El hijo del rey

Capítulo 4

-¡El príncipe se ha despertado!

Una chica de unos veinte años avisa a las cocineras, estas, le entregan una bandeja cubierta que la muchacha se apresura a llevarse. Llama a la puerta de los aposentos del príncipe :

-¿Si?

-El desayuno, alteza.

-Entre.

La chica entra en el cuarto, corre el grueso dosel de la cama, y deposita la bandeja en las rodillas del príncipe.

-Hoy será un dia tranquilo señor, solo tiene que asistir a un entrenamiento de lucha e irse a cazar con el rey.

-Está bien, Aldith.

-¿Señor, como que Aldith?

El príncipe cierra los ojos, abrumado por la vergüenza del momento.

-Lo siento Tonka, estoy un poco despistado hoy.

Ella se ríe divertida y acepta sus disculpas sin dudarlo. No pregunta quien es Aldith, y el lo agradece. No quiere contarle a nadie nada sobre ella. Ni el mismo sabe el porque. Solo quiere protegerla. Y volver a verla tampoco estaría nada mal. Cierra los ojos y, en su mente, ve con claridad la cara de la chica, con esa gran sonrisa blanca, con esos ojos tan negros y a la vez un poco grises...

Necesita ver a Aldith de nuevo.

Necesita ver al príncipe de nuevo.

Ha pasado una semana desde el encuentro con el príncipe y la chica desfallece por volver a estar a su lado. Necesita ver esos ojos tan verdes y brillantes, mirándola pero no como la suelen mirar los nobles, llenos de asco y desprecio, sino que el la mira con ternura, como una igual. Cuando piensa en, el en sus labios aparece un amago de sonrisa que no se le escapa ni a Johanna ni a nadie. Pero lo mejor es cuando esta dormida :
Cuando Aldith se despertó y observó una figura a su lado, se sobresaltó. Notó las sabanas suaves de la cama. ¿Sabanas suaves? Ella no tenia nada de eso y su cama no era tan grande. Ni había ningún dosel. Se giró y miró a la figura que tenía al lado : le rodeaba el cuerpo con sus fuertes brazos y ella estaba apoyando la cabeza en su pecho. El pelo negro le tapa los ojos, unos ojos, comprendió Aldith que eran verdes. Estaba muy tranquilo. La chica observó una alianza dorada con una piedra granate en su dedo anular, el chico poseía una igual. Se despertó y observó a Aldith con un brillo en los ojos. Amor. La chica era plenamente consciente de que aquello era un sueño y, dispuesta como estaba a aprovecharlo se acercó al príncipe, el estaba apunto de besarla...

Aldith se despierta y mira malhumorada a su hermana, que la ha despertado.

-Aldith, ¡despierta son casi las cinco y media!

La niña tira de su hermana y la lleva a rastras a la cocina. Luego van a trabajar, pero se llevan a Jonas consigo. Tendrá que estar preparado para la siembra y tiene que acostumbrarse a trabajar. Le mandan carretar sacos de patatas, son pequeños y los puede manejar. Aldith ayuda a organizar los sacos de semillas y Johanna los llena. Durante todo el día. A Aldith le gusta la rutina, esta tan acostumbrada que así su mente puede concentrarse en otras cosas. Tiende a irse por las ramas pensando en el príncipe Jack.

¡Zas!

El sonido de una flecha rasgando el aire penetra en los oídos del príncipe Jack. Escucha mas atentamente y percibe un débil gemido. Procede de una pieza de venado a la que le acaba de clavar la flecha. Se acerca y le quita la flecha de la carne antes de matarlo con un cuchillo. Así, el animal deja de sufrir. Le ata las patas y se lo lleva a la linde del bosque. Allí hay una carreta con dos guardias, deposita el animal dentro, encima de dos liebres y un jabalí. Vuelve al bosque con rapidez. Tiene puestos los cinco sentidos en el viento, los olores y los sonidos de la naturaleza. Pero su mente vuela lejos, cazando puede pensar con libertad y claridad. Antes pensaba en asuntos del reino y demás, pero ahora su mente esta plenamente ocupada por una persona. Solo piensa en ella y el su pelo rubio. Hubiera dado todas sus riquezas solo por acariciar su larga melena, y daría toda su vida por apoyar sus labios en los de ella. Pero el no sabe que ella haría lo mismo.