EXTRA

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—No puedo creer que estés haciendo esto.

—Estoy harto de que pases por encima de mi.

—¡No lo hago, es que tu no entiendes!

—Ya empezaste de nuevo. — Katsuki se quito su camisa y la arrojó a la ropa sucia. —Me largo, voy a dormir en el otro cuarto.

—Perfecto. — Murmuró el omega mientras la puerta se cerraba con fuerza.

Antes cuando apenas eran adolescentes que buscaban meterse en los pantalones del otro en cualquier oportunidad les era mucho más fácil resolver sus peleas tocandose el uno al otro, pero ahora era más difícil con su hija y una vida de adultos siendo héroes profesionales con estrictos horarios que cumplir. Les estaba pasando la cuenta en la educación de Akiko.

Shoto no quería ni oír de que había que corregirla con gritos y regaños por los propios problemas que tuvo en su infancia, ahora entendía a Enji, no soportaría ser tratado como él lo hacía con su padre. El alfa estaba harto de que cuando él intentará poner orden dándole unas pequeñas tareas que la niña fácilmente podría realizar o que la regañara por una travesura, nunca a golpes-no se atrevería a tocar a la dulce niña de esa forma-llegara Shoto para cargarla y llevársela a jugar y ver televisión.

La niña había encontrado el patrón entre sus papás, si quería algo tenía que pedírselo a Katsuki y si no quería hacer algo simplemente iba con el omega.

Shoto se acomodo en su nido para dormir ignorando que quedaba un poco del aroma amargo que tenía el alfa cuando se enojaba.

Katsuki se levantó en medio de la madrugada cuando un aroma extraño le pico en la nariz, al olfatear levemente rápidamente se cubrió la nariz al reconocer que era, mojo unas toallas en el baño y se las puso en la nariz antes de salir.

Su alfa gritaba internamente, omega, cachorro, no estas con ellos. Corre, corre.

Abrió la puerta de su habitación que era la más cerca que quedaba para encontrar a Shoto cubriéndose la nariz igual que el, le arrojó una de las toallas mojadas. Una mirada fue lo único que se dieron antes de salir corriendo a la habitación de la niña.

Shoto fue rapido en tomar a la niña en brazos y envolver sus manos en las toallas húmedas que tenía Katsuki, luego, ambos corrieron a su patio trasero con la niña aún dormida.

—No puedes ser, aun tiene tres. —El alfa le reviso las manos buscando alguna herida. —Cubrela con hielo, las toallas no sirven.

—Pero... —El omega callo ante el ligero humo que aún desprendían de las palmas de la niña, las cubrió con una capa ligera de hielo mientras intentaba despertarla.

Akiko abrió sus ojos y se alteró un poco al no estar en su nido rodeada del dulce aroma de su papá Katsuki ni del refrescante aroma de su papi Shoto, pero todo se calmo cuando reconoció a sus papás.

—¿Papi? ¿Estas bien? —La niña fue rápida en ver que algo andaba mal.

—Si, si, no te preocupes, todo está bien. —Shoto estaba revisando su cuerpo con la mirada tratando de no alterarla.

—No está bien. —Katsuki se arrodilló a su lado y le tomó uno de los brazos y se los enseñó.

Estaba irritado, rojo en diferentes partes indicando que no sólo se producía en sus palmas.

—Kats...

—Shoto, suficiente. Pudo ser peor y lo sabes.

—¿Qué? ¿Qué cosa? —ella preguntó mientras sus papás tenían una pelea de miradas, no le gustó ser ignorada. —Papi dime.

Omega [Bakutodo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora