Comfort Crowd

147 26 3
                                    

Los padres de Chan se divorciaron y el menor ni siquiera lo recordaba. Cuando comenzó a tener conciencia sobre si mismo, ya estaba de casa en casa debido a los novios de su madre. Muchas veces se preguntaba si sería diferente si su padre se lo hubiese llevado. Tal vez no. Si no lo hizo, es porque era igual o peor que su madre. Sabía que su madre sólo lo llevaba consigo por obligación. Si fuera por ella, lo hubiese abandonado hace mucho. Claro que no quería parecer una mala madre ante la sociedad y todos sabían de su existencia debido a que había presumido mucho de su nacimiento por quien es su padre. Lástima que Chan ni siquiera lo recuerda. No es como si Chan se esforzara mucho en recordar. Todo lo que tiene son malos recuerdos.

Su madre siempre lo dejaba con tal de complacer a su nuevo novio, mientras él estaba ahí existiendo. Su madre parecía una nueva persona con cada operación y a estas alturas Chan podía reconocerla solo porque lleva con ella desde su nacimiento. Era todo un asco, y muy en el fondo, Chan deseaba tener a alguien a su lado. Alguien con quien hablar de sus problemas, alguien con quien jugar, o al menos alguien para salir a pasear. Todos a su alrededor eran iguales. Chan sufría de depresión y nadie lo notaba porque no hay razón para que un niño de nueve años sufra de depresión.

Chan pasaba demasiado tiempo solo. No era bueno para su salud mental, y mucho menos cuando estaba sin supervisión. Veía la televisión. Veía series y películas de todo tipo. Sabía lo que era el suicidio y lo había contemplado en más de ocasión. Sabía que era un estorbo para su madre al final de cuentas. No sería gran diferencia si se iba. La único que lo frenaba era esa pequeña esperanza de que el novio del próximo mes de su madre sea una persona más decente, y que por supuesto durara mas de un mes. Las cosas no iban funcionando a decir verdad. No recuerda cuantas veces se ha mudado, cuantas veces los chicos de la nueva escuela o ciudad lo mira mal por culpa de su madre, y un sin fin de cosas más. Era un caos al final de cuentas. Nadie lo escuchaba y nadie lo haría.

Ese día se estaban mudando, de nuevo obviamente. Este nuevo novio se había asegurado de dejar todo listo antes de la mudanza, o sea que por ese momento no habría remodelación. Chan solo fue a lo que sería su habitación y se tiró a su cama. Se quedó dormido, pero despertó a mitad de la noche por ruidos extraños. Y si, su madre y su nuevo novio estaban haciendo sus cosas. Chan también sabía lo que era el sexo, y obviamente a esa edad, lo encontraba asqueroso. Chan sabía muchas cosas, demasiadas, y tal vez saber todas esas cosas era lo que le hacía infeliz. No tenía la vida de un niño normal, nunca la tuvo y nunca la tendrá.

Escuchando esos ruidos de fondo, solo miró al lado. Ahí estaba el escritorio que le habían puesto para sus estudios y notó que había una pequeña navaja para cortar papeles. Lo pensó tal vez una hora mientras tenía la navaja en sus manos. Se detuvo al final porque tal vez, solo tal vez, este nuevo novio fuera la respuesta. El fin a todos sus días tristes. Dejó el pequeño objeto de nuevo de lado y decidió ponerse los auriculares conectados a su MP3 mientras se quedaba dormido de nuevo.

Desde hace un tiempo era un rutina pensar en el suicidio, pero al final se arrepentía pensando en que tal vez este nuevo novio era la respuesta para salir de su momento infeliz. Tal vez, sólo tal vez. El problema es que solo era tal vez. Eran demasiados tal vez para la pequeña cabeza de Chan. Se preguntaba cuánto tiempo podría aguantar en esa soledad.

.
.
.

Cuando Chan cumplió lo diez años, había dejado de pensar en el suicidio de manera frecuente. Cuando conoció a los chicos, en especial a Minho, dejó de pensar en eso por completo. Había encontrado por fin a personas que lo entendían, que lo escuchaban, y sobre todo, siempre estarían ahí, a su lado. Al final, no era la única persona sola en el mundo. Estaba agradecido de nunca haber cedido a irse por el camino fácil. Si hubiese tomado ese camino, no estaría ahora con esas asombrosas personas que le hacían sonreír día tras día.

Y les habló. Les habló de cómo había pensando en el suicidio, de cómo se sentía solo. De cómo deseaba tanto tener a alguien a su lado que lo escuchara.

-Bueno, ahora tienes a más de una persona a tu lado. -era lo que le había contestado Minho con una hermosa sonrisa adornando sus labios.

Y Chan sonrió también. Minho tenía razón. Tenía a más de una persona a su lado. Estaba agradecido con todos ellos, pero estaba profundamente agradecido con Minho. Minho era especial. Tenía esa pequeña aura que a Chan le gustaba mucho. Era algo diferente que no sabía describir. Se sentía feliz y cómodo estando a su lado. Fue en ese momento que comenzó a plantearse que tal vez, solo tal vez, Minho podría ser su mejor amigo. Y si, habían muchos tal vez de nuevo, pero era un tal vez con el que estaba cómodo, porque muy en el fondo, ese tal vez sí lo hacía feliz. Ser mejor amigo de Minho era una posibilidad que le agradaba. Ahora sí estaba dispuesto a tomar ese pequeño riesgo. Solo tenía que pensar en una manera de preguntarle si quería ser su mejor amigo.

Chan había encontrado ese pequeño lugar en el que podía sentirse él mismo y sentirse seguro. Era feliz con sus amigos, esos amigos que buscó por tanto tiempo. Al final, sí resultó que ese nuevo novio de su madre fue la salvación. Era un asco. Kyungoh era un asco total, pero al menos había encontrado un lugar perfecto para mudarse. Chan ahora era feliz junto a sus amigos. Era feliz junto a Lee Minho.

Two boys, one sweater and other sad thingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora