17º "Elecciones."

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Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a NaokoTakeuchi, sólo los utilizo porque me gusta perder mi cabeza en historias locas.

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Senderos Perdidos

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17º "Elecciones."

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Minako

Tomé una gran bocanada de aire, intentando tomar también todo el valor que me faltase, para lo que sea que viniese en el camino. Hace un buen rato había amanecido, e intenté que la claridad que entraba por la ventana, iluminase un poco mi cabeza, o al menos mi corazón.

Estuve bastante rato sobre la cama, tendida mirando el techo y calmando mi llanto. No había podido dormir, sólo notaba mi cuerpo perdiendo el calor, volviendo a sentir el dolor por lo lastimada que estaba, y quise retener cada sensación que él había dejado en mí. Pero mis labios ya no estaban tan sensibles por sus besos, y aunque había sido feliz de tenerlo, el placer no iba a durar por siempre.

Al fin entendí que no podía permitirme seguir llorando por dejar ir a Yaten de mi lado, así que salí de la cama. Esta habitación era un lugar desconocido para mí, y no tenía mucho que hacer, así que fui a lavar mi cara, intentando despertar lo suficiente como para entender que esto seguía siendo la realidad.

Me vestí, volviendo a usar su ropa, porque era todo lo que tenía, y al fin salí de la habitación.

Recordaba vagamente dónde habíamos estado los cuatro escondidos, pero tampoco me pareció lógico que Serena se encontrara en esa habitación. Y no sabía dónde buscarla.

—¿Estás reconociendo tu hogar? —preguntó una voz a mis espaldas, y me alegró que de las tres, fuese Lita.

—Quiero ver a Serena —le informé.

—Te llevaré a su habitación —anunció, y luego me miró de pies a cabeza —mandaré a tu habitación algo de ropa y cosas de aseo, si necesitas algo más sólo tienes que pedirlo.

—No necesito nada en realidad, sólo verla a ella —le informé —. Pero gracias.

—Este lugar te pertenece tanto como a nosotras —agregó, y sé que Lita quiere acercarse, hacerme sentir parte de todo esto, pero es tan difícil aceptarlo.

—No lo creo, y supongo que las demás tampoco —respondí, porque por más que ella nos acepte, las otras nunca han sido muy simpáticas.

—Ami dice que debemos decidir qué haremos, así que cuando tu y Serena estén listas, saben dónde encontrarnos —me informó.

—¿Tendremos otra charla eterna? Porque si vas a salir con más verdades de las que hay que enterarse, no se me antoja —dije malhumorada.

—Hay que tomar una decisión.

—No, ustedes lo harán por nosotras.

—Mina, somos una familia ahora —insistió.

No servía de mucho escuchar que lo repitiesen una y otra vez. Porque mi única familia, era a quien yo quería ver.

—¿Cuál es la habitación de Serena? —pregunté.

Lita guardó silencio, comenzando a caminar para indicarme el lugar. Apenas se fue de allí, abrí la puerta con cuidado, porque seguro ella dormía. No importaba lo complicado de la situación, Serena siempre lograba conciliar el sueño.

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