Capítulo 7: EL HUMANO Y LAS RÉPTELS

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Caleb se había desprendido de su ropa usual para ahora lleva una prenda rectangular envuelta alrededor de su cuerpo. Para mantenerla fija, se había amarrado un cinturón dorado que sinceramente era bastante cómodo. Estaba descalzo, pues los Réptels no lo necesitaban por su pies duros y escamosos; que de por sí eran más duros que cualquier calzado. No obstante, Liza no había sido nada indiferente con su ropa original, lo cual llevaba en una bolsa de tela sobre el hombro.

Se encontraba caminando junto a Liza, de quien sostenía su mano al igual que un niño sostiene la mano de su madre; Caleb sentía esa misma sensación al recordar la gran diferencia de tamaños que había entre ambos.

Detrás de ellos estaba Thalía, que los miraba con ternura. Thalía sabía el impacto emocional que Liza sentía al estar con Caleb y deseaba con todo su corazón de que eso fuera permanente. Sin embargo, la tranquilidad pasó en el momento que cruzaron un puente. Justo a la mitad se les interpuso Kroc e Irina, el Réptel varón mantenía una actitud avergonzada mientras que la mujer estaba riéndose de ver de nuevo al humano.

—Así que lo vestiste —comentó Irina.

Liza volteó los ojos y con su mano hizo que Caleb se colocara detrás de su cintura.

—¿Qué quieres, Irina?

—Nada —dijo la Réptel que acompañaba a Kroc—. Solo pienso en todo lo que haría si... —dirige la mirada a Caleb, quien la miraba por encima de la protuberancia de la cintura de Liza—... ese humano estuviera conmigo.

—Te lo comerías —intervino Thalía dando un puntapié a la madera.

—Sí, pero él no tiene que saberlo —respondió Irina alzando los hombros.

—Lo sabré —dijo Caleb y la mirada de Irina cambió a una sorprendida—. Tus actos en la arena ya dejaron todo en evidencia.

—Vaya, ahora el humano nos entiende...

—Soy Caleb.

Irina esboza una risita.

—Cuida tu tono conmigo —le dijo e inclinó toda su cintura en dirección hacia él—. He sido buena en la Arena, si me provocas no tendré compasión alguna contigo.

Ante esas palabras, Liza empujó a Irina con fuerza.

—No lo harás —espetó.

Irina arqueó la espalda y emitió un rugido.

—Cuidado —decía mientras recuperaba la postura anterior—. Sabes que soy más fuerte que tú. Si no hubiera llegado tu padre te hubiera destrozado.

Ante esa amenaza, Liza corresponde con un gruñido frunciendo el hocico.

Detrás de Irina, Kroc voltea los ojos.

—Discúlpala...

—¡Y tú cállate! —gritó Liza mirando a Kroc repentinamente—. Permitiste que llevaran a Caleb a la Arena, sabiendo que me importaba.

—Es tan solo una criatura insignificante.

Liza no sintió más que ira en su interior al escuchar esas palabras, pensando que antes lo soportaba, ahora lo detestaba.

—¡Es más!

Pese a la diferencia tamaño, la hembra Réptel puede ser más fiera que el macho, y en ese momento el mayor temor de Kroc era que la princesa de Camaria dejará salir su lado salvaje (el cual habían dejado hace milenios) y se abalanzara sobre él.

—Kroc —dijo Thalía, y la vista de Kroc se fue hacia ella—. Te sugiero que mejor te hagas a un lado.

Kroc miró por encima de su hombro. "Al lado, ¿cómo?"; se preguntaba. El puente era tan angosto que solo cabía una fila de Réptels varones. Hacerse a un lado claramente significaba que tendría que lanzarse al vacío. ¡Claros! Tras unos momentos lo entendió, Las chicas lo odiaban tanto que preferían que muera; sobretodo Liza, cuyo rostro fruncido y amenazante se lo confirmaba.

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