Frederick Van Slyke, a sus treinta y cinco años, es un magnate prominente en Dinamarca. Poseedor de cadenas hoteleras de lujo y automóviles de alta gama, su éxito y atractivo físico le han posicionado como uno de los solteros más deseados. Sin embar...
Lacampaña fue un éxito y Selena hizo un trabajo fenomenal. El verano estaba apunto de empezar de nuevo, parecía surrealista que hubieran pasado tantos mesesdesde que fallecieron mi hermanastro y mi cuñada. Miré a Selena, que charlabaalegremente con su amiga en el salón. Estoy segura de que Guillermo y Elisaestarían felices por la gran mujer en la que se ha convertido su hija.
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Iona había venido a pasar un mes y medio con nosotros. Se acababa de graduar. Selena se había ido a Escocia para asistir a su graduación y cuando volvió se trajo a su amiga a pasar las vacaciones de verano con nosotros. Ahora que su amiga estaba aquí, aunque estaba en la habitación de invitados, no podíamos estar juntos tan a menudo.
Iona sabía lo nuestro, por supuesto, era la mejor amiga de Selena. Pero pasaban mucho tiempo juntas, lo que era normal, ya que a su edad les gustaba sobre todo estar en buenos términos entre ellos. Así, muchas noches, las dos dormían juntas. De todos modos, me alegré de verlas allí y nos divertimos. Los fines de semana las llevaba a pasear por la ciudad y a veces, cuando hacía buen tiempo, dábamos un paseo en uno de mis barcos.
Selena cumpliría diecinueve años en menos de dos meses. Eso significaba que podía apelar a un juez para emanciparse y dejar de estar bajo mi tutela, lo que me produjo cierto alivio, pero al mismo tiempo me hizo recelar. Eso significaba que podía irse, hacer lo que quisiera con su vida, que ya no tenía a nadie que se lo impidiera. Era libre, huérfana y no tenía ningún familiar al que responder. Yo era, en ese momento, la única persona capaz y legalmente facultada para controlarla. No es que quisiera controlarla en su forma de vida o de ser. Me gustaba su rebeldía y su espíritu libre. Lo que quería era controlar que se fuera de mi vida, sin más. Ya no podía vivir sin ella. La idea me dejó atónito.
—Fredy, ¿vienes con nosotros al cine esta noche? —preguntó Selena, levantando la cabeza del sofá mientras me veía pasar.
—No, cariño, tengo que preparar algunas cosas para unas reuniones mañana. Ve y cuéntame sobre la película mañana en el desayuno. Por cierto, estaba pensando que mañana podríamos ir a cenar a un restaurante típico de aquí, que está muy bien. Tengo que ir a hablar con los dueños para que me hagan socio y si quieres venir conmigo, podemos probar las delicias de allí. ¿Qué te parece?
—Creo que me voy a mudar a tu casa de por vida —respondió Iona y las dos empezaron a reírse como dos adolescentes burlándose de mí.
—La puerta está abierta para ti. Ahora, dormirás en tu habitación y dejarás a mi chica conmigo.
—¿Estás celoso de mí? —preguntó Iona.
—No —besé a Selena en la mejilla y las miré desde el respaldo del sofá, apoyando los antebrazos en el borde—. De hecho, eres muy bienvenida aquí. Pero extraño a mi... chica.
—Y yo a ti —me devolvió el cumplido y me besó en los labios.
—Bueno, os dejo, tengo cosas que hacer. Me gustaría volver a tener vuestra edad.
