Affluenza

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Chan estaba acotmbrado a tener todo desde que tiene memoria, pero de algún modo, no es feliz. Su papá los dejó cuando aun tenía unos cuatro años por una chica mas joven. Ni siquiera lo recordaba. Ese fue el momemto en que su madre se convirtió en una caza fortunas y juró verse joven por toda la vida. Cada nuevo novio que tenía su madre le pagaba todo, pero todos se terminaban yendo en algún momento porque no soportaban ser "padrastros". Todos esos novios duraban de uno a tres meses. Chan estaba muy acostumbrado a mudarse cada cinco minutos y solo tener algunos "amigos" que a esa corta edad presumían el dinero que les daban sus padres. Chan estaba... cansado. Queria amigos reales, quería un papá y una mamá que le prestaran verdadera atención. Chan quería muchas cosas, pero eso no sucedía realmente. Es por eso que al cumplir los diez años no tuvo muchas esperanzas de cambio cuando el señor Kim llegó a la vida de ambos.

Kim Kyungoh era el nuevo novio de su madre. Era cinco años menor que ella, guapo y rico, extremadamente rico. Dijo que no le importaba para nada el que tuviera un hijo, que después de todo tal vez en algún futuro podría ser su herededo. Tuvieron solo tres meses de relación cuando dieron el paso para casarse. Chan nunca esperó que eso fuera a pasar realmente. Pasaron de vivir en un departamento de lujo a una mansión aun más lujosa. Cosas del matrimonio supuso. Nunca lo entendió cuando el departamento del señor Kim era gigante.

Al llegar al nuevo vecindario pudo ver que vivían varios niños, pero todos se veían igual que los supuestos amigos que tuvo de más pequeño. No tenía interés en hacer un nuevo amigo si todos serían como los que había conocido.

Las primeras semanas se basaron en su madre dando ordenes de la decoración del hogar, y de su nuevo "padre" estando de viaje. Chan no estaba interesado en nada en esos momentos así que solo se la pasaba encerrado en su nueva habitación siempre. Eso hasta que su madre quiso ser "buena" y le dijo que saliera a explorar el lugar porque habían llegado el verano, que era una buena fecha para que conociera su nuevo entorno. Y si, de algún modo tenía razón, pero la realidad es que quería que Chan estuviera fuera para que los nuevos vecinos vieran que tenían nueva competencia tan pronto las clases dieran inicio.

Chan salió, pero no cruzó mirada con nadie que se hubiese cruzado. Siguió caminando hasta el final de la calle, pero como buen niño que no conoce nada, se quedó allí y solo se sentó viendo a los carros pasar. Estuvo así tal vez una hora hasta que decidió que era momento de regresar. Esta vez sí miró un poco a su alrededor pero solo para familiarizarse más con la calle en general. Cuando llegó a su casa de nuevo, solo fue a su habitación y no hizo nada mas. Cuando la noche llegó, se duchó, lavó sus dientes y fue a dormir. Cuando se hubo levantado a la mañana siguiente, su madre lo obligó a salir de nuevo, pero esta vez porque iba a pintar un poco el interior de la casa. Ella también saldría por supuesto, pero no se llevaría a su hijo con ella. Lo dejó solo en la calle mientras ella fue a una cita para planificar su siguiente cirugía estética. Chan hizo lo mismo que el día anterior, ir al final de la calle y sentarse ahí, pero para su sorpresa, no pasaron ni cinco minutos de eso cuando escuchó unas risas infantiles a su espaldas que se dirigían a donde estaba sentado.

-Oh, parece que a alguien le gusta estar alejado, como nosotros. -opina la linda voz de una niña.

Chan se voltea curioso a ver qué pasaba y se encontró con cinco niños de su edad, o al menos parecían tener entre nueve y diez años.

-Shh no. Puede ser una trampa. ¿Y si los padres de Jeongin lo enviaron para que fuera un buen ejemplo para nosotros?

-Cállate Hyunjin. Deja de ser tan... tan...

-¿Conspiranoico?

-Si. Gracias Jaebum.

-A la orden Minho.

Two boys, one sweater and other sad thingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora