Hola Luisita.
Cuantas veces he escrito esas dos primeras palabras y cuantas sensaciones tan diferentes albergaban según el momento.Mientras las repasaba con mi lápiz, he recordado la ilusión del principio, cuando empezamos a escribirnos. Se convirtió en un ritual en el que te metías en mi habitación sin estar, y yo me deshacía de todos mis reparos para contarte lo que no me atrevía a hacer con nadie.
También recuerdo la felicidad de aquellos días en los que todo parecía posible. Cuando creía que en el papel podía ver tus ojos clavados en mi sonrisa constante. Lo hacías porque te gustaba verme sonreír y a mí me apasionaba ver tu mirada tímida. Tímida y con intención. También discreta y paciente, como si no tuviera prisa y su razón de ser fuera hacerme sentir de aquella forma tan bonita.
Aquellos días en los que éramos valientes y el miedo era un motor y no un freno. Cuando sabía que al verte en nuestro escondite nos íbamos a besar como dos adolescentes sin importarnos nada. Cuando nos cogíamos de la mano y la vida se paraba a nuestro alrededor. Éramos dueñas del mundo y no lo sabíamos.Pero sobre todo, recuerdo el dolor de la gran mayoría de las veces que te escribía esas dos palabras. El desasosiego, el nudo en el estómago, la nostalgia, el paso inevitable del tiempo, las injusticias, los golpes, el vértigo...
Escribo tu nombre y me duele, Luisita. Me duele deletrearlo en este papel y no poder gritarlo cada día para decirte todo lo que había planeado decirte en esa vida que imaginé que viviríamos juntas. Me duele porque creo que ya no sé mencionarlo si tú no estás delante. Porque ya solo me queda la opción de escribirlo y eso es insoportable.
Mi hermano siempre dijo que los finales nunca lo son si no los sientes. Y yo no lo siento, pero lo necesito. No sé si la vida volverá a cruzarnos en otro momento, ya hemos visto lo caprichosa que es, pero tengo que abandonar esta estación para dejar de ver cómo pasa tú tren tantas veces y sin detenerse.
Tengo el corazón devastado por obligarlo a olvidar. Cada día de estos ocho años me torturaba el instante del día en el que me acordaba de ti. Me sentía una loca incapaz de controlar tu recuerdo y jamás encontré la forma de hacerlo, hasta que decidí convivir con él. Pero este encuentro me ha destrozado y ahora siento la necesidad de borrarte del todo, de hacer que desaparezcas para siempre y dejar de mencionarte como "aquella historia que salió mal".
El olvido es un canalla que no entiende de razón, solo de corazón. No sé si lo conseguiré, pero necesito intentarlo.
Antes, quiero que sepas que todo lo que me cuentas me alegra de corazón. Aunque te parezca increíble, aun te sigo queriendo como el primer día y tu bien me sigue haciendo bien. Esa niña debe de ser preciosa y estoy segura de que serás una madre estupenda.
Soy una ilusa y a veces soñé con formar una familia contigo. Pensé volver a España al principio y traerte aquí conmigo para empezar de cero, pero jamás me atreví. Ahora supongo que no puedo, ni debo quejarme. Supongo también que esto no es justo para ti, que ahora tienes tu vida y tú solo pretendes mantener conmigo una relación cordial de vez en cuando. Pero yo no puedo, Luisita. Yo no puedo no tenerlo todo contigo.
No sé cómo seguir alargando el momento de decirte adiós para siempre. No quiero hacerlo sin que te quede claro que has sido lo más importante que me ha pasado en la vida y que posiblemente nada ni nadie cambie eso.
Me hiciste sentir la persona más especial del mundo y todavía recuerdo como me dolía la cara de sonreír por inercia cada día que pasé siendo un trocito de tu vida. Te miraba y reconozco que una parte de mí sentía que tenía que disfrutarte porque tanta suerte no podía ser eterna. Y hoy, a pesar de todo, sigo pensando que mi verdadera suerte fue que me permitieras comerte esa sonrisa a besos. Esa sonrisa que sé que solo era para mí, y tú también lo sabes.
Fuimos un momento de color en una película en blanco y negro.
Un soplo de aire fresco tan fuerte que hizo volar y desaparecer algo de la caspa que cubría Madrid.
Fuimos verdad en unos años de mentira.
Levedad y calma en esas avenidas gigantes donde todos van corriendo.
Fuimos la tormenta de quien ama la lluvia y no ve en los días grises un mal día.
Dos mujeres ganando la guerra con la palabra y el amor.
Un corazón gigante capaz de llevar el mando.
Fuimos utopía y fuimos arte...Fuimos tantas cosas que hoy ya no soy capaz de ser nada sin ti. Nada especial.
Por eso tengo que desdibujarme, para dejar de recrearme en esos trozos rotos que no sé cómo volver a juntar. Porque algunos se me están clavando y no soy capaz de avanzar.
Gracias por ser la protagonista de la historia más bonita que se pueda contar jamás. Tú y yo sabemos que la fuerza con la que nos quisimos destroza la tristeza del final. Me quedo con eso y con ese último beso que cerró todo de forma poética.
Esto es el punto final de esa historia, aunque algo dentro de mí me diga que no.Te quiero y te voy a querer toda la vida.
Aunque te olvide a latigazos, aunque haga que te he borrado para siempre y aunque algún día pierda la memoria. Recuerda que lo nuestro es de otro mundo, de otro color...
Sé muy feliz siempre.
Amelia.
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POSDATAS || Luimelia
FanfictionCuando el contexto solo te deja la opción de comunicarte a través de las letras... Aquí quedan las piezas de un puzzle que os invitamos a unir.