12º "Vestigios."

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Disclaimer: Los personajes de esta historia pertenecen a NaokoTakeuchi, solo los utilizo porque me gusta perder mi cabeza en historias locas.

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Senderos Perdidos

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12º "Vestigios."

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Yaten

Me sentí envuelto en paz, algo que me calmaba, y aunque no podía identificar qué era o dónde estaba, me quedaría la vida entera allí perdido con gusto.

Olvidé la última vez que me sentí así, puede que toda la vida la haya pasado con el peso de alguna tontería que yo no podía evitar, pero por un instante, todo parecía perfecto.

Yaten... —escuché a lo lejos, alguien estaba llamándome.

Sé que he escuchado antes esa voz, pero no recordaba a quién pertenecía. La voz repitió mi nombre, pero no tenía sentido escuchar a alguien que parecía estar hablando desde un lugar fuera de aquí.

Vi de pronto algo moverse a lo lejos, y la voz dejó de importar cuando me di cuenta de quién era la persona dejándose ver ante mí.

Su pelo suelto parecía flotar tras ella a cada paso que daba, y no pude evitar sonreír. ¿Era ella la paz que yo sentía? Porque la imagen parecía sacada de algún relato mitológico, como si ella fuese una diosa capaz de cualquier cosa que yo deseara.

¿Qué hacía Mina en este lugar? Sé que no es un ser mitológico ni nada muy sobrenatural, y necesitaba averiguar qué estaba pasando. Quise acercarme y preguntarle, obtener alguna respuesta que hiciera a todo esto tener sentido, pero mi cuerpo no me dejó avanzar. Solo pude mirarla, su rostro sonriente, su cabello largo que moría por tocar, haciéndome sentir que había pasado una eternidad desde la última vez que lo hice, y que la extrañaba tanto.

¿Dónde estábamos? No podía recordar lo que había pasado y de pronto ya no me pareció tan calmo este lugar.

Pero no podía salir de aquí sin ella.

Intenté gritar, hacer que mi cuerpo se moviera, pero ella comenzó a alejarse sin que pudiera hacer algo por detenerla. Su figura se perdió a lo lejos y cerré mis ojos, intentando no olvidar su rostro, guardar en mi memoria su imagen.

¿Yaten? ¿Puedes escucharme? —dijo nuevamente la voz, y entonces, con dificultad, logré abrir nuevamente mis ojos, viendo el rostro preocupado de mi hermano ante mí.

Ya no estaba en el mismo lugar, solo veía el techo blanco y mi cuerpo dolía, estaba agotado y no recordaba haber hecho algo que me hiciera sentir tan cansado.

—Al fin despertaste, estábamos tan preocupados —dijo un poco más aliviado.

¿Dormí mucho tiempo? ¿Dónde estábamos en ese instante? ¿Dónde estaba Mina?

Quise moverme para ver el lugar, pero no pude, no entendía el dolor ni lo que Seiya decía. Y mi garganta estaba tan seca que me costaba sacar mi voz, pero tuve que intentarlo si quería comprender lo que estaba pasando.

—¿Qué me pasa? —pregunté en un débil murmullo.

Seiya apartó la mirada y entonces lo seguí, notando el equipo médico que, al parecer, estaba monitoreándome.

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