Capítulo 13: LÁGRIMAS

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Cada fin de año se celebra el festival en honor a los dioses Raptor y Rayna, también conocidos como los Réptels que ascendieron a la divinidad. Muchas veces los ciudadanos de Camaria se preguntaban cómo era el reino de los dioses, pues únicamente se basaban en el mito de que era una tierra basta completamente blanca, con castillos dorados rodeados de esponjosas nubes; pero solo conocían eso. El hecho de que dos mortales hayan tenido la oportunidad de conocer lo que muchos anhelaban, era digno de admirar, y por ello eran los protagonistas del festival. Sin embargo, los Réptels estaban conscientes de la existencia de otros dioses, como Benethor, pero para ellos tenían otros días de adoración.

Usualmente, este evento resultaba ser entretenido para toda la gente de la ciudad, pero había alguien que deseaba que esto acabase, alguien sentado en la mesa principal junto al rey y a su tío. Liza tenía la mente en otro lado, revivía a cada segundo el beso que se dio con el humano, y como su lengua había entrada en su pequeña boca. Tenía que esperar unas horas para volver a su habitación y terminar lo que empezó; para su mala suerte. Resopló por la frustración, haciendo vibrar sus labios mientras apoyaba su cabeza sobre sus manos en la mesa. Luego sonrió de una manera pícara. Empezó a imaginar su pequeño cuerpo junto al suyo, ella abrazándolo y sus labios acariciando los suyos. Anhelaba sentirlo. Se preguntó por un momento si con su tamaño sería capaz de satisfacerla, pero al cabo de unos segundos eso no le importó, lo deseaba a pesar de ser tan diferentes en tamaño y especie.

—Liza —escuchó la voz de su tío y la princesa volvió a la realidad—. ¿Qué te ocurre?

Liza mostró una sonrisa caprichosa encogiéndose de hombros, y pestañeando sus ojos seductoramente. Su tío arqueó las cejas y la miró con detenimiento.

—Usualmente bailas al lado de Thalía —comentó Towa con un tono preocupado, y dando un vistazo rápido hacia Thalía que descansaba apoyando la espalda en un poste de madera, con una mirada solitaria y en medio de la muchedumbre sumida en el jolgorio. —Pero ahora solo estás aquí —siguió volviendo la mirada hacia ella-. ¿En qué piensas?

—En él —dijo Liza aún sonriendo, y volteando hacia arriba, imaginándose nuevamente su reencuentro con el humano.

—¿Quién? ¿El humano? —saltó su tío arqueando las cejas.

El tono que usó su tío la sacó de sus ilusiones y la princesa se volvió hacia él con un semblante más severo.

—¿Qué tiene de malo? —dijo tras un largo silencio.

—Muchas cosas podrían salir mal, Liza, y lo sabes...

Liza expresó un gruñido largo y gutural, fijando los ojos en su tío como un depredador a su presa.

—Me voy...

La princesa se levantó y se retiró, con Towa siguiéndole la mirada, dando un suspiro y deseando que las decisiones de Liza no la llevasen al sufrimiento. Mientras tanto, los pensamientos de Liza ensordecían las palabras de su tío rebotando en su cabeza; lo que le ayudaría era irse de allí. Fijó la vista en Thalía, aún con la espalda apoyada en ese poste de madera de hace un raro. Esbozó una sonrisa y se acercó a su amiga.

—Thalía —habló Liza a unos centímetros de ella.

Su amiga giró la cabeza hacia ella y formó una sonrisa con sus dientes.

—Hola —rió—. Pensé que no vendrías.

—Tengo que hacerlo —comentó Liza encogiéndose de hombros y arqueando la boca.

—Sí. Sinceramente creí que ya no te vería, considerando que toda esta semana has estado con el humano... Por cierto, ¿cómo está él?

Liza rió. Sabía que el comentario de Thalía no era en ofensa hacia su pequeño ser, y la pregunta al final de su diálogo lo corroboraba.

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