Capítulo 15

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—Me preocupa el que tengas que salir, —Danira observaba a César quién terminaba de hacer una llamada a Brandon para avisar de su visita.

—Khalé necesita ayuda, no lo voy a dejar solo con esto y tú sabes lo que implica ser pareja de un alfa.

Danira se mordió la uña, se sentía un poco hipócrita, porque su yerno decía la verdad, pero ahora se trataba de su hijo y su pareja, —discúlpame hijo, sabes que te quiero mucho y que soy feliz de verlos juntos, pero me preocupo, no lo puedo evitar, es fácil olvidar los deberes cuando se trata de los que amas, —para alivio de César, Danira se veía cero culpable, así que sonrió.

César sonrió sin ternura, —entonces puedes entender que voy a ayudar a tu hijo así implique comprometer mi propia vida y sé que tú y mamá se harán cargo de los chicos si algo sucediera.

Danira suspiró resignada y tomó las manos de César, —lo sé y te lo agradezco, agradezco que seas el indicado para mí hijo y si pude educar a un Khalé, podré con un Tobías.

César se ajustó bien el chaleco, y escuchó atento las instrucciones que le daba el guardaespaldas. Para él era nuevo el uso de esos de comunicación, de chalecos, de códigos de seguridad. Y todo parecía tan extraño. —El chaleco está integrado a un sistema de rastreo, es un prototipo que ha resultado muy efectivo, este ya se encuentra activo a partir de ahora, pero, —el guardaespaldas le dio a César una moneda de menor valor, —no seremos tacaños, este también es un dispositivo de rastreo y ha sido activado, aquí tiene su radio ya con las frecuencias que se le han indicado.

—Lo tengo, solamente usaré la frecuencia que me han indicado en caso de ser necesario.

—Sí señor Renning, entonces marchando. —El guardaespaldas dio instrucciones para que el vehículo saliera, mientras un buen grupo de quedaba al cuidado de la casa y sus ocupantes.

A medida que se acercaban a la zona, César observaba que la vigilancia se hacía más fuerte, también vio la construcción que se había hecho, cuatro filas de condominios bastante bonitos y todos con balcón; había pequeños jardines y la iluminación pública estaba ya funcionando. Todo el lugar estaba bien distribuido, cada espacio ocupado de forma eficiente, se notaba que la modernidad y el buen gusto estaban presentes, así como la seguridad y los espacios para las familias con niños. —Señor Renning, —el enorme guardaespaldas abrió la puerta del vehículo, indicando a César que estaban en el lugar acordado, —por aquí por favor, —César bajó del vehículo y no se perdió que los guardaespaldas estaban alertas, y para su alegría vio a Brandon acercarse con otro tipo enorme al cual César había visto algunas veces y era conocido como el constructor más hábil.

—César, —esta vez la acostumbrada hostilidad que acompañaba a Brandon cuando cruzaban palabras en las pocas veces, no estaba presente, eso descongestionó a César.

—Hola Brandon, que buen trabajo se ha hecho aquí, —con más detenimiento, César pudo observar que en efecto el espacio estaba muy bien distribuido, aquel lugar estaba ya listo para ser habitado y también generaría empleos, pues podía ver algunos locales como para algún comercio.

—Te presento a Arturo, él junto con su equipo forma parte de mi grupo de constructores y debo decir que son malditamente buenos, —el tipo con el nombre de Arturo, extendió la mano y saludó de manera amigable, a pesar de ser un tipo bastante intimidante y enorme se notaba a leguas que era alguien muy amable y bonachón.

—Mucho gusto señor Renning, —la mano del tipo prácticamente se tragó la de César, pero no incomodó al esposo del alfa.

—Muy buen trabajo Arturo, —el tipo se sonrojó, como si no estuviera acostumbrado a que los demás reconocieran su trabajo. —me he tomado el atrevimiento de hacer algunas modificaciones que en los planos originales se veían muy bien pero que en realidad no eran funcionales o resultarían muy costosos y se podían hacer adaptaciones más económicas y de buena calidad.

Maestro de un loboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora