gracias. Me siento mucho mejor hablando contigo. Tengo treinta y cinco años. Has estado cerca.

—Viejo, como te dije.

—¿Y eso te molesta?

—¿El qué? —dijo ella, desconcertada por mi pregunta.

—Que sea viejo. Tengo la edad de tu padre. Creo que es bueno para ser tu guardián.

—Deja de decir esa palabra. Tutor. Me hace sentir huérfana y niña.

—Pero eres una huérfana y una niña.

—Y tú eres estúpido. 

Abrí mucho los ojos, porque no me esperaba un ataque tan directo, pero al parecer estaba muy enfadada por mi comentario

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Abrí mucho los ojos, porque no me esperaba un ataque tan directo, pero al parecer estaba muy enfadada por mi comentario. Se levantó, llevando su plato y su vaso a la cocina. Cuando regresó, todavía estaba furiosa.

—Me voy a dormir. Hablaremos mañana. Espero que no te importe que no haga de anfitriona, no creo que me necesites. Además, solo soy una niña.

Y me dejó allí de pie en medio de la sala con esas palabras. ¡Dios mío, qué día!

***

Los días siguientes fueron básicamente iguales, es decir, estuve ocupado tratando con el abogado de mi hermano sobre todo lo que había que solucionar. Y, a su vez, con el mío, vía telefónica. Había muchas cosas que atar. Pero, poco a poco, empezó a cuajar. Finalmente, dejé el hotel y me mudé a la casa de Selena por un tiempo. O, mejor dicho, hasta que cumpliera los veintiún años, su herencia estaría a mi cargo. En otras palabras, yo era su tutor legal y me encargaba de administrar todos sus bienes, dinero y propiedades hasta que pudiera tener la edad suficiente para hacerse cargo de su propia vida. A los diecinueve años podía ser independiente por ley y cuidar de sí misma si solicitaba los papeles de emancipación. Pero todo lo que tenía era yo decidiendo lo que podía y no podía hacer. Básicamente dependía de mí. Incluso podría concederle la emancipación por ser mayor de dieciocho años en cualquier momento. Aunque sus padres habían decretado en su testamento que no lo recibiría hasta los veintiún años. Había pensado en esa posibilidad, pero cuando llegué y vi su actitud reticente, pensé que no era la mejor solución. Tenía que aprender y madurar un poco. Tendría un año para hacerlo si quería, pero incluso entonces quería saber si era capaz de asumir la responsabilidad.

Por la tarde encontré a Selena en su casa; los días anteriores dividía su tiempo entre estar encerrada en su habitación y estar con los amigos que vinieron a verla. A veces salía. Conmigo apenas hablamos de trivialidades. Poco más.

El millonario guardián  |TERMINADA Y COMPLETA| Romance erótico +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora