Capítulo 12.

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Día gris. Un día donde la resplandeciente primavera era opacada por aquellas nubes grisáceas, llorando sobre la ciudad, dando ese toque melancólico. Las maletas hechas de Styles hacían ver tan deprimente su habitación que ni él soportaba estar mucho tiempo en ella. Soltó un pesado suspiro, cerrando un poco los ojos. Los recuerdos de cuando fue echado de casa llegaron a su mente, como si lo viviera otra vez. Observo la culpable mirada de su madre, mientras Gemma pedía a gritos que el menor se quedará; pero Anne ya había tomado una decisión. Aprovecho que su padre estaba fuera de la ciudad para obligar a Harry a irse, con la excusa de “Ya eres mayor de edad, ya puedes mantenerte solo”. Los ojos esmeraldas del menor brillaban por las lágrimas que derramaba mientras rogaba quedarse en casa, y tener los mismos privilegios que su hermana mayor, pero le fue negado. Anne no sentía culpa, eso se podía ver en su mirada llena de asco hacía su propio hijo por lo que paso en ese verano. Anne sólo cerró la puerta en la nariz de su propio hijo. Sujetó sus maletas, buscando un hogar que le adoptará, y le ayudará a con un trabajo, con sólo 16 años.

Harry se levantó de la cama, acomodándose su saco negro mientras se veía frente al espejo; tomó su sombrero, poniéndoselo. Se vio por última vez, esperando que su vestimenta fuera la adecuada para el día, sintiéndose satisfecho ante ello.

— ¡Irving! —Exclamó el nombre del joven, teniéndolo rápidamente frente a su puerta— ¿Puedes llevar mis maletas a la entrada?

— Claro que sí, Joven Styles.

— Muchas gracias.

Irving sujetó las maletas, y se las llevó a la entrada, siendo seguido por el menor.  Los estruendosos truenos hacían eco por toda la casa, asustando a la mayoría de los habitantes de la casa. Algunos corrían por la casa apresurándose no sólo por arreglar las cosas que Styles les ordeno, era también gracias a la adrenalina que derrochaban gracias al miedo que les provocaba el clima.

Harry soltó un suspiro, observando como el vaho de su aliento se mezclaba con el viento. El sonido de la lluvia chocar con el suelo le era relajante. Las hojas moviéndose de manera brusca, y los relámpagos cayendo a pocos kilómetros de su casa le eran irrelevantes; pero el viento, la lluvia y el silencio de la ciudad eran increíblemente placenteros. Algunas gotas caían en su rostro, y algunas partes de su cuerpo, estremeciéndole por su frió tacto.

El auto sonó el claxon, sacando bruscamente de sus pensamientos al menor. Regaló un beso a cada una de sus nanas, abrazo con cierto cariño a su viejo amigo Irving. Se despidió con su mano, y subió a la parte trasera del auto rápido (para no empaparse por la lluvia). Se incorporó en su asiento, suspirando con una ligera tristeza. El auto comenzó a andar con una velocidad moderada. El estrépito sonido del auto era menor que el fragor de los relámpagos y la lluvia chocar contra el metal del auto.

— Es sólo un viaje, tranquilo. —su mano estrecho la de Harry, haciendo que volteara para toparse con los ojos turquesas del mayor.

— Es sólo un viaje… —repitió las palabras dichas por el mayor, obligando a esbozar una diminuta sonrisa que apenas se notaba. Cerró los ojos, intentando relajarse, y no prestar atención a la presencia del mayor, lo cual era más que imposible. El cielo que portaba Louis como ojos buscaban con desespero la atención del rizado, clavando su mirada en él. Le incomodaba, más cuando no quería verle o mantener una plática con él desde que había sido remplazado por Jane.

— ¿Me hablarás o sólo callarás? —hizo una mueca al entender que la presión que aplicaba con su mirada no tenía el resultado esperado. Los ojos del menor brillaron al ser abiertos gracias a aquel diáfano líquido que le invadían. Rápidamente Louis lo asocio con lágrimas, lo cual le asusto.

—Estoy exhausto —mencionó pasible, tallando sus ojos con sus muñecas, fingiendo un bostezar para aparentar que las cristalinas gotas de sus ojos eran provocadas por el sueño. Dirigiendo su glauco mirar al mayor; el cual interpreto una mirada llena de tristeza, de conflictos que él castaño encubría en su día a día.

La manzana dorada |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora