Mentiras, Secretos y Una Boda

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_ ¡Bajame ahora mismo! _ exigió el menor siendo cargado como saco de papas en el hombro del conde. _ ¡No tienes ningún derecho a hacerme esto! _ golpeó y pataleó para liberarse pero fue inútil. La fuerza del mayor era mucho más grande que la suya.

Vlad luego de haber salido de sus recuerdos, y escuchar más ruido del acostumbrado fuera de su despacho, fue que le preguntó a Velkan lo que sucedía, a lo que éste respondió que el joven Daniel tenía planes de irse y de dejar la mansión, el dinero, y  especialmente, a él. Esto lo hizo enfurecer, por lo que se levantó de su silla y salió a paso airado de su oficina, alcanzando a ver el momento exacto en el que los sirvientes intentaban persuadir al menor sin éxito, de la idea de dejar la mansión. Entonces una vez quedó frente a él, no se molestó en discutir, lo tomó de la cintura y lo cargó al hombro, para de esa forma ir a su habitación. La del conde.

_ ¡Bajame tú, tonto, idiota, viejo, arrogante, imbecil, pervertido, pedófilo! _ repetía una y otra vez haciendo que una fuerte punzada golpeara la cien del mayor. Vlad lo tiró sin ningún cuidado sobre su cama y cerró la puerta con seguro, mirando al menor enderezarse en la cama con las piernas cruzadas. El chico pareció calmarse por un momento pero al ver al mayor su ceño fruncido regresó. _ Insensible, egoísta, mandón, presumido, secuestrador, manipulador, tirano, infiel...

_ Vaya, Daniel... Veo que pudiste describirme a la perfección. _ dijo sarcástico cruzándose de brazos. _ ¿Hay más? _ el menor lo pensó un momento y luego quiso hablar pero Vlad alzó su mano diciendo que se detuviera. _ Era una pregunta retórica, mocoso. _ el pelinegro frunció a un más su ceño y decidió no mirarlo ni dirigirle la palabra. El mayor dio un largo suspiro y rasco su nuca. <<Es igual de terco que él>> dijo para sus adentros.

El conde apoyó su espalda contra la puerta y con las manos en los bolsillos miró al niño ignorarlo deliberadamente y sin tener indicios de querer dar su brazo a torcer. Percatándose entonces de las suaves facciones de su rostro, así como de los hermosos ojos azules que tanto le gustaban, y que ahora estos se negaban a mirarlo. Pudo contemplar su delgada cintura así como sus finos labios, que en varias ocasiones lo habían hecho olvidarse del mundo entero. Sonrió. Daniel no era Zoltan. Sus personalidades eran completamente diferentes y tenían valores éticos muy distintos también. Y aunque no pudo verlo antes, el guerrero Otomano lo había enamorado  con su temeredidad y valentía, pero Daniel lo conquistó por su corazón, sus principios y su bondad. Amaba a Daniel. Lo amaba mucho y no quería perderlo. Finalmente todo estaba claro en su mente. Pero aún sabiendo esa verdad, no podía decírselo con palabras. No todavía. No antes de enterrar completamente su pasado.

Pero mientras eso pasaba. Siempre podía molestar a su lindo tejón.

El conde sacó la llave de su bolsillo y caminó hacia la cama, sentándose frente a Daniel, quién lo miró con sorpresa, y antes de que este tuviera tiempo de apartara la vista, el mayor le enseñó la llave. Danny quiso tomarla pero Vlad la apartó rápidamente.

_ Si la quieres. _ dijo con una sonrisa. _ Debes besarme.

El menor mostró una expresión de sorpresa y confusión, antes de una de clara indignación.

_ Ni lo sueñes.

_ Entonces tú y yo nos quedaremos aquí por días, semanas, meses... y si no cedes, por años. _ explicó conteniendo una sonrisa ante la cara de horror del menor. _ Pero bueno. Velkan puede traernos comida mientras tanto. _ <<No serías capaz>>, dijo el otro con incredulidad. _ Pruebame. _ retó cerca del rostro del menor. El chico suspiró exasperado, para luego juntar sus labios con los del mayor en un suave beso, que apenas pudo saborear el magnate antes de que estos se separaran de él y viera al chico limpiarse la boca con su brazo.

Voy Amarte (Danny x Vlad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora