13º "Desesperanza."

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Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a NaokoTakeuchi, solo los utilizo porque me gusta perder mi cabeza en historias locas.

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Senderos Perdidos

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13º "Desesperanza."

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Minako

Él estaba mirándome desde la puerta, y aun cuando le di la espalda, podía sentir su presencia ahogándome. No dijo alguna cosa, solo contentándose con mirarme a lo lejos mientras yo secaba mi cabello húmedo.

Parecía haber pasado una eternidad desde los días en que yo sonreía a cada acción que hacía para Saijo, con tal de engatusarlo. Solía encantarme hacer estas cosas, seduciéndolo con las acciones más banales mientras él y su mente enferma me espiaban.

También parecía que fue hace años que estuve sentada sobre la cama de Yaten, cepillando mi cabello después de ducharme, y él me miraba mientras ambos pretendíamos que daba igual, que solo era calentura lo que existía entre nosotros. Pero cuando él me miraba hacer cualquier cosa, sonreía de una forma tan distinta, con emoción, nervios, algo que me costaba explicar pero me hacía sentir tan importante.

Pero más que su mirada sobre mí, amaba cuando jugaba con mi cabello, cuando podía tenerlo con sus ojos clavados en mí para poder apreciar lo bella que era su mirada. Un entendimiento silencioso que me recordaba a diario que todo iba a estar bien. Y aun ahora que él estaba muerto, intentaba no olvidar el recuerdo de sus ojos, por miedo a perder la fuerza para salir de aquí.

Los días pasaban tan lentos, y costaba tanto mantener la calma y ser paciente, seguirle la corriente a Saijo y de a poco ir recuperando el buen trato. Pero aun existían esos instantes en que yo me quejaba, en que evitaba su cercanía o lo insultaba, y él se desquitaba conmigo ante cada desobediencia, acusándome de provocarlo a hacerme daño.

Las heridas en mi cuerpo dejaron de importar cuando logré volver a centrarme en mi único objetivo. Ningún dolor físico iba a superar lo que ya estaba dañado en mi cabeza, y aun así, sabía que iba a todo valer la pena en el momento en que él creyera en mi rendición y pudiera al fin ver la luz.

Aun cuando me costaba mirar al espejo y reconocerme, sabía que si no seguía adelante con todo esto, iba a perder todo lo que aun quedaba en mí de la mujer que solía ser. Saijo me había roto por completo, y estoy haciendo cosas que jamás habría hecho, teniendo pensamientos que creí jamás serían parte de mí. Y solo deseaba poder salir y no perderme por completo. O no podría mirar jamás a la cara de Serena.

—¿Estarás ahí mirándome hasta que termine con mi cabello? —pregunté, rompiendo la tensión.

—Verte así de tranquila me vuelve loco —admitió. Aunque intenté no pensar en su grado de locura.

—Tranquila como un adorno en tu casa —murmuré.

Saijo se acercó, y aun no nos mirábamos, pero su mano en mi hombro me alertó. No era presión, era una suave caricia que intentaba calmarme.

—No como un adorno. Tranquila, como si comenzaras a entender al fin que este es tu hogar, que es donde perteneces —explicó.

Hogar, esa palabra que sonaba tan distante a mí en este momento. Si cerraba mis ojos casi podía imaginarlo, pero no era más que eso, imaginación. Yo no tenía un lugar donde pertenecer.

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