¿Y si nuestro destino no existe?

Epílogo

"La maldad, aunque sea derrotada, siempre deja un rastro en el universo para encontrar un nuevo contenedor. Es como un ser sediento de sufrimiento y destrucción que va acumulando odio a través del tiempo y del espacio. Un día, este ser habrá acumulado el rastro de tantos villanos derrotados que será capaz de atravesar las distintas dimensiones espaciales para conseguir su objetivo más codiciado: tener el poder absoluto del universo. Su energía oscura llena de rencor y sed de venganza será capaz de apoderarse hasta del corazón más noble, llenando de miedo y pánico incluso a la dueña de la gema más poderosa.

Sin embargo, la dualidad del universo impedirá que aquel ser consiga su objetivo, pues, así como existe la oscuridad también existe la luz, y, para que el poder no corrompa al justo, siempre existirá una gema que sea equivalente. Así como dos piezas de rompecabezas se complementan, la plata y el oro forman una alianza inquebrantable que equilibrará cualquier intento por sabotear la paz del universo. Aunque sea la plata la más conocida y codiciada, el oro oculta el mismo poder y, en silencio, será quien devuelva el equilibrio al cosmos. Su dueño, un príncipe que no conocerá el increíble poder que oculta en su interior, tendrá la enorme responsabilidad de derrotar al mal acumulado en ese ser oscuro, salvando de la destrucción a todos, incluida su amada princesa. Aunque él crea que no será capaz, la fuerza más poderosa del universo será la que lo ayude a vencer y esa es... la fuerza del amor".

—¿De dónde sacaste eso, Serena? —me pregunta Darien desde la cocina de su departamento, mientras prepara algo para nosotros.
—Es una leyenda que Seiya me contó —respondo con una sonrisa en los labios, acurrucándome más en el sillón.
—¿Seiya? ¿Una leyenda? —repite con curiosidad.
—Sí. Dijo que la princesa Kakyuu se las contó en su planeta. Ellos creían que algún día este ser oscuro invadiría el universo y sería aún peor que el Caos.
—¿Y por qué no lo mencionaron antes?
—No lo sé —respondo, encogiéndome de hombros, mientras veo como Darien me mira—. Quizás lo habían olvidado después de que su planeta había sido destruido. Le preguntaré mañana a Seiya.
—¿Mañana? Pero, si mañana es sábado, Serena.
—¿Ah? ¡Es verdad! Lo siento... no se me quita lo despistada —acepto, tapando mi cara con mis manos.
—Aún así me gustas —escucho la voz de Darien en mi oído y levanto la mirada, asombrada de que llegara tan rápido a mi lado.

Me quedo embelesada con sus ojos azules que me trasmiten todo el amor que me tiene, ese amor que algún día me dijo que era más grande que el universo y que me lo demostró con creces en la última batalla.

—Te amo, Darien —le digo de pronto y él abre sus ojos debido a que no esperaba ese tipo de confesión en ese momento. Pero, su expresión cambia de inmediato por una sonrisa que derrite mi corazón por completo.
—Yo también te amo, Serena —asegura, inclinándose un poco hasta alcanzar mi frente, donde deposita un dulce beso.

Luego, rodea el sillón para sentarse a mi lado y recién ahí me doy cuenta de que trae dos tazas en sus manos.

—Está listo el chocolate caliente —me dice, entregándome una de las tazas.
—Gracias. Es perfecto para este día de invierno —acepto, tomándola con ambas manos para sentir su calor.

Afuera la lluvia cae a raudales, mientras vemos las gotas resbalar por los cristales de la ventana. Estamos a una semana de finalizar la escuela y como todos los viernes, pasé a ver a Darien al hospital, para después venir a su departamento. La rutina de todos los fines de semana, donde nos reunimos para tener citas y salir, se ha hecho imprescindible en nuestra vida, después de que aprendimos de que cada segundo juntos es lo más valioso en esta vida. Me bebo el chocolate sintiendo la deliciosa calidez de saberme amada por la persona más importante que existe en mi vida y esa sensación es maravillosa. No puedo evitar que una sonrisa se dibuje en mis labios, hasta que percibo los brazos de Darien rodearme con suavidad.