18º "Armas."

49 7 4
                                    

.

Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a NaokoTakeuchi, sólo los utilizo porque me gusta perder mi cabeza en historias locas.

.

.

.

Senderos Perdidos

.

.

18º "Armas."

.

.

Yaten

El tiempo no estaba a mi favor, tampoco mi paciencia, y por más que caminaba inquieto de un lado a otro de la habitación, sabía que mi respuesta no daba para mucho análisis. Pero quise seguir pretendiendo un rato más, necesitaba creer que había una forma de convertir mi estupidez en un giro maestro para hacer pagar a Kakyuu por todas sus mentiras. Porque ese pensamiento era mucho más tentador.

Sé que debí esperar por mis hermanos, que con el conocimiento de Taiki sobre cómo funciona el laberinto creado por todas estas familias, pudimos haber creado un plan bien trazado, mucho más seguro. Pero al final había decidido que tenía que salir de ahí solo.

¿Cómo podía ser de otra forma? Mina tiene razón, demasiada razón sobre mí, y no iba a permitir que existiera alguna posibilidad de que alguno de los que quedaron en el lugar del que escapé, saliera dañado. Incluso protegería a esas mujeres que tan mal se portaron conmigo, porque eran la familia de Mina, y aunque ella negara cualquier lazo, seguían siendo su sangre. Era ese quizá uno de nuestros rasgos en común, querer evitar que el otro sufra.

Así que finalmente yo había sido un títere muy útil en la cárcel de los Black, movido sin problemas al antojo de Kakyuu. Y me quedaba un acto final, que no podía asegurar del todo que sería realmente una forma de terminar con los años de violencia y muertes que nos rodeaban.

La puerta se abrió suave, pausada, como todo lo que ella hacía en su exterior, pero al mirarla pude notar otra vez esa mirada tan dura y determinada que había descubierto demasiado tarde.

—¿Qué será de nuestro día, Yaten? —preguntó, acercándose a mí.

—Vienes sin ningún cuidado a que pueda atacarte —respondí, evadiendo lo que ella quería saber de mí.

—Si fueras a matarme, ya lo habrías intentado. Eres más inteligente que eso, no harías algo que te costará la vida —resolvió sin mucha vuelta.

Es cierto, cualquier intento por lastimarla, sería mi fin, considerando la seguridad a su alrededor. Pero me cuesta definir qué es lo que pretende, y no tener el control sobre esta situación me estaba volviendo loco.

—Acompáñame —ordenó, saliendo de allí, sabiendo que yo caminaría tras suyo.

En el jardín nos esperaba una mesa servida con té, café, pasteles, y un pequeño arreglo floral decorándola, una postal de felicidad inexistente. Continué mi camino, porque no me quedaba otra que seguirle la corriente por un tiempo más, hasta que lograra definir cuál sería mi jugada.

Nuevamente nos vimos sentados frente a frente, mirándonos en silencio mientras nos servían lo que cada uno eligió beber, la única real elección que me permitía en este momento.

—Mi padre le siguió la pista por años a Ryosuke Kou, siempre supimos que tu hermano mayor trabajaba para los Aino —relató.

Todo el mundo, al parecer, sabía la verdad. Nunca estuvimos a salvo, siempre fue cosa de tiempo antes que todo se derrumbase sobre nosotros. No existían realmente los secretos, los únicos ignorantes fuimos los que quedamos en el camino, creyendo tener vidas normales. Minako y su hermana, Seiya y yo, vivimos en una burbuja que realmente nunca existió

Senderos PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora