Capítulo 3

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César había esperado el bus y al bajarse caminó un poco para llegar a su vieja casa, fue hasta que la observó que se dio cuenta de que su casa había sido eso, una caja maltratada que contenía sus pocas cosas, que él mismo estuvo metido demasiado tiempo entre basura como para darse cuenta de que el lugar no se veía para nada mejor que la casa cuna, pues lo que debería ser un jardín estaba lleno de maleza, y aunque no había basura, César podía ver que estaba en abandono, y es que Gracia no podía sola con todo el mantenimiento, pero estaba a punto de cambiar eso.

La casa olía a comida caliente, estaba en silencio y parecía vacía, dejó su mochila, más tarde sacaría su ropa para lavar y buscaría otra playera y unos viejos pants para trabajar al día siguiente en la casa cuna. Decidió que era una buena idea meterse a bañar, mientras templaba el agua, sacó una toalla y fue rápidamente por su ropa.

Cuando el agua tocó su piel, César se dio cuenta de que estaba realmente cansado, masajeo su cuerpo con un jabón genérico, y se lavó el cabello vigorosamente, considerando que estaba demasiado cansado, pero también hambriento terminó de bañarse para ir a cenar. Ya había oscurecido, suponía que Gracia había salido a visitar a su hermana, así que no regresaría pronto.

Con rapidez cenó, disfrutó de estar en casa, de estar libre, y mientras comía su mirada recorrió la vieja cocina, fue muy crítico, varias cosas estaban ya para tirarse, otras debían recibir mantenimiento y otras tantas debían de renovarse, pero con todo, el lugar estaba limpio, y es que a pesar de que Gracia era secretaria en un banco, tampoco era como que recibiera mucho dinero. Al morir su padre, César descubrió que este lo había hecho en la total miseria, no hubo un testamento, no hubo un último acto de bondad, de mucho ayudó que la cabaña del bosque fuera legitimada por el alfa a favor de César, el asunto de la casa tomó un poco más, esa César la cedió a Gracia para que ella la viva, la mujer había llorado a mares por la generosidad del lobo, César sabía que la mujer lo amaba como a un hijo, con el mismo abandono y amor, así que se lo debía. Era hora de crecer y en el trayecto encontraría el rumbo.

Con el estómago lleno, César lavó su plato y decidió que no le molestaría hacer la limpieza de la parte de adelante. Con manos a la obra empezó sus planes a pesar de su cansancio, tendría varias horas de sueño, pero tenía una labor que realizar, su descuido, egoísmo e idiotez habían llegado a su fin, era la casa donde vivían él y su madre y ambos merecían mucho más de lo que podía tener en ese momento. Como por unos meses no trabajaría en la cafetería de Altaír Dunhill pues estarían limitados en la economía, aunque el alcaide, el cual César consideraba un buen tipo le había dicho que, si el lugar de asignación le enviaba una buena referencia de César, el estado le daría un apoyo económico por buena conducta, eso le levantó mucho el ánimo, ya que estaba seguro de querer ayudar en aquella casa hogar.

Empezó la limpieza con entusiasmo, haciendo casi lo mismo que horas atrás, no tardó mucho gracias a que su madre recogía la basura. Media bolsa con basura fue puesta junto a los contenedores, la primera parte estaba hecha.

Gracia bajó del viejo auto de su hermana quien saludó a César con genuino entusiasmo, no se bajó y César supo por el llanto angustiado, que la mujer llevaba a uno de sus hijos pequeños. César devolvió el saludo y corrió hasta llegar con su madre, ayudándola con las bolsas que cargaba, como siempre, la generosa hermana de Gracia la había llenado de verduras de su jardín, eso le dio una buena idea a César, podía usar el jardín para abastecerse y ahorrarse el gasto de las verduras y en el patio de atrás plantaría algunas flores y follaje para que su madre pudiera salir a sentarse por las tardes. Podía hacerlo, después de todo en la escuela primaria había llevado tres años de horticultura y jardinería, y durante su estancia en la cárcel fue voluntario en el grupo cultivo y ahora con lo que le habían dado a gracia, estaba seguro de que podía sacar unas cuantas semillas de ahí.

Maestro de un loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora