Capítulo 7

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La situación no podía ser peor. Selena no me hablaba. Después de lo que pasó en el salón esa noche, no me había hablado durante dos días. Ni una palabra. Cuando quería ser mala e infantil, era terca y fija en sus ideas. Tras varios intentos, me quedé callado, esperando que algún día, tal vez en esta vida, me volviera a hablar. Ni siquiera me daba un buen día o una despedida. O para mandarme a la mierda. Eso también era una opción. Y una que me merecía, ahora que lo pienso.

En la tarde del tercer día, tuve que salir para ocuparme de asuntos burocráticos y arreglar las cosas con el abogado. Selena tendría que venir conmigo al día siguiente a su oficina para firmar unos papeles de tutela y después de eso seríamos básicamente libres para volver a Dinamarca.

Llegué a casa por la noche antes de la cena. Cuando la dejé por la tarde, estaba encerrada en su habitación, igual que los otros días; apenas salía para llevar la comida a su cuarto, usar alguna habitación o salir de casa. Se encerraba para evitarme. Le envié un mensaje al móvil para decirle que iba a salir, pero que volvería con la cena. Así que pasé por un restaurante local y cogí algo de comida para los dos. Iba a proponer una tregua y ver si eso era suficiente para quedar bien con ella.

Pero cuando entré en la casa, ella no estaba. No tenía mensajes en el móvil, ni en ningún sitio. Debe haberse ido. La esperé para cenar. A las diez, dejé de esperar y comí mi parte. Le envié un mensaje para preguntarle si iba a venir y si estaba bien. Ella no me contestó. Ni el primero, ni el segundo, ni el quinto. Tres llamadas perdidas, cinco mensajes de texto y un buzón de voz de audio después, todavía no había dicho una palabra. Y estaba empezando a preocuparme de verdad. No tenía el número de ninguno de sus amigos, ni conocía los lugares que frecuentaba. Podría estar en cualquier parte. No tenía coche para conducir, así que estaba más tranquilo. Después de la saga que supuso la historia de mi familia, pensar que algo así podía pasarle a ella me quitaba años de vida. ¡Joder! Yo tenía una vida perfecta, relajada y libre. Ahora estaba a las once y media de la noche en el sofá de la casa de mi hermanastro, muriéndome de preocupación por su hija adolescente. Que casi me llevo su virginidad al suelo bajo mis pies.

Me paso una mano por el pelo en un gesto desesperado y nervioso. Miraba mi teléfono, cada cinco segundos por si me respondía. Estaba decidido, si no me decía nada en una hora, ese era el límite que me había puesto. Yo llamaría a la policía. Aunque, estaba seguro de que me dirían que tendría que esperar 48 horas para denunciar la desaparición de una persona. ¡Maldita sea! Era una chavala y ahora entendía la preocupación de los padres. Era una pesadilla. Podía sentir que el corazón se me salía del pecho. La idea de que le pase algo...

Me levanté. Fui al armario donde mi hermano guardaba sus bebidas y me serví un trago de vodka puro. No solía beber así, pero las situaciones extremas requerían medidas aún más extremas. Tras cuarenta y cinco minutos en el mismo silencio, me había bebido tres copas de vodka.

Estaba tumbado en el sofá con la lucecita encendida, para no molestar a mis ojos, que empezaban a ser intolerantes al resplandor. Era el efecto del alcohol. Oí que se abría la puerta principal. Voces y risas. Me quedé quieto y me detuve en el sitio. Giré la cabeza para mirar por encima del sofá y ver quién entraba, aunque ya me imaginaba quién podía ser. Apenas Selena, que yo supiese, tenía las llaves de la casa.

Y no me equivoqué. Era Selena, pero no estaba sola. Ella estaba con ese chico, Damien. El segundo paro cardíaco estaba a punto de producirse cuando la vi, vestida con un vestidito negro que dejaba al descubierto sus largas piernas; un escote en la espalda que dejaba entrever el resto de su cuerpo. Quiero decir: no sé qué coño llevaba puesto, porque para ser un vestido parecía un trozo de tela que cubría aquí y allá sin mayor efecto. Como si fuera Eva. Y el bonito Adán sostenía la manzana prohibida del paraíso, porque el chico tenía todas las manos metidas en su culo y yo no podía identificar más, porque estaba ciego. Se estaban besando, entre risas y molestias. Estaban demasiado acelerados para ser gente sobria. 

El millonario guardián  |TERMINADA Y COMPLETA| Romance erótico +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora