DIEZ 🌺

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Jennie nunca supo y jamás pudo adecuarse a los acontecimientos que sucedieron en su entorno en tan pocos días, o podría llamarle horas. Ahora mismo se veía a ella misma largando lágrimas  mientras sostenía a Nam de los hombros, intentando darle un poco de consuelo, su vestimenta negra iba acorde con lo que sucedía allí.

Consolaba a un Nam que lloraba desconsolado mientras aferraba sus manos al cajón de su madre y del otro lado tenía a su padre que también descansaba tranquilamente sin sufrir.

Ninguno había podido sobrevivir a las operaciones que fueron sometidos, recordaba la noche anterior cuando le dieron la dura noticia a su amigo quien estaba acompañado por Jin, Lisa y ella.

Su corazón se rompió cuando escuchó el veredicto que tenía el médico, negándose a si mismo Nam quería verlos, y pedía que sea una mala broma que él podría perdonar, pero no fue así.

Abrazándolo mientras intentaba darle fuerzas, se vio a si misma recordando lo sucedido su madre y cuanto deseó tener a personas que la contuvieran, tal vez, en aquel momento hubiera sido un poco más fuerte si tenía a alguien con quien descargar su pesar.

Alzó la vista encontrando a gente que no conocía pero que también lloraba por las personas que estaban a punto de ser enterradas.

- Le daremos sagrada sepultura... - Aquella frase tan conocida para ella y tan odiada a la vez, resonó en los oídos de todos y pareció ser un disparador para que el castaño se aferrará más al cajón, mirándose con Jin, le pidió con súplicas que lo sacará, sería doloroso pero nada podrían hacer.

-¡No! ¡No! - Gritó el mayor cuando sintió los brazos de Jin sobre los suyos para alzarlo, no aceptaba la realidad de su vida y cuanto tardaría para ello, sus padres eran todo lo que tenía y ahora quedó solo a la deriva.

Se sentía abatido mientras sus piernas se aflojaban por caer, quería caer junto a ellos, sentirse nuevamente amado por los seres que le dieron la vida. Él nunca estuvo preparado para esto, deseaba que sus padres le sonrieran nuevamente como siempre lo hicieron, no los quería allí, muchas veces trato de convencerse que era un jodido sueño y que despertaría teniéndolos de su lado mientras reían por sus malos chistes.

Aferrándose al abrazo que Jin le propinaba, no quiso ver cuando ambos cajones comenzaron a bajar, el papeleo había sido un infierno para él, aún más lo era ver semejante escena, tan cruda pero verdadera. Debería decirles adiós, aunque no quisiera.

Sería una despedida forzosa, pero no duraría demasiado. De eso estaba seguro...

<...>

-¿Cómo te encuentras tú? -Lisa le preguntó a la pelinegra que estuvo callada desde que llegó a su habitación.

Sí, Jennie fue donde Lisa. Apenas llegó a su hogar, fue asaltada con un montón de insultos por parte de su padrastro y era algo que no tenía ganas de pasar, por el momento no quería ser insultada tan vilmente como lo hacía HyungMin.

Con ella se encontraba en paz y aunque suene extraño, se sentía conectada con su persona de alguna forma, Lisa le traía un alivio consigo que eso le agradaba demasiado, a pesar de que sus ojos gritaban todo el dolor que tenía adentro, la chica se esforzaba por tener una sonrisa siempre sin importar lo que sucediera.

- Bien, creo - Murmuró dándole una pequeña mueca. - No deseaba ir, me hace mal ver tanta mierda junta en pocos minutos u horas, ver a Nam así me ha dejado mal y... No pude evitar pensar en mi madre - Confesó largando las últimas lágrimas que quería largar aquel día.

A Lisa se le estrujó el corazón cuando notó como Jennie intentaba con desespero detener el sollozo que estaba atorado en su garganta, acercándose con las muletas - Sí, ya había dejado de lado la silla - se sentó de su lado mientras repartía pequeñas caricias en su espalda.

-...Sí quieres decirme, aquí estoy para escucharte y si no estás lista para soltarlo, lo entenderé. - Musitó con su voz hecha un hilo, pero haciéndola entendible.

Jennie la miró buscando alguna especie de trampa o algo malo que pudiera tener, pero lo único que encontró fue un rostro completamente cálido a sus ojos, alguien que inspiraba confianza pero también que deseaba escucharla, sin tener peros o alguna excusa.

-¿De verdad? - Susurró acorde al alejamiento que tenía con Jennie, ella asintió dándole una leve caricia en su espalda baja.

La pelinegra tomó una pequeña respiración mientras asintió, dispuesta a soltar una gran parte de su dolor, abrió su boca largando otra respiración, se encontraba nerviosa pero quería hacerlo, quería que Lisa la conociera;- Mi madre murió cuando yo tenía diecisiete años, yo me encontraba en la preparatoria... - Miró hacía abajo al notar como Jennie comenzaba nuevamente con sus caricias - fue un miércoles, ese día había discutido como acostumbraba - río con un poco de tristeza mientras se secaba las lágrimas que aún salían de sus orbes - jamás noté lo lastimada o herida que se encontraba, nunca reparé cuanto le molestaban mis actitudes  de una típica adolescente, jamás pensé por ella - Ahora volvió la vista encontrando unos hermosos ojos que la miraban, tenían un brillo especial - creo que nunca superó el divorcio con mi padre y para llenar aquel vacío se metió con el primer tipo que encontró - Murmuró aquello con un odio que la peliverde no paso por alto pero no le preguntaría, al menos no en ese momento. - ese día, la directora me llamó a su oficina para decirme que mi madre se había suicidado... - Respirando fuertemente, calmó el llanto que venía por ella. - La encontraron con profundos cortes en sus muñecas, ingirió pastillas con alcohol para que fuera más rápido todo... Hasta el día de hoy, recuerdo su rostro pálido, parecía estar en paz... En paz, muy en paz... Aún no lo supero y creó que jamás lo haré, he aprendido a vivir con el dolor.

Lisa podía entenderla, porque ella también seguía con ese dolor tan atroz y agudo que atravesaba tu cuerpo para dejarla indefensa contra cualquiera. Ella mas que nadie podía entenderlo muy bien.

Al notar como Jennie se quedó callada, la atrajo hasta ella como solía hacerlo, era su marca personal el sentarla en sus piernas.

Sintiendo como los brazos de ella lo rodeaban por el cuello, escondió su rostro en el pecho de la chica. Se sentía en paz.

- Tú madre está en paz, y tú debes estarlo también... Nadie elige como vivir la vida, la vida nos vive a nosotros de una forma distinta para cada uno, otros para bien y algunos para mal, pero tú Jennie, debes vivirla como ella hubiera querido que tú estés, prestas un servicio increíble hacía cualquier ser humano. Y te puedo asegurar, que ese hubiera sido su mayor orgullo, siempre lo fuiste, eras su hija y te amaba como fueras - Lisa habló desde el fondo de su corazón, para estos momentos tenía a Jennie mirándola con sus ojos brillosos.

Una sonrisa llena de significados se asomó por el rostro de la chica.

Un silencio para nada incómodo se interpuso entre ellas, Lisa no podía despegar la vista de aquellos labios que parecían ser tan apetitosos.

Jennie observó como la chica se lamió sus labios, no sería una tonta al negar lo obvio, quería besarla.

Pero Lisa pareció adelantarse a lo que ella tenía planeado hacer, atrayéndola con sus manos en el rostro de ella, cortó la poca distancia que tenían.

La besó.

El contacto para ambas fue un antes y después de lo que sería su relación.

Moviendo lentamente sus labios, Lisa pidió permiso para exigir un poco más y la pelinegra se lo dio sin ningún pesar.

Tocando levemente sus cabellos sedosos, Jennie se estaba dando una idea de cuanta obsesión tendría por los labios tan dulces que poseía la peliverde.

Las manos de Lisa fueron a parar a la cintura de ella para darle unas leves caricias que podrían quemarle hasta el alma.

911- JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora