Seguir viviendo

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Vlad había caminado hasta la pequeña cabaña donde vivía el anciano. Paseó por las muy pocas habitaciones vacías y luego salió por la puerta trasera a un campo verde, rodeado de árboles y algunas flores cerca de una cruz de madera en el medio, frente a la cual quedó de pie. La contempló durante largo rato y luego se sentó a la sombra de un árbol y apoyó su espalda contra el mismo. Quedó en silencio durante varios minutos y luego cerró los ojos que le pesaban, quedando eventualmente dormido.

Y en su luminosa tuvo un sueño. Más bien. Un recuerdo agradable.

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Hace cincuenta y seis años, cuando Vlad había viajado a Hungría para cerrar un contrato de asociación con un mercader importante en aquel país, mientras pasaba por el pueblo en su carruaje, vio a un sujeto de aspecto descuidado y ropas simples, tirando de una larga cuerda que tenía, a su vez, atado de las manos a ocho niños de diferentes tamaños, mismos que estaban descalzos, sucios, la ropa llena de tierra y con el rostro empapado en lágrimas o lastimados. Vlad los ignoró y llegó a su reunión formando una asociación que duraría años hasta que  decidiera dejar Transilvania un día. Su chófer debía ir al baño, por lo que en lo que esperaba, dio un paseo por el pueblo. Había una parte muy rica de la ciudad en la que estaba y otro sector más pobre, donde volvió a ver a ese hombre que no dejaba de gritar que tenía esclavos jóvenes y con dientes en perfectas condiciones. El conde iba a ignorar a ese hombre cuando se paró en seco al escuchar la conversación de unos hombres borrachos, en la que hablaban sobre como sus mujeres no lo dejaban meterlo por detrás y uno de ellos se imaginaba como podía comprar a uno de esos niños y satisfacer ese deseo, siendo apoyado por el resto de sus compañeros los cuales le decían que como eran esclavos y no ciudadanos del país, no importaba si los sodomizaban. Nadie los metería presos. El platinado dio entonces media vuelta y le ofreció a aquel vendedor una escandolosa suma de dinero por todos los niños. El despreciable hombre aceptó y no dudó ni un segundo en dárselos. Vlad tomó la cuerda y tiró de ella todo el camino hasta su carruaje donde ya lo esperaba su chófer. Los niños no dejaban de llorar o tratar de liberarse, ni siquiera dejaron de hacerlo cuando ya estaban dentro del carruaje y el conde frente a ellos de camino a Transilvania. Fueron tan fuerte los gritos y llantos que Vlad no lo soportó más, y mirando fijamente a los niños, les gruñó dejando ver sus colmillos y ojos rojos, asustando tanto a los pequeños que se quedaron callados y temblando. Una vez llegaron a la entrada de la ciudad, y aún en el vehículo, los desató.

_ Escuchen con atención. Hay un orfanato en la ciudad dirigido por monjas. Ellas cuidarán de ustedes hasta que los adopten o se reciban de algo. _ explicó con suavidad a la vez que desataba uno por uno. _ Mi chófer los llevará ahí. Estamos en Transilvania. Aquí está prohibida la esclavitud por lo que no salgan de aquí. _ dijo y bajó del carruaje, carrando la puerta. _ Llévalos y regresa a la mansión directamente. Yo daré un paseo.

El chófer asintió y se llevó a los niños. Una vez los perdió de vista comenzó a caminar lentamente hacía el centro de la ciudad en línea recta, escuchando pasos detrás de él. Decidió ignorarlo y tratar de apreciar la arquitectura de la nueva ciudad que sería su hogar a partir de ahora, pero los pasos, imperceptible para un humano normal, pero evidentes para un vampiro, seguían ahí. Lo que terminó por irritarlo, así que se paró en secó sin voltear.

_ Mira mocoso, no creas que no me doy cuenta de que estás siguiendome. _ volteó y vio a un pequeño niño de nueve años, de cabello negro, ojos marrón y descalzo, sobresaltarse al ser descubierto. El pequeño tenía una remera y pantalón corto desgastados por el uso y lleno de tierra. _ Si no quieres ser mi cena...  _ mostró sus colmillos. _ desaparece.

El niño tembló y salió corriendo hasta perderse en una de las calles entre las casas cercanas. Vlad suspiró y siguió caminando por unos veinte minutos hasta que gruñó por lo bajo volteando y viendo una calle vacía salvo por unos cuantos transeúntes que pasaban por el lugar.

Voy Amarte (Danny x Vlad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora