Capítulo 16

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Cuando César abrió los ojos no se ubicó de inmediato, la cabeza le pesaba, y su boca estaba espesa y pesada. Sus ojos de lobo se enfocaron en el interior de la cueva y sus oídos le decían que estaban solos.

—No intentes cambiar, si lo intentas soltarte será una jodida, por lo que he visto estamos en una de las cuevas de alguna frontera de tu territorio, —dijo una voz suave y calmada, —César se enfocó en el origen de aquella voz y distinguió a un chico no mayor de dieciséis años. Su ropa a pesar de estar sucia y rota se veía cara, calzaba unas botas militares y el cabello negro como ala de cuervo se movía hasta los hombros.

El chico se acercaba hasta César que confundido lo veía, —¿quién eres?, — la lengua de César se sentía como un pedazo de plomo y sabía horrible, pero logró formular la pregunta mientras el tipo empezó a cortar la cuerda que tenía atado a César, este ni siquiera había notado que el muchacho tenía algo en las manos ¿un cristal, una piedra afilada, una navaja pequeña?

—Soy Arslan Lonesco, los hostiles atacaron la caravana de migrantes cuando nos dirigíamos a tu manada, habían tomado a un niño de rehén y yo me ofrecí como voluntario para cambiar por él, es más fácil que yo pase por un adolescente, y cuando ellos supieron quién soy, su incentivo fue mayor, -las cuerdas fueron rasgadas y las manos de César quedaron libres.

—¿Cómo te liberaste?, César se sobaba las muñecas cuya piel estaba muy roja e irritada.

—Soy un cambiaformas pequeño, su amarre está diseñado para que una vez que pase el efecto de la anestesia tu intentes cambiar y estas queden más sujetas, pero yo soy una especie poco común, ellos no lo saben, intuyeron que soy un cambiaformas grande, por eso al cambiar el amarre de las cuerdas no se ajustó a mí, —Arslan hizo un guiño alegre, que desconcertó a César quien no sabía cómo ese chico podía ser tan optimista en medio de una oscura cueva en medio de quién sabe dónde.

—Correcto, ¿Cuántos años tienes entonces Arslan?, ya que durante la búsqueda nos enfocábamos en encontrar a un adolescente, pero por lo que acabas de decir, tienes la apariencia, pero no la edad. —César seguía a Arslan hasta la salida de la cueva, Arslan le hizo la seña a césar para que se quedara atrás y se mantuviera escondido, el sol se había puesto y ahora solo había una noche estrellada.

—¿Te parece si dejamos las presentaciones para después?, sé que eres el esposo del alfa, porque los dos idiotas no saben guardarse las cosas y estuvieron alardeando de ello. Saldré para ver si están cerca, si no lo están podremos irnos, y según te he observado, no tienes fracturas, así que no sé cuál sea tu animal, pero necesitaré que cambies para poder salir de aquí o para pelear, pero no nos quedamos de brazos cruzados, espera aquí, no te asomes, —el muchacho estaba desnudo para poder cambiar, pero eso no le importó a César.

Decir que César estaba asombrado sería el eufemismo del siglo, por lo poco que César sabía de Arslan Lonesco, es que era un investigador social, un empresario multimillonario por derecho propio, era poseedor de uno de los últimos títulos nobiliarios del viejo mundo y además era un activista radical de alto perfil y renombre, todas esas etiquetas las esperabas de alguna figura de acción, no de un tipo cuya edad y especie eran indefinidas.

César vio al tipo salir de la cueva, y lo perdió de vista, el chico obviamente sabía cuidarse, escuchó un revoloteo como de algo que sobrevolaba la cueva y después silencio. César rogaba que el muchacho pudiera regresar sano y salvo y que pronto pudieran salir de ahí. El lobo no supo cuánto tiempo pasó hasta que escuchó otra vez el revoloteo y pronto el chico se apareció con el cabello revuelto y las mejillas rojas, era una noche fría.

—Está despejado, creo ellos se movieron para abastecerse, escuché que no tenían comida ya, así que es nuestro momento.

—¿Saldremos como ferales o como humanos?, —César vio al chico recoger su ropa y colocársela, mientras su mente lenta y con resaca trataba de definir qué animal sería el del muchacho, ¿tal vez un ave?, considerando que lo había escuchado revolotear.

Maestro de un loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora