"Déjame ser otra cosa que no sea un cuerpo"
Gata CattanaEsa mañana el sol se levantó violeta y uno de sus rayos atravesó con decisión mi bandera feminista que Luisita había preparado la noche anterior.
Cuando la conocí, no sabía lo que era vivir de verdad un 8M. Al principio era un poco reacia. Era consciente de la necesidad de un colectivo y también apoyaba a su forma la causa, pero jamás había salido a la calle.
El año pasado fue su primera mani y las dos llegamos llorando emocionadas. Después de vivir aquello, se volcó en el movimiento y la noté mucho más consciente de todo, incluso creo que nuestra relación se volvió aún más sana.
Yo me considero una persona prudente, y no suele gustarme demasiado llamar la atención, pero es que este día teníamos que hacerlo, era necesario.
Solo era necesario recordar nuestra reivindicación para que la rabia se multiplicara. Y es que solo pedíamos SER. Que nos dejaran pisar con nuestra presencia y no limitar nuestro valor a las medidas de un cuerpo. Que somos, que estamos y que este camino de lucha nos ha convertido en la ceniza de un fénix. Porque antes que ser ave, nos hicieron polvo. Nuestras abuelas no tenían más opción que resignarse o morir. O como mi tía y la abuela de Luisita, intentar luchar con el miedo de acabar molida a palos por los grises.
Ellas fueron de esas mujeres valientes que dieron los primeros pasos para que nosotras ahora podamos correr.
Lo que pasa es que lo que pedimos es volar. Y todavía, a estas alturas, no nos dejan. Todavía seguimos siendo únicamente el objeto de deseo de unos cuantos que ya viven en las nubes acomodados y mirándonos desde las alturas. Que exigen y que, por desgracia, tienen aún un ejército de mujeres presas de la rutina y de la "cultura" que se postran ante ellos.
Y por ellas también luchamos. Y por las que nos llaman locas. Y por las que se fueron sin poder ser. Y por las que llegarán a ser con muchas más libertades. Por todas. Este día es nuestro, pero no para celebrar, si no para pelear.
Y yo la verdad que no podía estar mejor rodeada de mujeres maravillosas. Mi tía, Luisa, mi suegra, y ella, el amor de mi vida. Un claro ejemplo de empoderamiento y de lucha constante para ganarse el respeto en un mundo de hombres. Cada día la admiraba más y me emocionaba al ver como conseguía sus metas con una seguridad aplastante.
Y ese día, decidió no ir a trabajar para manifestarse a lo grande. Yo tampoco lo hice y mi suegra, por supuesto, hizo lo propio.
Vi a Luisita que estaba sirviéndose un vaso de agua en la cocina vestida solo con el albornoz y me acerqué por detrás haciendo el menor ruido posible.
– ¿Sabes que me pones mucho cuando te pones en actitud reivindicativa y empoderada? – le susurré al oído abrazándola y dejando un beso húmedo en su cuello. Me encantaba ver la reacción que estos tenían aún en ella a pesar del tiempo que llevábamos juntas, como su piel se erizaba, la sonrisa tan preciosa que brotaba de sus labios.
– Tú es que a mí me pones siempre, pero sabes que me encanta tener el poder – me contestó provocativa girándose para quedar cara a cara.
– Bueno, eso no es siempre así – dije deshaciendo el nudo de su albornoz y abriéndolo poco a poco para poder tocar con delicadeza la piel desnuda de su cintura – ¿a qué hora hemos quedado con tu madre?
–En una hora más o menos.
–Ah, pues me sobra tiempo... – le dije alzando una ceja y acercándome lentamente a sus labios –¿acaso hay una manera más reivindicativa de empezar el día que con dos mujeres que disfrutan libremente de su sexualidad?
–Yo digo que no, pero cállate ya y ven aquí–me pidió ella y yo obedecí sin rechistar.El tiempo en esa cocina voló y en nada ya teníamos a mí suegra llamándonos para preguntarnos por nuestro paradero, así que tuvimos que darnos prisa para llegar lo antes posible al punto de encuentro que habíamos fijado el día anterior. Eso sí, la mañana no podía haber comenzado de una mejor manera.
Decidimos irnos a desayunar las tres y esperar allí a Luisa, que también se apuntaría mientras a mi tía le daban las terapias en la residencia de día.
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POSDATAS || Luimelia
FanficCuando el contexto solo te deja la opción de comunicarte a través de las letras... Aquí quedan las piezas de un puzzle que os invitamos a unir.