Capítulo 6.

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Harry observaba con suma atención los recuadros que Louis había colocado en su galería improvisada. Los mejores cuadros — Según Louis —  estaban recargados en la pared. Styles daba zancadas largas y lentas. Se detenía para ver cada una de forma analítica. No se sabía si las apreciaba, o simplemente las despreciaba. Louis se sentó en la cama esperando un veredicto justo de sus obras. Sabía que él no era un pintor profesional, no había inventado técnicas para usar las pinturas, o haber creado una nueva corriente en él mismo género. Sólo era un pintor neófito que se dedicaba a mejorar año tras año, lamentablemente las mejoras las dejaba a la "basura" de pinturas que estaban encerradas en el ático, y de ahí nadie podría sacarlas, a menos que fueras Louis Tomlinson. Era extraño como él mismo se convencía de que las pinturas que le mostraba a Harry en este preciso instante, eran las correctas, y que él debía admitir su talento en la pintura.

— ¿Qué es esté lugar? — Dijo Harry mientras apuntaba a una de sus pinturas — Siento haberlo visto anteriormente, pero hay algo que me impide traer el nombre a mis labios.

— Es el panteón de Roma, o de Agripa, como gustes llamarle — Agregó tranquilamente.

— ¿Has estado ahí? — Recargó su espalda en la pared mientras veía las pinturas.

— Si, hace unos pocos años logré ir de vacaciones a petición de mi hermana.

— Interesante.

Dicho esto, todo se volvió silencio. Louis jugueteaba con sus manos por la presión que tenía en él. ¿Y sí no le gusta? ¿Qué pasa si realmente no sirvo para esto? Pensaba Louis con miedo al rechazo, y no de la sociedad... era más al rechazo de Styles, el cual no notaba como él mayor lo miraba con fascinación. Harry era una obra de arte apreciando a alguna de sus hermanas, pero entre ellas, él era la más destacable, y la más enigmática. Ni la Mona lisa tenía la pintoresca sonrisa que Harry le regalaba a Louis, ni tan expresivo y a la vez enigmática historia como El grito de Edvard Munch. Ni Dios habría creado tanta perfección hasta ahora, Harry opacaba a la creación del mundo, a las constelaciones más bellas que lograrían mirar, y a la aurora boreal más colorida que podría ser captada. Sus ojos esmeralda eran un universo llenó de emociones, era algo de admirar.

Harry se puso frente de Louis, mientras lo miraba con una sonrisa juguetona, sabía que no diría nada bueno. Esa sonrisa la ponía cada vez que lo insultada y dañaba de forma profunda. Louis trago saliva con nervios, preparándose a lo saldría de la boca de Styles.

— ¿Eres fotógrafo? — Mencionó el más alto.

— ¿Qué?

— ¿Qué si eres fotógrafo? — Recalcó las palabras.

— ¿Por qué demonios me estas preguntando eso? — Se levantó del enojo, y lo mato con la mirada más de mil veces — Ve al grano.

— Louis Tomlinson, tus pinturas son fotografías sin sentido, o simplemente sin emoción ¿Cómo quieres que venda algo que cualquiera podría pagar por ir a verlas directamente? ¿No crees? — Agregó con descaró — Veo potencial de esto, pero no puedo patrocinar estas pinturas, son un agravio al arte de pintar. A todo lo que he visto le falta la entrega, le falta... pasión.

— Te has golpeado fuerte en la cabeza, mis pinturas no necesitan pasión. Cuando colocas un poco de ello tienes que poner un pedazo de ti. No estoy listo a que el mundo sepa mis anhelos.

— ¿Es una broma? — Frunció el ceño completamente — Es la cosa más absurda que no quieras introducir algo de ti — Se masajeo el puente de su nariz — Es cómo una cantante sin sentir las letras, cómo un escritor sin meter sus experiencias, o deseos, cómo un músico sin sentir las notas, sin sentir como los acordes crean la más maravillosa melodía de todos los tiempos, es cómo actuar sin meterse al papel, es cómo construir por aburrimiento, es cómo amar sin demostrarlo.

— ¿Tú qué demonios vas a saber de pasión? — Suspiró con enojo — Sólo eres un empresario que se dedica a criticar, cuando su vida es una bazofia. — Sintió como la mirada de Harry se abría sorprendido de lo que acababa de decir — Estas sólo. Vives de las críticas a lo ajeno, y te resguardas en tu descarado ego que sólo aleja a las personas de ti. — Pulsó su dedo indicé en su pecho de Harry simultaneas veces — ¿Cómo un hombre que se pudrirá sólo puede saber que es pasión?

Harry bufó.

— Soy un pianista reconocido en toda Italia. Estudie piano cuando tenía al menos 6 años de edad, perfeccione mis técnicas a los 14 años, a los 17 tocaba en una de las grandes orquestas de toda Europa. — Sujetó a Louis de la mano y lo atrajo a él, de forma posesiva y seductora —Me dediqué a buscar otro tipo de pasión, así que fui a Francia a aprender lo que la ciudad del amor y la pasión me ofrecía. La cocina te diré que es una de las maravillas que puedo hacer con mis manos — Susurró en el oído de Louis, y rozando con sus labios él mismo — La otra cosa es hacerte sentir en el cielo en menos de media hora — Agregó dando pequeños besos desde su lóbulo hasta su cuello. — Se que es pasión. Ahora dime ¿Tú lo sabes?

Louis sentía como el rocé de Harry lo hacía débil, como sus besos lo hacían caer a sus pies. Sus mejillas arreboladas lo hacían más deseable ante los ojos de Harry. Los ojos de Louis brillaban más de los lo normal, relucían como un par de zafiros recién pulidos. Sus labios entreabiertos por las sensaciones que él más alto le otorgaba.

— Esto es pasión, Louis.

Rompió la distancia de sus labios uniéndolos en un descaro intento de domar a la fierecilla que estaba en un trance. Los agiles labios de Harry se movía al compás de una melodiosa canción que tenía sobre tema el amor; lento, pero sin dejar que desear. Saboreaba los labios de Louis, jurando que sabían a pastel de fresa. Por fin Louis correspondió haciendo más interesante el beso. Haciendo que sus alientos se encontraran y formaran una sensación placentera, y mágica. Harry lo sujetaba con aberración, y regalaba caricias mudas en el cuerpo de Louis. Creaba escritos de amor con sus dedos desde el cuello hasta el trasero de Louis. El más bajo juraría que se volvería loco si seguía con esto, y sobre todo, sentía miedo a la locura que Styles lo llevaría. Lo separó de él.

— ¡¿Estás loco?! — Se alejó un poco — Somos hombres ¡Esto es pecado!

— Nos iremos al infierno los dos, Louis — Sonrió acercándose nuevamente —  Eso es seguro — Sujeto su mano, y empezó a besarla — ¿Para qué parar? Si nos vamos a ir al infierno... cometamos el pecado completo.

— No me gusta esto... — intento convencerse a sí mismo.

— Te gusto más que lo que sucedió con Jane.

— Para con eso ¿Si? — Dijo quitando su mano de su alcancé — Sólo déjame en paz.

— Te propongo algo ¿Va? — Miro directo a los ojos de Louis. Dónde el turquesa se mezclaba con el esmeralda, y hacían una fusión mística y eléctrica. Louis asintió — Te ayudaré con tus cuadros, pero quiero que cambies esa forma tan fría al pintar y trazar... necesitas pasión y sólo conmigo podrás aprender. — Agregó con una sonrisa socarrona — Piénsalo, tienes dos días.

Acomodó su saco y sólo se fue. Cómo siempre el que termino sin saber como reacción, o el simple hecho de pensar, fue el castaño. Apenas se cerró la puerta detrás de Styles, aventó las cosas, destrozo sus cuadros que están en exposición, sin importar que tanto ruido hacía. Cuadros en los que buscaba la perfección y la similitud del lugar que retrataba se habían hecho despojos de lo que un día Louis amo. 1, o 2 horas pasaron para tranquilizarse. Estaba en su cama, recostado en pedazos del lienzo de sus pinturas, cabellos totalmente despeinados, y una apariencia fatal. No se reconocía a si mismo... ¿Cómo alguien puede pegarle tan fuerte en su orgullo? Maldecía a Harry, y a la vez lo bendecía. ¿Por qué? Por el hecho de que por fin sintió inspiración entre el beso. Fue llevado a otro mundo, simplemente sintió como si hubiera llegado al nirvana, y ahora podría pintar con la bendición de algún tipo de arcángel. Fue cuando la propuesta de Harry se hizo totalmente encantadora, y tentadora como la manzana de Adán y Eva.   


La manzana dorada |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora