Capítulo 11.

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—Déjalo.

—No.

Un silencio gélido surgió después de la cortante contestación del rizado. Una mueca se formó en los delgados labios de la femenina mientras veía con misericordia al contrario; él sólo dio una calada de su cigarrillo, expulsando el humo hacía el claro azul del cielo.

—Quiero a mi hijo de regreso en casa, Styles. —Entrecerró los ojos, observando el té que sostenía con sus temblorosas manos— no sé qué haré el día que Louis sea un pintor famoso, y tenga que hacer viajes exponiendo sus obras. Que de un día a otro se olvide de su madre, padre y hermanas... ¿Lo entiendes?

Su mirada se fijo en la mayor; sus ojos se empezaban a hundir en lágrimas, sus labios se encontraban entreabiertos, creyendo que persuadiría los jadeos de dolor que le provocaba la imagen de su hijo alejarse de ella. La expresión que mantenía era la misma que tenía Louis semanas atrás. Johannah fue el gen que le dio tal belleza a Louis.

—No puedo regresarlo, Johannah. Sé que amas a tu hijo como no se tiene idea, pero él está viviendo su sueño. —Apagó su cigarro en el cenicero que tenía cerca suyo, cruzando su pierna, mientras la veía un tanto compresivo— Si amas a tu hijo, déjalo crecer. Sé que él no olvidaría a la mujer que le dio la vida, que le dio está oportunidad, y que ahora es algo por ti. —Concluyó con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Bien... —saco de su bolso el pasaporte de su hijo, extendiendo la mano para entregarlo.

—Debo admitir —hizo una pausa riendo un poco, guardando el pasaporte en el bolsillo de su saco— no creí que realmente haya escondido el pasaporte a Louis.

—Es el amor de una madre...

Harry dejo de sonreír, y sólo le vio con sorpresa ante sus palabras. Los ojos de Johannah estaban llenos de amor cuando se trataba de su hijo, y su voz tomaba un tono efusivo cuando se hablaba bien de él. Harry nunca vio eso por parte de Anne. Sintiendo por primera vez envidia de Louis, y del cariño que su mamá desembocaba con sólo mencionarle.

—Louis tiene una suerte enorme de tenerte como madre. —Se levantó de su asiento— Fue un gusto hablar contigo, en verdad.

Extendió su mano para estrecharla con la ajena, en cambio, los brazos de la femenina rodearon su cuello con fuerza, mientras Harry seguía con la mano colgada como si esperará que aún la estrecharan. Inconscientemente sonrío, sintiendo lo que era el amor de una madre después de años. Johannah le hizo sentir que estaba totalmente agradecida por todo lo que hacía por Louis. No tardo en corresponder el abrazo, de manera temerosa, sintiéndose querido después de tantos años. Se sentía apreciado, e importante por un par de minutos, hasta que Johannah rompió el abrazo. Sus ojos celestes miraron con ternura al ojiverde, que tenía un pequeño puchero  del que ni él tenía idea que tenía. Se comportaba como un niño, buscando el afecto de una madre.

—Anne se pierde de un gran hijo.

Afirmó, jalando suavemente las mejillas de menor, observando como rápidamente tomaban un color rojizo por la vergüenza al ser tratado como un niño, sin negar que, le agradara. Esbozó una suave y apenas notable sonrisa, despidiéndose con un gesto de la mayor.

Llegó a casa aún con una gran sonrisa gracias al afectivo abrazo que le brindo la mamá del mayor, observando la nota que se encontraba en la mesa de la sala. Se acercó con zancadas lentas, agachándose para tomarla, notando la perfecta letra cursiva de Louis, avisando que había a salido a comprar algunas cosas en compañía de Jane. Harry borró la sonrisa inmediatamente al leer el nombre de la chica, dejando la nota en el lugar donde estaba anteriormente. Camino hasta la habitación de "artes", cómo a él le gustaba llamarle. Las paredes no tenían cuadros, o relojes, sólo libreros, un mueble con su tocadiscos, y radio; pero el detalle más importante era el oscuro y perfecto piano que se encontraba en medio de la habitación.

Observo éste con alegría, tomando asiento frente de él. Rozó las yemas de sus dedos sobre las albinas teclas del piano, y siguió la acción con las oscuras. Mojó sus labios con lentitud, entrecerrando los ojos sin prestar atención al cuaderno lleno de notas frente suyo. Presionó sus dedos suavemente sobre las teclas.

Couldn't relax...

Couldn't sit back


Sus dedos empezaron a tocar nuevas notas, su voz cantaba con tranquilidad. La melodía era suave en su totalidad, haciendo un contraste con su gruesa voz, que intentaba seguir los dulces agudos de la canción, sabiendo que quedaría mejor con la voz de Louis. Improvisaba, sacando como todo buen artista sus sentimientos al exterior. Aunque se negará el mismo a decir que todo lo que cantaba eran sólo letras vacías, en el fondo sabía perfectamente que, todo estaba relacionado con su vida cotidiana.

Found a life worth living for someone else

Never thought that I could be... happy


Soltó un largo suspiro, siguiendo con las mismas notas, pero subiendo un poco los tonos. Su voz dejaba de escucharse tan ronca, volviéndose melodiosa, y en otros momentos dulces. Su mente se separó de su cuerpo, y la pasión fue lo que surgió. Las palabras salían tan naturalmente, como si se tratará de una canción ya compuesta, las notas se hicieron más complejas, junto con la voz de Harry. Altos y bajos, cambios de ritmos inesperados, y una sonrisa melancólica al cantar. Su cabello se agitaba en cada cambio, y su ceño se fruncía cada vez más al explotar su sentir para seguir con la canción.

So now you know, you know it all

That I've been desperately alone...


Harry tragó saliva, sintiendo cómo empezaba a formarse un nudo en su garganta ante tanta amargura, y aflicción. Su garganta dejo de emitir algún tipo de sonido, dedicándose sólo a tocar el piano. Tocando como si cada tecla tocada fuera una cuchilla que se encajaba en su cansada y adolorida espalda, dejándose llevar por el dolor, por la tristeza, y la pasión que generaba su mente conflictiva, y reprimida.

— ¡Harry, llegué con Jane!

Después de aquello, la casa fue invadida por un piano tocando notas graves y agresivas, desafinando rápidamente ante la melodía que el menor tocaba segundos antes. Alejó sus manos de las teclas, restregándolas por su rostro cansado y fastidiado. Quería privacidad, pero creo que Louis no entendía un poco aquello, aunque, ni siquiera le había hablado de esa regla.

Se levantó del asiento, acomodándose el saco con firmeza, saliendo de la habitación sólo para encontrarse con Louis sujetando la mano de la chica, su sangre hirvió, Dios sabe por qué, pero su rostro no mostro emoción alguna. Se acercó un poco, adentrando su mano en su bolsillo para sacar el pasaporte del mayor, entregándoselo sin decir mucho. Louis lo tomó, observando como su rostro se llenaba de felicidad. Sus perlas blancas quedaron expuestas por una sonrisa inmensa que se apoderó de él, sus ojos se hicieron tan pequeños, marcando esas peculiares arrugas a los  lados de sus ojos. Al parecer, Jane se encontraba igual de contenta al ver lo que tenía Louis en mano, manteniendo una pequeña sonrisa que apenas se notaba, pero, sus manos entrelazadas con fuerza demostraban que estaban extasiados, luciendo adorables. Harry se dio media vuelta, caminando lejos de la perfecta escena de la pareja, tarareando la canción que tocaba minutos antes.

— Gracias, Harry.

El menor dejo de caminar, y emitir sonidos, sellando sus labios, observando sólo hacía el frente.

— Tienes una gran madre, Louis. Agradécele a ella.

— Tú también tienes una gran madre, Harry. Sólo qué...

Harry bufó con cierto coraje, frunciendo el ceño ligeramente. El comentario de Louis sólo hizo enfadar al menor, quien no se inmutaba. Louis estaba a punto de hacer otro comentario, quería arreglar las cosas. La tensión era demasiada, siéndole más difícil elegir entre lo que debía decir a lo que quería. Todo para intentar recobrar aquella infinita felicidad que tenían al tener su pasaporte en manos.

— Olga dejo la mesa servida para ustedes, dedujo que la señorita llegaría a comer. Provecho.

Sus pasos siguieron, empezando a subir las escaleras, directo a su habitación. Su cabeza estaba hecha un desastre, y lo único que quería era dormir. Se sentía vulnerable, y  sobre todo, solo. 

La manzana dorada |Larry Stylinson|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora