Capítulo 14: EL VIAJE DE LOS TRES

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Caleb no podía dormir, no por el dolor de la herida causada por Irina, sino por el recuerdo de haber besado a la princesa Réptel para luego abandonarla. Pese a que quería seguir permaneciendo al lado de Liza, Caleb no podía quedarse, estaba comenzando a olvidar a qué vino, y tal vez lo hubiera hecho si no se hubiera encontrado con Nicole y Andrés. Su padre y su hermana lo esperaban y tenía que encontrarlos.

Se levantó lentamente, cuidando de no despertar a sus compañeros que dormían plácidamente, y se dirigió a la popa del bote. Allí ahogó sus penas observando el cielo estrellado. Se perdió en sus pensamientos mientras notaba que tan diferentes eran las constelaciones vistas en este mundo que en el suyo. Dio un suspiro y distinguió una estrella fugaz.

-¿Pedirás un deseo?

La voz era de Andrés. Caleb se dio la vuelta y lo miró apoyado en la baranda de la canoa.

-¿Qué ocurrió allá, Andrés? –preguntó Caleb frunciendo el ceño-. ¿Por qué te negabas a venir con nosotros?

Cabizbajo, Andrés suspiró.

-No es una historia de la que me guste hablar –dijo.

-Pues dila, porque no te entiendo –replicó el chico con un tono firme.

-Está bien –Andrés volvió a suspirar, se levantó y camino hacia Caleb haciendo que el bote se tambalee-. Escucha, Caleb... -se colocó al lado de su compañero-. No muchos saben de esto; es más ni el capitán lo sabía, pero yo hace años tuve una hija. –Soltó una risa adorable mientras sus pupilas se distraen hacia el vacío, recuperando esos buenos recuerdos.

-Admito que no fue planeado –continuó Andrés-, que fue solo una noche de diversión y ya, pero cuando nos enteramos de lo que realmente había sucedido... ni siquiera lo dudamos. Claro que hubo roces con nuestras respectivas familias y en ese momento yo acababa de entrar a la marina. Por suerte, el capitán me apoyó desde que se enteró. –Hizo una pausa y dio un suspiro; Caleb pudo ver como el pecho de su compañero subía y bajaba-. La llamamos Nadia, y de inmediato nos enamoramos de ella. Te juro, Caleb, que te hubiera encantado conocerla –comenzó a llorar-. Era tan pequeña...

-¿Qué pasó? –preguntó Caleb en un tono casi como un susurro; aun intuyendo la respuesta.

La pregunta se enterró en el corazón de Andrés como la hoja de un puñal, lágrimas brotaron de sus ojos y Caleb lamentó haber preguntado.

-Acababa de cumplir tres años –dijo al fin-. Yo regresaba de un viaje con el capitán y estaba preparado para darle el feliz cumpleaños, pero cuando llegué la puerta estaba abierta. Sin pensarlo dos veces entré, y encuentra a mi amada tendida sobre nuestra alfombra, completamente tiesa y desangrada. A un lado estaba nuestra hija, con el pecho cubierto de las cicatrices dejadas por los puñales y manchado de sangre. Sin embargo, lo peor es que aún estaba viva...

-¿Lo peor? –saltó Caleb arqueando las cejas. En su mente esa palabra de cuatro letras no tenía sentido, cualquier padre estuviera contento de que su hija estuviera viva después de un ataque tan brutal.

A Andrés le costaba sacar las palabras desde su interior. Sus labios se sacudían violentamente y su visión se mantenía en ese punto vacío donde estaba reviviendo esos dolorosos recuerdos.

-Sí –respondió con un susurro-. Estaba viva y consciente de que su padre estaba allí, de que sería lo último que vería cuando el hombre que había prometido cuidarla no podría hacer nada...

Andrés se atragantó y rompió en llanto, entonces Caleb entendió su posición. No tenía una razón injustificada para querer cuidar a Nysa en Camaria; ella le recordaba a su pequeña hija. Por un momento, Caleb sintió las ganas de llorar junto a él, pero con una bocanada de aire ahogó ese sentimiento.

LA TIERRA DE LOS RÉPTELSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora