Capítulo 12

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Aldith cae en su camastro, agotada. A pesar de que lleva varias semanas trabajando para la condesa, no se acostumbra a el nuevo horario: dormir de día, trabajar de noche.
A pesar de que el trabajo es llevadero ha sido un cambio muy drástico.
Ahora, ya ha hecho su turno y le toca dormir en el cuarto común de sirvientas. Una de las ventajas es que se va a la cama cuando no hay casi nadie, apenas dos personas más en la habitación, y puede dormir justo después del baño.
Se levanta de su cama, consciente de que no puede dormir con la ropa de diario, y se pone un camisón blanco. Se deshace el moño reglamentario y se hace una trenza.
Lista.
Se acuesta y se tapa hasta la barbilla. Dentro de su cama hace calorcito, lo cual la reconforta porque sabe que fuera, está nevando.
Automáticamente, sus pensamientos se trasladan fuera de los muros del castillo, hacia una persona en concreto.

Jack camina resuelto hasta sus aposentos, en la torre del castillo. Entra en su habitación y se asegura de que la puerta está bien cerrada. Después, acerca el baúl con sus capas de invierno más gruesas hasta ponerlo en frente de su armario y se sube a la tapa. Da unos toques en el techo, y da golpes a tientas hasta que escucha un sonido hueco.
Levanta la piedra con esfuerzo y la echa a un lado, luego, levanta al máximo sus brazos hasta palpar una gruesa cuerda. Se impulsa y trepa por ella hasta que consigue subir por el hueco y una vez dentro, vuelve a poner la losa en su sitio.
Sonríe, satisfecho. Hacía mucho tiempo que no iba a ese sitio. No lo conocía nadie, lo había descubierto hace tiempo. Aunque se suponía que encima del techo de la torre no había nada, había una especie de desván en desuso allí dentro que al príncipe le encantaba.
Abre la única ventana que hay, una en el techo ladeado de la torre, lo que impide que se vea desde fuera. Hay una escoba que había llevado él y la usa para barrer el polvo del suelo y acumularlo en una esquina.
También la pasa por las estanterías que él mismo construyó sin que nadie lo supiera, y que están repletas de libros de cuentos fantásticos.
Su mirada se centra en el retrato a lápiz que hay encima de unos libros, en el suelo. Lo coge y lo sacude.
Es clavado a ella, tal vez por que es ella.
Aldith.
Jack es un auténtico as del dibujo a pesar de que su padre no le deje profundizar en ese arte, pues lo considera poco varonil.

El chico se sienta en una pequeña butaca que compró de incógnito en un pueblo lejano y mira el dibujo.
S

i pudiera parar de pensar en ella...
La había buscado por todas partes hasta que se atrevió a preguntarle a su hermana, cuando nadie los veía.
La pequeña le había contado que su hermana mayor trabajaba ahora para la condesa de Miraflores, la tía del príncipe Jack y que esperaba poder trabajar en palacio algún día.
Al chico se le encogió en corazón al escucharlo. ¿Aldith quería trabajar para su padre? En ese momento lo había entendido y prometió que haría todo lo posible para que la chica consiguiera llegar hasta él.
-Aldith...- murmuró.

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⏰ Última actualización: Jan 15, 2017 ⏰

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El hijo del reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora