Querida Luisita.
Tus palabras me paralizan. Por una parte me parece un sueño notarte a momentos receptiva con mis sentimientos. Jamás imaginé que pudieras sentir algo parecido a lo que sentía yo, me he pasado noches concienciándome de que era un imposible y una locura de la que no serías para nada participe. Y eso me reconforta un poco.
Por otra parte, tengo los mismos miedos que tú. Aunque quizás, en este juego de dos, yo me considero la impulsividad y tú podrías ser más la cabeza. Si ahora mismo me lo pidieras, cogería tu mano y me iría lejos de todo esto que nos impide avanzar. Cualquier chica de nuestra edad disfrutaría de este proceso tan bonito en el que te das cuenta que quieres que una persona forme parte de ti para siempre. Pero nosotras no podemos, solo nos invaden las preocupaciones por lo mal visto y lo mal tratado que está este tema en España.
No es algo agradable pensar en los "peros" de todo esto: Podemos intentarlo, pero a escondidas. Podemos querernos en silencio, pero con el riesgo de que nos pillen. Podemos formar una familia, pero solo de dos. Todo tiene detrás algo que no nos dejará nunca ser del todo felices, aunque ahora mismo, mi corazón me grita que estando contigo lo sería, sin necesidad de mucho más.
Pero tienes razón y hay que ser realistas, supongo que hay que sopesar todo, hablar y decidir. Y te mentiría si no te dijera que solo de pensarlo me rompe, porque estas historias siempre acaban igual.
Por otra parte, te quiero decir que no tengas prisa, Luisita. No quiero agobiarte y entiendo que necesitas pensar mucho antes de estar preparada para que nos volvamos a ver. No va a ser fácil, lo sé. Pero cuando te sientas capaz, yo estaré aquí para darte uno de esos abrazos que tanto dices que te gustan.
Solo de pensar tenerte entre mis brazos, sonrío, con mucho miedo, pero sonrío porque ese revoloteo de pájaros en el estómago cuando te tengo cerca, no puede quitármelo nadie. Ni tampoco los escalofríos cuando veo que te muerdes el labio con tu adorable timidez, ni la sensación de que el alma se me ensancha diez tallas cuando sonríes, ni la piel de gallina que produce una caricia tuya en mi piel. Las leyes y la caspa de este país nunca van a poder arrebatarme eso, y me engrandece imaginar la rabia que sentirán algunos al saberlo.
Siento que todo lo que digo es escaso y ridículo con lo que se me acumula en el pecho cuando pienso en ti, Luisita. Así que hasta aquí mi carta, solo deseo que reúnas pronto la fuerza suficiente para vernos y poder demostrarte todo con una mirada o apretando tu mano, pero esta vez de una forma distinta. No sé qué será de esta historia, solo sé que jamás he sentido tan fuerte y eso dejará huella, estoy convencida.
Te quiero.
Amelia.
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POSDATAS || Luimelia
FanfictionCuando el contexto solo te deja la opción de comunicarte a través de las letras... Aquí quedan las piezas de un puzzle que os invitamos a unir.