Capítulo 18. Una mayor y un pequeño irlandés.

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Narra Ane

No te enamores. No te enamores. No lo hagas. Solo es un chico más me regaño a mí misma al no poder dejar de admirarle, aunque claro, ¿cómo dejar de hacerlo? si se ve increíblemente perfecto, desde su pelo rubio y desordenado hasta sus zapatos que -al igual que mi vestido- son formales pero informales. Parece que he acertado con el estilo de la ropa, lo cual me hace sentir un poco menos nerviosa, pero aún así, eso ya es demasiado para mí.

--Estás...preciosa-murmura, también escaneándome, haciendo que sienta un pinchazo en medio del pecho que decido ignorar.
--Nada en comparación contigo-admito, pese a que de inmediato me muerda la lengua, pero es que no lo he podido evitar. Mi subconsciente es mucho más poderoso de lo que pensé.
--Gracias-responde en voz baja, con un escandaloso sonrojo en sus regordetas y adorables mejillas-¿Nos....nos vamos?-pregunta amable.
--Sí, sí, claro-confirmo antes de coger una chaqueta fina y salir de casa.

Hacemos el camino a pie, ya que me supongo que no sabe conducir, y en poco tiempo llegamos a un restaurante, que siguiendo nuestra ropa, es formal pero informal, lo cual agradezco, ya que no quisiera desentonar, aunque a lo largo de toda la cena me doy cuenta de que desentonar hubiera sido lo mejor que me hubiera podido pasar, ya que cenamos sin cruzar más de dos palabras para pedir la comida o salir de allí despidiéndonos del camarero que nos ha atendido.
De la misma manera que hemos ido de casa al restaurante, volvemos, a pie, y en silencio, sintiendo cómo no estoy haciendo un buen trabajo como chica en una primera... ¿cita? Sí, bueno, supongamos que es una cita, solo por darnos el capricho de estar en mi mente y que nadie me pueda escuchar, manteniendo intacto mi orgullo, pero de igual manera, siento que esto no está funcionando, ya que se está convirtiendo en la cita más aburrida de todo el universo, y tampoco quiero que se lleve una imagen mía de aburrimiento.... espera, ¿desde cuándo me importa la imagen que él tenga de mí? Mierda, estoy cayendo de nuevo... Me golpeo a mí misma mentalmente y prosigo caminando callada junto a él, mientras acaricio mis brazos, ya que siento algo de frío, haciendo que de inmediato él coloque su chaqueta por encima de mis hombros, provocando así el tercer cruce de palabras de toda la noche.

--Gracias...-murmuro cogiendo la chaqueta con una de mis mano para que no se resbale y vaya al suelo.
--No hay de qué-se limita a decir, algo de dolor y tristeza llenando su voz.

Muerdo el interior de mi mejilla, ya que no solo no estoy haciendo esto bien, sino que él piensa que es él quien no lo hace bien, nada más lejos de la realidad, ya que el pobre muchacho es el que trata de hacer que todo esto siga adelante, sacando temas de conversación, invitándome a cenar, prestándome su chaqueta...regalándome... ¿una rosa?
Confundida por encontrar dicha flor en mi campo de visión, tan cerca de mí, decido alzar la mirada para ver cómo él me la ofrece nerviosa, con un cierto tembleque en sus pálidas manos.
De nuevo siento ese pinchazo molesto en la mitad de mi torso, y de nuevo lo ignoro mientras sonrío ante su regalo, cogiéndolo sin pensar.

--Muchas gracias, es preciosa-confirmo mirándola detenidamente.

Ni siquiera sé de dónde ha salido, tal vez hayamos pasado por tiendas o puestos con ellas y no me haya dado ni cuenta dado el nivel de aturdimiento en el que me encuentro.

--Como tú-oigo que susurra muy en bajo, como si no quisiera que lo escuchara, mientras camina con las manos en los bolsillos de su pantalones, caminando cabizbajo junto a mí por la calle fría y vacía en la que nos encontramos, hasta que finalmente llegamos a casa.

Me quedo frente a la puerta de casa sin saber muy bien qué hacer ni qué decir ahora, cogiendo esa bonita flor con cuidado para no perderla, sintiendo los latidos de mi corazón descontrolados de una manera que me provoca náuseas solo de pensar a qué se deben, pero joder, no quiero admitir algo así, ¿por qué iba a admitirlo? ¿por qué volver a mostrarme vulnerable ante una persona que me hará daño? ¿qué sentido tiene? Y por mucho que busco no encuentro ninguna clase de respuesta, lo cual hace que cierre los ojos con fuerza al tiempo que aprieto los dientes, mientras él solo mira al suelo con indiferencia, supongo que replanteándose el querer insistir en salir conmigo o al menos en su intento prácticamente incansable de ello.

--Me lo he pasado muy bien-se me ocurre decir, queriendo golpearme a mí misma, lo cual solo hago mentalmente al haber dicho lo más estúpido que pasaba por mi mente.
--Y yo-responde él en tono bajo y parece que poniendo todo su esfuerzo en mantener su mirada en la mía.

No te pongas a llorar. Por favor no te pongas a llorar le pido mentalmente para que no me haga esto, ya que si lo hace no sabré cómo reaccionar, o peor, sabré cómo reaccionar haciéndole todo el daño posible, porque sí, porque así soy yo, porque me he negado al amor y no voy a cambiar eso por él... ¿verdad?

--Bueno...-murmuro sacando las llaves de mi bolso-esto...adiós-confirmo antes de abrir la puerta dispuesta a entrar en casa, mientras siento esa punzada de nuevo en mi estómago, que parece que es una cuerda enganchada a mi interior por un extremo, y al suyo por otro, haciendo que sienta ese malestar cada vez que trato de alejarme de él, mental o físicamente.
--Adiós-es lo único que escucho antes de abrir la puerta del todo.

Doy un paso dentro de casa, sintiendo esa cuerda dentro de mí tirarme con tanta fuerza que llevo mi mano a mi estómago.
No por favor, Ane, no lo hagas pienso mordiendo mi labio inferior con fuerza, con la cabeza gacha y los ojos cerrados, mientras siento una sonrisa involuntaria salir de mis labios Ya estamos... mi conciencia niega con la cabeza y una mano en la frente, sabiendo que esto no será nada bueno, pero... bueno, tal vez sea él quien cambie toda mi visión acerca de los hombres, tal vez sea con el que siempre debió estar, o puede que tan solo haya tenido suerte y por ese motivo me esté dando media vuelta, mientras mando a la mierda todos mis principios, mis sentimientos y mis más profundos pensamientos, sintiendo esa cuerda imaginaria producto de mi cabeza medio trastornada, aflojarse mientras veo a Niall caminar por la fría acera, con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha, supongo que tratando de alejarse lo suficiente como para llorar a gusto y sin que nadie lo vea, pero creo que eso no va a pasar esta noche.

--¡Niall!-grito su nombre en lo que comienzo a caminar por el mismo sitio por el que él se está yendo-¡Espera!

Eso hace que él se detenga, dándose media vuelta y deteniéndose para mirarme confuso, aún en la acera frente a mi casa.

--¿Si?-pregunta dudoso en cuanto llego hasta él todo lo rápido que puedo
--Se te olvida algo-murmuro quitando su chaqueta de mis hombros mientras mis ojos están puestos en él.

Ojos azules, inocentes, puros. Pelo rubio, no natural, pero rubio, desordenado y adorable. Nariz del tamaño que toda nariz debe de tener; uno acorde con la cara de quien la tiene. Labios rosados, ni finos ni gruesos, ocultando esos dientes torcidos de niño bueno. Complexión delgada, la normal para cualquier chico de su edad aún en proceso de desarrollarse. Un aura tranquila, sincera y llena de buenas intenciones que no he querido ver hasta ahora.
Joder, ¿tenía que ser exactamente mi prototipo de chico ideal? o peor aún ¿he tenido que negarlo durante todo este tiempo?

--Oh sí-dice aún en ese tono bajo, sin darse cuenta de que lo acabo de escanear y catalogar como "Chico perfecto"-mi chaqueta-confirma dispuesto a cogerla-grac...

Y antes de que termine la frase, mis manos ya están en el cuello de su camisa, atrayéndolo hacia mí, no con dureza, sino con necesidad, una necesidad que no sabía que tenía, aunque puede que siempre haya tenido, puede que incluso antes de conocernos, o puede que tan solo desde antes de nuestro propio nacimiento, no lo sé, no estoy segura, pero ahora mismo me da bastante igual, y lo único en lo que puedo pensar a parte de eso es en lo dulce, tierno y torpe que me resulta este primer beso que me corresponde después de un par de segundos que le ha tomado aceptarlo, pero que por ese motivo, él ya decide cogerse las confianzas suficientes como para colocar sus manos en la parte baja de mi espalda. Me pega más a él, mientras mi cabeza piensa en una tercera cosa, que es el hecho de que puede que me haga tanto o más daño que Adam, que puede que definitivamente me haga odiar a los hombres o incluso a la especie humana, pero que hasta que ese momento llegue, hasta que llegue ese instante en el que quiera arrepentirme de todo esto, de toda esta locura, lo disfrutaré, porque ya tendré tiempo de arrepentirme.

Aunque simplemente nunca llegué a hacerlo...

--También se te olvidaba esto-digo con voz jadeante, mi frente pegada a la suya, con mis manos aún en su camisa y una sonrisa estúpida llegar a mis labios.

Él se me queda mirando a los ojos, haciendo que me sienta pequeña y hasta indigna de poder admirar un color azul tan puro y bello, pero sin embargo no puedo dejar de hacerlo, y simplemente espero a que él reaccione, cosa que ocurre tras treinta segundos, el tiempo suficiente como para darme cuenta de como toda su cara se pone colorada y como una sonrisa puede que igual de estúpida que la mía, pero sin duda más grande, feliz y bonita, se forme en sus labios.

--No sabes lo feliz que me acabas de hacer...-contesta sin perder esa sonrisa de su rostro, que hace que sienta algo invadirme el pecho, algo bueno y cálido, puro y agradable, como él.

Nos quedamos por un minuto que más bien parece un placentero y hermoso milenio, sin separarnos, mientras yo pienso en que me toca decir algo a mí, pero simplemente no encuentro las palabras adecuadas, o puede que sí las haya encontrado, que las encontrara hace días, que las encontrara cuando le conocí, pero que no las haya querido decir, solo por mi escudo anti sentimientos que tan bien me ha servido durante este tiempo, pero del que me he tenido que deshacer si realmente quiero intentar algo con Niall.

--Te...quiero ¿vale?-susurro creo que tan bajo que no se puede oír, aunque claramente me equivoco al escuchar una voz más que conocida para mí.
--¿¡TANTO TE COSTABA ADMITIRLO?!-grita el que sé que es mi hermano pequeño, haciendo que me separe con premura de Niall para darme media vuelta y verle asomado en la ventana con una sonrisa burlona pero tierna en la cara

Ante ese comentario, el rubio que tengo frente a mí ríe, haciendo que mi atención se aleje de mi hermano y en las maneras dolorosas de hacerle pagar porque me haya estado espiando, para poder admirar ese sonido angelical que es su risa, y así poder percatarme de que su risa hace juego con el resto de él: es simplemente un sonido perfecto.

--¿¡QUIERES IRTE A DORMIR Y DEJARNOS EN PAZ?!-le grito como respuesta sin importarme los vecinos ni mis padres, que seguro que también han visto la escena desde algún lugar de mi casa, solo importándome el rubio y lo que piense de mis voces habituales, pero que al escucharle reír de nuevo, se me olvide, ya que no parece importarle uno de mis principales defectos.
--Vale, vale...-responde mi hermano en tono de rendición, mientras se mete para dentro, cerrando la ventana en cuanto está dentro por completo, echando las cortinas, y así dejándome tranquila del todo.
--Tienes una curiosa familia-habla Niall, haciendo que frunza una ceja confusa.

Él solo señala con un dedo a mi espalda, haciendo así que me dé la vuelta rápidamente, sin querer realmente creer lo que estoy viendo: mis padres observarnos sin pudor ni vergüenza alguna; mi padre con indiferencia, mi madre con una expresión que no sé muy bien cómo descifrar, pero que no me gusta para nada, en absoluto.

--Perfecto...-susurro dejando caer mi cabeza en su hombro.
--¿Qué pasa?-pregunta él tranquilo y aún con un humor increíble, colocando un mechón de mi pelo que cae fuera de su ligar.
--Que en esta casa no se puede tener intimidad-bufo de mala gana por ese hecho.
--Ni en esta ni en ninguna-dice con una risa suave, que hace que mi mal humor se esfume sin más-Será mejor que vayas antes de que a tus padres se les ocurra castigarte, o peor, venir a por ti-comenta con cierta diversión.
--Sí, mejor será-confirmo levantando mi cabeza de su hombro.

Nuestros ojos se encuentran de nuevo, sintiendo un chispazo que en cierto modo es agradable, y sin pedir permiso ni pensarlo mucho más, nos acercamos el uno al otro el paso que nos separa, para hacer que nuestros labios se reencuentren de manera corta, pero igual de increíble y simplemente perfecta.

--Hasta mañana-susurra con dulzura, casi contra mis labios
--Hasta mañana pequeño irlandés-respondo con una sonrisa divertida, haciendo que él alce una de sus cejas.
--¿Pequeño?-la confusión clara en su voz, acompañada de la diversión.
--Sigo teniendo un año más que tú-alardeo con falso aire de diva.
--Uhh...una chica mayor...-contesta con una burla que no me tomo a mal ni mucho menos.

Golpeo con cariño su pecho, haciendo que él ría con fuerza, negando con la cabeza, antes de dejar un beso en mi mejillas y ya sí, después de todo lo ocurrido, de todo habiendo salido inesperado, y de que mi chaqueta haya vuelto a él, cada uno se va a su respectiva casa, cosa que yo hago sintiendo esa sonrisa en mi cara que trato de apartar, pero que no puedo, por lo que tan solo la disfruto, acariciando mis labios con las yemas de mis dedos, sintiendo aún su presencia.
Según entro en casa, cerrando tras de mí la puerta, y aún sin rastro de mis padres, mi móvil comienza a sonar dentro de mi bolso, haciendo que rebusque molesta al no encontrarlo, pero que me extrañe cuando lo hago y veo que me está llamando un número que no tengo guardado en la memoria del teléfono, por lo que algo confusa contesto.

--¿Si?


--Ya te echo de menos...-su tierna y dulce voz es lo que oigo al otro lado de la línea, lo cual me sorprende, pero hace que sonría aún más si cabe.
--¿Niall?-pregunto confundida-¿Cómo has conseguido mi número?
--Sabía que tú no me lo darías así que se lo supliqué a Martha-me confiesa mientras noto como en sus labios debe de haber una sonrisa tan grande como la mía.
--Te lo habría dado-admito dejando mi bolso en la entrada-eso y todo-añado quitándome los zapatos dispuesta a subir a mi cuarto-tu sonrisa es capaz de que te dé y te permita todo...
--Nunca pensé que oiría eso de mi sonrisa-contesta en un tono que denota diversión, pero puede que también algo de vergüenza por mis palabras dulces hacia él.
--Pues sí, lo es, perfecta, como tú-me atrevo a decir, mordiendo mi labio según lo digo, sintiéndome nerviosa con ello, ya que no estoy acostumbrada a decir esa clase de cosas.
--Más quisiera yo-contesta él, el tono divertido aún en su voz.

Me dispongo a subir las escaleras, cuando doy con mi madre, con sus ojos castaños mirándome bajo un ceño algo fruncido, con los brazos cruzados sobre su pecho, lo cual me da a entender que tengo que "darle explicaciones" a lo que suspiro molesta, antes de volver mi atención al rubio.

--Tengo que colgar-admito con algo de pena-Buenas noches.
--Buenas noches-confirma él-Espero volver a verte en mis sueños

Y sin ser necesario decir nada más, la llamada se corta, haciendo así que mire mi móvil con una sonrisa de idiota, mientras mi conciencia sigue quejándose por haber vuelto a caer en un hombre, pero bueno, ya habrá tiempo de lamentarse, ahora solo es tiempo de poner la atención en la mujer que me dio la vida y en su pose de que es necesario hablar de algo.

--¿Qué quieres, mamá?

I was stupid for letting you go... (SUBIDA LENTA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora