Capítulo 18

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El flash había iluminado el lienzo al menos unas 20 veces. No debía hacerse eso, pero ya el dueño había dado un permiso especial para ello, al parecer lo que menos importaba para él era la obra que recién había hecho, pero a Harry no. Se quejó cuando creyó suficientes fotos y con esto corrió al juvenil fotógrafo de la habitación, casi asustado, pero aún con la satisfacción de poder ver esta obra antes que los museos, o en los periódicos que captaría completamente su esencia.

El ceño fruncido de Harry se aclaró apenas el muchacho abandonó con prisa la habitación, y dirigió su verde mirada a Louis que ya llevaba rato viéndolo, sin sorpresa o arrepentimiento de ser descubierto le dedica una sonrisa amplia al más alto, y es plácidamente correspondida, imitada con la misma alegría con la que fue emitida. Los pasos de Harry empiezan a llevarlo, lento, sin perder el contacto de sus ojos con el azul del cielo hasta que por fin se ve obligado a parar cuando con sus brazos puede rodear su pequeño y delgado cuerpo.

Antes de hablar suspira, y así logra captar la atención del mayor, mientras acaricia una de sus mejillas con uno de sus pulgares, sosteniéndolo con tanto cuidado, como si su rostro fuera porcelana fina, con miedo a romperlo.

— Es un gran momento para ti —hace una pequeña pausa antes de seguir—. En poco tiempo lograrás todos tus cometidos, tienes fama por toda Europa, tu trabajo está viéndose y siendo divulgado más allá de las fronteras, de los continentes inclusive. Todos puedes ver que es maravilloso, increíble, y mágico. Mi tiempo como tu impulso está acabando. —Algo se congela en él, hay dolor en su última oración y es percibida—. Mañana será tu gran día antes de nuestra partida.

Louis asiente con la cabeza y vuelve a esconder su rostro en su pecho. Le extraña ver ahora a Harry siendo el parlanchín de esta triste comedia, o al menos ser el quien está felicitándolo, animándolo, dándole un discurso como si fuese una despedida para ambos, como si el tiempo estuviera acabándose a medida que avanza y que Louis hace algo asertivo. Mientras más va creciendo y cumpliendo su anhelo más preciado, más va dejando a Harry por los suelos, realmente siente como si estuviera enterrándose en su pasado y estas palabras son sólo la preparación de su partida.

Es ahí cuando Louis tiene miedo, y se da cuenta de todo lo que está perdiendo, y mañana, su "gran día" será otro irreversible paso al futuro que lo va empujando solo. Se siente ansioso, y sus brazos se refuerzan sobre la delgada figura de Harry. No quiere soltarlo ahora que entiende la situación. Hay tanta melancolía, tanto dolor por su parte, tanto que al tiempo quiere soltar el llanto, y eso lo estremece junto a Harry. Hay palabras increíblemente rotas y no pensadas resguardadas en su garganta, mientras que con su esencia contaminada de aciago induce al menor al mismo sentimiento. Sus corazones van rompiéndose y la unidad de ese abrazo es su vano intento de que las cosas duelan menos.

Ninguno sabe lo que el otro siente, ni los demonios con los que están luchando, son tan egoístas que están revolcándose en su propio sentimiento.

Después de un tiempo se separan. Louis aún se aferra, pero Harry rompe el tacto, con una sonrisa fingida, sombría que era difícil de descifrar, dejándolo incómodo. Deja una palmada amistosa sobre su hombro, y se aleja sin decir más.

— Harry.

— ¿Sí?

— ¿Gracias?

— Dame las gracias cuando realmente creas conveniente darlas. — Sus palabras colocan un muro de indiferencia al instante —. Te dejo arreglarte. Nos vemos en unas horas

La puerta de cierra detrás de su espalda. Y una mueca torcida sube a los labios de Louis. No es sincera, simplemente aparece con cinismo, lleno de orgullo, y con dolor en algo semejante a una sonrisa absurdamente triste. No sabe que es lo que más dolor le causa, si el hecho de que cada día se viera al menor más lejos o que él fuera quien estaba poniendo fin a esto, al fin y al cabo, seguía siendo Louis, y antes de aceptar el dolor de sus emociones, reconocía primero el de su orgullo.

El cuadro tiene todo el amor que Harry escribía con besos, experiencias, y un indudable cariño. ¿Por qué ahora todo era tan ajeno? Las dudas persistirían día tras días, hasta que él mismo las expusiera ante aquel que tenía todas las respuestas, pero iba tarde. Siempre estaba tarde.

Su rostro empieza a distorsionarse en los periódicos, la espléndida sonrisa brilla tanto como el flash de las cámaras, y su juvenil rostro ya no es más su secreto de noches tras las cortinas. Un fantasma hecho por sí mismo que le traen pesadillas, y obliga a sus miedos desflorar cuando dormita entre sus brazos, ya no podía engañarse así mismo. No era un mánager en esta empresa ficticia, no era una fuente de inspiración que presionaba botones en Louis, solo era un niño arrogante, que estaba perdiendo el control sobre su vida. Ahora que el regía en ella, y no era controlada por su superior, perdió los estribos, y sí, se enamoró.

Su lengua se empapa en licor, en algún bar donde los marinos comparten anécdotas, y los marineros cuentas historias ficticias de sirenas. Hoy Horan haría el trabajo, necesitaba desprenderse para que cuando fuese definitivo, la herida no sangrara tanto, porque podía morir desangrado. Un suspiro al aire llama la atención del barman, y sin dudas, ofrece más licor para las penas. Esmeraldas opacadas por las farolas amarillas se despegan de la fina vidriería que sostenía, y lo ve. Ojos claros como los lagos de Italia, y labios tan finos como la tinta en una carta, era similar, pero jamás se acercaría a la perfección de Louis, sin embargo, una sonrisa desborda con añoranza en sus labios, y es correspondida entre las sombras.

El chico le pregunta si lo esperaría hasta que termine, y como si fuese aquel ser amado, responde con una afirmativa. El corazón herido era el que hablaba por sí solo.

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⏰ Última actualización: May 28, 2020 ⏰

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La manzana dorada |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora