Voy Amarte (Danny x Vlad)

Felicidad incompleta

Daniel vio como Vlad se iba a su despacho dejándolo con la palabra en la boca. Pensó en contenerse y contestar a una de las mil preguntas de sus amigos de si estaba bien o si le dolía algo, pero la rabia que sentía subir de sus pies a la cabeza no lo dejó en paz hasta que finalmente no pudo ignorarlo. Se levantó del sillón y lo siguió al despacho, y una vez dentro, cerró de un portazo advirtiendo al otro de su presencia. Después de todo lo que pasó, el conde ni siquiera lo volteó a ver. Solo le dijo que se fuera de una vez porque tenía cosas de las que ocuparse. El pecho de Daniel subió y bajó, casi temblando de la ira, así que se acercó a su escritorio y golpeó con ambas manos el escritorio frente a el conde, quién al fin lo miró a los ojos tratando de aparentar indiferencia sin éxito. El chico mantuvo sus manos sobre el escritorio inclinado hacía el conde.

_ Tenía amnesia. _ declaró con el ceño fruncido. _ Sabías que tenía novio. Que lo amaba. Y que no te quería volver a ver. ¿Y aún así me hiciste todas esas cosas? _ <<Daniel, yo...>> _ Incluso bebiste de mi sangre. _ siguió para ahora enderezar su espalda y cruzarse de brazos. _ ¿Que tienes que decir a tu favor?

El conde apenas podía sostenerle la mirada al más joven sin sentir una profunda vergüenza quemarle el rostro. Lo pensó y repensó una y otra vez sin saber que responder a eso. No había justificación o disculpa que fuera suficiente para corregir o compensar tal acto de egoísmo, así que guardó silencio y bajó la mirada rendido. El más joven se mantuvo en silencio por un largo rato hasta que finalmente suspiró y se dejó caer en la silla frente a la mesa.

_ Estoy furioso. _ bufó apoyando su brazo en el reposabrazos y su mejilla en el puño. _ Lo que no sé es que si estoy más molesto porque no respetaste mi relación con Dash o porque sediste tan fácilmente a algo que yo te pedí. _ dijo haciendo que el conde lo mirara con genuina sorpresa en su rostro. _ Es decir, si yo te pidiera que saltaras de la cima de la catedral ¿lo harías? ¿Que tan idiota puedes ser? ¿No tienes autocontrol?

_ ¿Acaso eres... Zoltan? _ quiso saber nervioso, a lo que el azabache lo volvió a ver, formando una media sonrisa.

_ Zoltan no. Daniel, Vlad. _ aclaró confundiendo aún más al conde. _ Recuerdo todo. Recuerdo como nos conocimos y nos enamoramos en el pasado y como lo hicimos en el presente. Todo. También lo que pasó cuando aún no tenía mis recuerdos de esta vida.

_ Entonces... ¿qué piensas de mí ahora?

_ Lo usual. "Eres un hombre egoísta, insensible, manipulador, tirano y pervertido" _ Vlad dejó salir una risa grave y encantadora que hizo estremecer a Daniel, quién luego terminó sonriendo. _ Lo único que cambió es el saber que me enamoré de ti mucho antes de lo que pensé, y los problemas que nos separaron hace tiempo fueron resueltos hace siglos.

_ ¿Eso quiere decir que me amas? _ el chico suspiró rendido y asintió con una sonrisa. Vlad entonces se puso de pie y caminó hasta el chico e intentó besarlo, pero Daniel lo evitó poniendo una mano en su boca. El conde se apartó. _ ¿Cual es el problema ahora? _ dijo con molestia e impaciencia que solo hizo más pronunciado el ceño fruncido del menor.

_ Tú hijo, Vlad. Ese. Es el problema.

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Al otro lado de la puerta, un par de adultos jóvenes, curiosos, estaban escuchando con la oreja pegada a la misma, comentando en voz baja sobre la situación y como terminaría todo, cuando escucharon como una de las empleadas abría la puerta y hablaba con una mujer de nombre Ileana y que necesitaba hablar sobre el bebé. Y los chicos, luego de escuchar la conversación, no dudaron en correr hacia ella y cortarle el paso. La mujer estaba evidentemente molesta, pero aún así no prescindió de sus modales.

_ Buenas tardes, jóvenes. _ dijo manteniendo su tono de voz baja y apacible mientras inclinaba ligeramente la cabeza en saludo. _ Con el debido respeto, ahora tengo algo de prisa, pero en otra ocasión, con mucho gusto me quedaré a platicar. _ quiso rodear a los chicos y caminar al despacho, pero estos se pusieron frente a ella nuevamente. Ella los fulminó con la mirada, a lo que Tucker le habló sobre su empresa y lo interesado que estaba en formar una sociedad con su hermano. _ Los asuntos de negocios los atienden los hombres. Con permiso. _ intentó irse, pero de nuevo fue detenida, esta vez por la chica gótica.